Volando al ras del agua

 






Por Luis Carranza Torres

Durante la guerra de Malvinas la aviación argentina, tanto de la Fuerza Aérea como de la Aviación Naval sorprendieron al mundo, llevando adelante arriesgados ataques contra la flota británica. La tercera del mundo en tamaño y a la cabeza de la tecnología naval de la época. 

La puesta en servicio del sistema exocet, el hundimiento de destructor Sheffield, el ataque al portaviones Invencible, el “callejón de las bombas” en el estrecho de San Carlos durante el primer desembarco inglés, la derrota de las fuerzas británicas del 1º de mayo y el llamado “día más negro de la flota” del 8 de junio de 1982 son algunos de los hitos de la campaña aérea durante la Guerra del Atlántico Sur.   

Se hundieron o averiaron un número significativo de buques de la flota invasora.  No se contó para ello con medios aéreos modernos, a excepción del Super Etendart, pero la formación de los pilotos era excelente y eso consiguió sacar el máximo partido de aviones no tan modernos. 

Ello, sumado al patriotismo y el grado de convencimiento en la crucial importancia de lo que llevaban a cabo, hizo que se lograran vuelos de combate en condiciones casi imposibles. 

Uno de los aspectos, frente a las cerradas defensas antiaéreas de la flota inglesa, del que se hizo uso fue el volar al ras del mar para evitar la detección de los radares. Es así que el ataque sobre los mismos buques a muy baja altura, fue una de las cuestiones que sorprendió a todos durante la guerra. 

“El vuelo rasante y al límite de la capacidad de combustible, la falta de experiencia en conflictos aeronavales, el equipamiento desactualizado y «poner la bomba con la mano» sobre el objetivo, expusieron a los pilotos al fuego aéreo y naval de la Task Force produciendo numerosas bajas”, al decir de Rosana Guber. 

Nada de lo cual disminuyó el ímpetu bélico de los aviadores argentinos, tal como se reconoció por sus propios adversarios: “Que los argentinos siguieran volando del todo cuando estaban teniendo tantas pérdidas (51 aviones en los primeros cinco días) fue valiente y merece nuestro profundo respeto”, expresó el capitán de la fragata HMS Argonaut C.H.Layman en un artículo publicado poco después del conflicto.

Para el almirante Woodward, jefe de la fuerza de tareas británica, según comenta en sus memorias sobre la guerra, la batalla aeronaval contra la Argentina fue “una de las más terribles. Y los argentinos podrían haberla ganado”,[p.196] incluso afirmó que en partes del enfrentamiento entre la flota británica y la aviación argentina ésta última “iba ganando”[p. 272] y que “la Royal Navy no había vivido un conflicto en el agua de esta magnitud desde la Segunda Guerra Mundial”[ p. 21].

Sería imposible de reseñar aquí todas las misiones aéreas en que se empleó dicha técnica, ya que fueron casi la totalidad de las cumplidas durante la batalla aérea. Por eso, preferimos con respaldo de imágenes inglesas, mostrar lo bajo y arriesgado de tales vuelos. 

Por algo dicen que una imagen vale por mil palabras. La siguiente foto, sacada por el radio operador ingles Simón Riley, perteneciente a la Royal Navy el 8 de junio de 1982 durante el ataque de un Avión Caza Mirage Dagger de la Fuerza Aérea Argentina Fragata HMS Plymouth, ilustra respecto de las altura y el paso sobre los mismos buques ingleses.  



Quizás el más impresionante registro fotográfico de ese tipo de ataques sea el tomado por uno de los tripulantes británicos de la HMS Broadsword mientras eran atacados por dos aviones A4-B, piloteados por el del capitán Pablo Carballo (izquierda) y el alférez Carlos Rinke (derecha), que casi al ras del mar  esquivan la copiosa lluvia de proyectiles de diverso tipo disparados desde la nave. 



"Era como tratar de atacar con una piedra a una persona que tiene un revolver" diría en una entrevista luego de la guerra, uno de los protagonistas de la foto, Carlos Rinke por entonces de solo 26 años. “No teníamos radares que nos dijeran dónde estaban los aviones enemigos. No teníamos ninguna defensa aire-aire, ningún misil contra los (aviones británicos) Sea Harrier", expresó, y respecto del ataque que refleja la foto dijo: "Con Carballo estuve en el ataque a la 'Broadsward' y al 'Coventry'. Fue a mar abierto". A resultas de tal ataque, el Coventry se hundiría y el Broadsward quedaría averiado. 

Dicha incursión aérea que terminó en el hundimiento del HMS Coventry, uno de los hitos argentinos del conflicto, luego de partir de Río Gallegos, un escuadrón de cuatro aviones, para evitar ser detectados por los radares de la defensa británica, ya a 200 kilómetros del objetivo, las aeronaves argentinas iniciaron el vuelo al ras del mar. Algo por demás habitual durante la guerra.

“Era tan obsoleta nuestra tecnología que no teníamos ni siquiera un radioaltímetro, algo esencial para saber a qué altura estábamos volando sobre el mar. Volábamos bien al ras porque era lo único que nos mantenía a salvo, para que no nos detectaran los radares ingleses. Volábamos tan bajo, a veces a 2 o 3 metros del agua, que levantábamos las olas, veíamos la estela que íbamos dejando”, contaría en una entrevista luego de la guerra, uno de los protagonistas de ese ataque, el por entonces alférez Jorge Barrionuevo, otro de los participantes en el ataque.

“Las bombas las tiramos a 300 metros de distancia del Coventry, pensá que nosotros volábamos a 300 metros por segundo, entonces el tiro era una cuestión sumamente técnica, de calcular velocidad, ángulo, altura –-casi nula--, etc. Veníamos volando tan bajo que para tirar las bombas y no chocarnos con la cubierta, que estará a 8 o 10 metros de altura, tuvimos que levantar vuelo, imaginate”, expresó asimismo en tal entrevista.


Se trataba de algo que no solo llevaban a cabo los aviones de combate. El autor fue testigo de un diálogo entre un piloto de C 130 Hércules argentino y uno británico. Cuando hablaban de cómo se aterrizaba en la pista de Puerto Argentino, el inglés, miembro de la Real Fuerza Aérea, miró con extrañeza a su homólogo de la Fuerza Aérea Argentina cuando expresó que debían ganar altitud para llevarlo a cabo, por venir al ras del mar. Aunque la charla era en un inglés fluido pensó que se trataba de un tema de traducción. Cuando se le aclaró que era precisamente así, que elevaban el Hércules para aterrizar, no podía terminar de creerlo. 

Tal destreza y arrojo llevaría a uno de los ases de la Segunda Guerra Mundial, el francés Pierre Clostermann, a expresarles en una carta: 

A vosotros, jóvenes argentinos compañeros pilotos de combate quisiera expresaros toda mi admiración. A la electrónica más perfeccionada, a los misiles antiaéreos, a los objetivos más peligrosos que existen, es decir los buques, hiciste frente con éxito.

A pesar de las condiciones atmosféricas más terribles que puedan encontrarse en el planeta, con una reserva de apenas pocos minutos de combustible en los tanques de nafta, al límite extremo de vuestros aparatos, habéis partido en medio de la tempestad en vuestros “Mirage”, vuestros “Etendard”, vuestros “A-4″, vuestros “Pucará” con escarapelas azules y blancas.

A pesar de los dispositivos de defensa antiaérea y del los SAM de buques de guerra poderosos, alertados con mucha anticipación por los “AWACS” y los satélites norteamericanos, habéis arremetido sin vacilar.

Nunca en la historia de las guerras desde 1914, tuvieron aviadores que afrontar una conjunción tan terrorífica de obstáculos mortales, ni aun los de la RAF sobre Londres en 1940 o los de la Luftwaffe en 1945.

 Vuestro valor ha deslumbrado no sólo al pueblo argentino sino que somos muchos los que en el mundo estamos orgullosos que seáis nuestros hermanos pilotos.

A los padres y a las madres, a los hermanos y a las hermanas, a las esposas y a los hijos de los pilotos argentinos que fueron a la muerte con el coraje más fantástico y más asombroso, les digo que ellos honran a la Argentina y al mundo latino.

 ¡Ay!: la verdad vale únicamente por la sangre derramada y el mundo cree solamente en las causas cuyos testigos se hacen matar por ella.

Compartía, como muchos otros a lo largo del mundo, que tales acciones aéreas se trataban de actos heroicos de un conflicto que fue pródigo en ellos. 

Fuentes

Héroe de Malvinas: “Volábamos tan al ras del mar que levantábamos las olas”, nota en La Nueva del 13 de octubre de 2019.

https://www.lanueva.com/nota/2019-10-13-6-30-6-heroe-de-malvinas-volabamos-tan-al-ras-del-mar-que-levantabamos-las-olas, nota en La Nueva del 13 de octubre de 2019.

“La hazaña militar de los pilotos argentinos en Malvinas”, nota en Perfil del 29 de marzo de 2012.

Guber, Rosana “Bautismo de fuego y gracia de Dios. Las bellas memorias aeronáuticas de la guerra de Malvinas”, en Tabula Rasa Nº 6, Bogotá Enero/Junio 2007.

Layman, C.H. "Duty in Bomb Alley", Proceedings Vol 109, 1983, US Naval Institute;35-40. 

Woodward, S. (1992). Los cien días. Las memorias del Comandante de la Flota Británica durante la Guerra de Malvinas. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.


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