Los libros de San Martín





Por Luis Carranza Torres


Como les ha pasado a tantos, dentro y fuera de nuestro país, el interés por la figura de José de San Martín me ha acompañado desde chico. Queda, incluso, en el debe del escritor, una novela a medio terminar sobre San Martín antes de ser San Martín.

En un país como el nuestro, tan poco dado a las coincidencias, el Libertador aparece como un personaje histórico indiscutido. Sea de la corriente que sea, se rescata su obra. Pero también, dicha cuestión, lo convierte por lo general en una figura proclive a caer en los lugares comunes para retratarlo, a quedarse con lo ya público y publicado, sin investigar o difundir otros aspectos. Obviamente, en esto hay honrosas excepciones.

Es por eso que en este 170 aniversario de su fallecimiento, quiero escribir sobre un aspecto que no es desconocido para los apasionados por el Padre de la Patria, pero que mayormente pasa desapercibido. Eclipsado, como algunos otros, por la magnitud de sus hazañas militares.

Hablo de la pasión del Libertador por los libros. Un interés constante en su vida que se mantuvo a lo largo de todas las épocas y lugares.

Comencemos por decir al respecto que José Francisco era una persona de una gran cultura. Fruto, mayormente, de ser autodidacta en muchas áreas. Su temprano ingreso en el Ejército real español, a los quince años, le cortó la posibilidad de estudios formales o de frecuentar las aulas universitarias. Tampoco asistió a escuela militar alguna. Se formó, como tantos otros, conforme al método de la época: en un regimiento para su instrucción como cadete y en una continuidad de guerras luego. Su predilección por la infantería primero (en una compañía de granaderos, dato no menor a posteriori) y luego en la caballería, también lo privó de la suerte de otros, por caso, su admirado Napoleón Bonaparte, de asistir a una academia de artillería, por entonces el arma con mayor preparación teórica intelectual, al impartírseles conocimientos de física, cálculo y química.

Con tal contexto, no es menor el destacar el interés de San Martín por la lectura, respecto de la cultura en general, en temas alejados de la especificidad castrense. Un cultor de los libros y la lectura en un ambiente guerrero que, por ese tiempo, no se prestaba especialmente para ello. Ya fuera por aptitud, necesidad, alicientes o tiempo.

No es raro afirmar que el carácter culto que le asignaban los contemporáneos que lo trataron, así como la conversación diversa e interesante que varios de ellos ponen de manifiesto, tiene mucho que ver con tales lecturas. Ya retirado en Francia, tras una operación de cataratas que no obtuvo mejoría, registramos uno de los pocos lamentos a nivel personal de que tenemos noticia: el no poder leer por sí mismo.

En ese sentido, entendía que la lectura era el camino a la ilustración, llave no sólo de la libertad sino también, en un sentido mucho más profundo y que cualquier lector consumado sabrá entender, de la felicidad en la propia vida. Es así que en una misiva al Cabildo de Santiago de Chile, con fecha 17 de marzo de 1817 afirma que: “La ilustración y el fomento de las letras es la llave maestra que abre las puertas de la abundancia y hace felices a los pueblos”, por lo que: “Deseo que todos se ilustren en los sagrados derechos que forman la esencia de los hombres libres”.

Es por ello que donó, a ese mismo Cabildo, los 10.000 pesos oro que le había entregado el Cabildo para gastos de viaje a Buenos Aires, luego de la victoria de Chacabuco, para la creación de una biblioteca nacional en esa ciudad. También donó al efecto unos cuatrocientos libros de su patrimonio.

Algo después, ya “Protector del Perú”, por decreto del 14 de setiembre de 1822, funda la Biblioteca Nacional del Perú en Lima, en razón de que, como dictó en los considerandos del antedicho decreto, “A los progresos del espíritu, se debe la conservación de los derechos de los pueblos”. Como puede verse, esa tríada lectura-felicidad-libertad, permanecía incólume en su ideario.

A los efectos de dotarla, dispone traspasar a ella, “todos los libros útiles que se encuentren en cualquier establecimiento público”. Los impresores de Lima debían, además, pasar a ella dos colecciones de los “papeles públicos” (obras de interés general) que editaran a partir de ese día.

La importancia que daba al acto se pone de manifiesto en la minuciosa organización del ente: lo dotó de recursos, aplicando para ella los fondos provenientes de los censos y obras pías. Redactó de su puño y letra el decreto en el cual se reglamentaba el funcionamiento de la institución, y que, fue el que la rigió por muchísimos años. A su Director le otorgó jerarquía de ministro de Estado, estableció sueldos importantes para los dos bibliotecarios que lo secundaban y diseñó un completo plantel por debajo de ellos que incluía personal de conservadores, oficiales y amanuenses encargados de los ficheros.

A todo lo hecho, ya de por sí impresionante, le agregó un detalle personal: donar a ella la mayor parte de su biblioteca personal, compuesta por unos seiscientos volúmenes que él solía llamar su «librería». Inventariados por él mismo y que había llevado en los barcos de la expedición libertadora al Perú.

Respecto a ella, digamos que cuando San Martín llegó de España a Buenos Aires, la mayor parte de su equipaje consistía en los varios cajones en que traía sus libros. Los mismos, alrededor de un millar, trataban de arte, historia, literatura (narrativa, poesía y teatro), ciencias y crónica de viajes. No pocos de ellos en francés, alguno en portugués y, por supuesto, en español.

Dicha “librería” la conservó durante su tiempo en Buenos Aires, para luego trasladarla a Mendoza cuando se hizo cargo del gobierno de Cuyo.

En el viaje a Córdoba de 1816, donde se reuniría con el Director Supremo Pueyrredón, bajado desde Tucumán luego de la declaración de independencia, en una tertulia se interesó por reeditar los “Comentarios” del Inca Garcilazo. Una obra a la que alabó, al tiempo que censuraba el despotismo de las autoridades españolas que habían prohibido su lectura. Propuso abrir una suscripción pública con el objetivo de reimprimirla, generando el interés colectivo. Se llegó, incluso a designar al doctor José de Izasa para presidir la suscripción y al doctor Bernardo Bustamante para revisar la edición de la obra, la que se pensó hacer en Londres, por carecer de imprenta Córdoba como si la había tenido en otros tiempos.

Con todo dispuesto para efectuar el cruce de los Andes, el 15 de diciembre de 1816, solicitó al Gobierno en Buenos Aires que le proporcionara varios ejemplares de la obra de Tomás Paine “Historia de la Revolución de Estados Unidos e Independencia de la Costa Firme”, con el propósito de difundirla en Chile. Juan Martín de Pueyrredón adquirió y le remitió al efecto doce ejemplares de una edición de Filadelfia de 1811, traducida del inglés por Manuel García de Sena.

Al cruzar los Andes, junto a su ejército, también por los angostos caminos de cornisa de la cordillera en las alforjas de varias mulas fueron sus libros, acondicionados al efecto.

A la vuelta de Chile, terminada su gesta emancipadora y próximo a partir a Buenos Aires, una ciudad de opinión adversa a su persona, dona setecientos volúmenes para la Biblioteca de la ciudad por testamento firmado ante el Escribano del Cabildo mendocino, Cristóbal Barcala, el 23 de octubre de 1818.

Entendemos, por todo lo dicho, de estricta justicia rescatar esta faceta del prócer. Y, por lo mismo, más que justo que muchas bibliotecas públicas de nuestro país y en otras partes, lleven el nombre del General San Martín.

INVENTARIO DE LOS LIBROS DE JOSÉ DE SAN MARTIN

Por Enrique Walter Philippeaux

ARTE

“Encyclopédie de Beaux Arts”: 4 tomos en rústica; “Encyclopédie de manufacture et arts”. tomo 2º; “Encyclopédie Du Dictionnaire de Beaux-Arts”, en rústica; “Introducción al estudio de las bellas artes”, 1 tomo, en pasta.

Cajón Nº 5. “Vitrubio”, 1 tomo de Arquitectura, en folio en pasta.

Cajón Nº 6. “Le Dictonnaire des Arts et des Sciences”, 2 tomos en pasta; “Dictonnaire de Musique”, 1 tomo en pasta.

HISTORIA

Cajón Nº 1. “Memoria de la guerra de los franceses en España”, 1 tomo (en francés); “Revolución francesa”, 3 tomos en rústica (en francés); “Ensayo histórico”, Funes, 3 tomos en rústica; “Histoire du Directoire, 2 tomos; “Documentos interesantes relativos a Caracas”, 1 tomo.
Cajón Nº 2. “Histoire de Jeanne d’Arc”, 4 tomos, rústica; “Del Congreso de Viena”, 2 tomos en rústica; “Vida de José II, emperador de Alemania”, 1 tomo, rústica; “Relation de la dernière campagne de Bonaparte”, 1 tomo;

Cajón Nº 3. “Proceso de Luis XVI”, 9 tomos en rústica (en francés); “Obras de Federico II”, tomos 6º al 15º (en- francés); “Historia de la revolución de Francia”, 3 tomos (en francés); “Vie du maréchal Ney“, 2 tomos; “Historia de la embajada del Gran Duque de Varsovia”, 1 tomo (en francés); “Histoire du prince Eugene de Savoie, 5 tomos

Cajón Nº 5. “Memoire pour servir a l’histoire de la Revolution d’Espagne”, 4 tomos; “Affaires de l’Inde”, 2 tomos; “Relation de la campagne de Russie”, 1 tomo en rùstica.
Cajón Nº 6. “Diccionario de América”, 5 tomos, en pasta; “Dictonnaire historique de Moreri, 5 tomos, en folio.
Cajón Nº 7. “Monarquía Indiana”, de Torquemada, 3 tomos, en pasta; “Década de Indiana”, de Herrera, 8 tomos en 4 volúmenes, en pasta

Cajón Nº 8.; “L’Histoire du regne de l’Empereur Charles-Quint“, 2 tomos; “Description historique de l’ile de Sainte-Hélène”, 1 tomo; “Revolution de Francia”, 4 tomos, en pasta (en portugués).
Cajón Nº 9. “Revolution de Amérique”, 2 tomos, en pasta; “Vida de Richelieu, 3 tomos; “Richelieu”, 5 tomos; “Mémoires du jacobinismo”, 5 tomos en pasta.
Cajón Nº 10. “Les histoire de Salluste”, 1 tomo, en pasta; “Historia de las naciones del río Orinoco”, 2 tomos; “Historia romana”, 12 tomos, menos los números 3, 10, 11 y 12 (en francés).

Cajón Nº 11. “Ensayo histórico”, de Funes, 1 tomo

LITERATURA y VIAJES

Cajón Nº 1. Voyage au Nou veau-Mexique”, 2 tomos en rústica; La Jérusalem délivrée”, 2 tomos en rústica; “Oeuvres de Bernard”, 4 tomos, en pasta.
Cajón Nº 2. De la literatura, 2 tomos (en francés); Comedias de Calderón de la Barca”, 1 tomo, en pergamino.

Cajón Nº 3. “Voyage du jeune Anarcharsis en Grece”, 7 tomos; “Voyage dans les parties sud de l’ Amérique septentrionale”, 2 tomos.
Cajón Nº4. “Emile ou de Education”, J. J. Rousseau, 4 tomos; “Voyage autour du monde”, 2 tomos en pasta.

Cajón N° 5. “Les Voyageurs modernes”, 4 tomos en pasta.
Cajón Nº 6. “Voyage aux Antilles et a l’Amérique méridionale”, 2 tomos; “Voyage a la mer du Sud”, 1 tomo en pasta.

Cajón Nº 7.”El Arte de escribir”, por Torio, 1 tomo, en pasta; “Cartas de Abelardo y Eloísa”, 1 tomo a la rústica; Recueil de poesies”, 1 tomo en rústica (en francés).

Cajón Nº 8. Obras de Quevedo”, 6 tomos, en pasta; Theatre de Voltaire”, 9 tomos, en pasta.

NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres es Abogado (U.N.C.). Doctor en Ciencias Jurídicas (U.C.A.). Docente universitario de grado y postgrado. Miembro de la Comisión Redactora de Foro de Córdoba. Miembro del Col.lectiu per la Investigació del Dret Pràctic (Valencia, España). Miembro del Instituto de Derecho Administrativo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba. Secretario Académico de la Sala de Bioética del Instituto de Estudios Jurídicos del Colegio de Abogados de Córdoba. Miembro del Instituto de Historia del Derecho y de las Ideas Políticas Roberto Peña de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales. Director del Taller de Procedimiento Administrativo de la Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados de Córdoba (2009-2013). Ha escrito 23 libros jurídicos sobre distintas temáticas del derecho administrativo, tributario y procesal civil y comercial así como numerosos artículos en las revistas de la especialidad. Mención Especial premio “Joven Jurista 2001” de la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba. Premio "Diez Jóvenes Sobresalientes del año” de la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). Distinción “Reconocimiento docente”, E.S.G.A, 2005. Reconocimiento al desempeño y dedicación, Escuela de Práctica Jurídica del Colegio de Abogados de Córdoba, 2013.

Es autor de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019) y Germánicus. El corazón de la espada (2020). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires

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