La épica del ARA San Luis
Por Luis Carranza Torres
Debajo de las aguas del Atlántico
Sur se libró, durante el conflicto de 1982, una batalla invisible y desigual,
en la que un submarino argentino puso en jaque en repetidas oportunidades a la flota
británica, por aquel tiempo, la marina con mayor especialización antisubmarina
del mundo.
Ese buque no era otro que el
submarino oceánico Clase 209-1200, de
propulsión diesel-eléctrico ARA San Luis (S-32, en la nomenclatura de
Había sido botado el 3 de abril de
1973, siendo su madrina, la esposa del gobernador de la provincia de San Luis, nombre
elegido de acuerdo a las normas de
Bajo el comando del Capitán de
Fragata Fernando Azcueta, zarpó de
Décadas después de
aquellas acciones, la verdad de lo ocurrido
sigue fragmentada en distintas piezas de información de un rompecabezas
que no termina de ser armado, principalmente por la confidencialidad impuesta
por los británicos a sus acciones.
En poco más de un mes, y no obstante
operar con solo tres de sus cuatro motores diesel, burla el cerco antisubmarino
inglés en tres oportunidades, realiza otros tantos ataques y, principalmente,
escapa de la permanente cacería en su contra, a que se hallaba sometido de
parte de la flota invasora británica, para cuyo jefe el Almirante John Foster
"Sandy" Woodward, el hundirlo se convirtió en obsesión primero, y
frustración después. Quizás, por ser él mismo, también un oficial de
submarinos.
El 1º de mayo, se
produce el primero de los encuentros. Woodward, había puesto a su flota en
alerta antisubmarina, además de destacar un grupo de tres buques y varios
helicópteros antisubmarinos a salir cazar al San Luis, luego que la
inteligencia naval británica, la informara que había interceptado y descifrado
un mensaje dirigido desde Comando de submarinos argentino a la nave que se
encontraba operando en la zona.
El San Luis consiguió no ser
detectado por sus perseguidores, colocarse en posición de disparo y lanzar uno
de sus torpedos contra uno de los buques. Como su computadora de control de
tiro operaba en forma defectuosa, la tripulación tuvo que realizar para ello
manualmente los cálculos necesarios para efectuar tal disparo, a sólo unas
El cable que proporcionaba la guía
al torpedo se cortó y no llegó a su blanco. Los ingleses detectaron la
aproximación del torpedo y lanzaron todo cuando tenían, como un enjambre de
avispas furiosas sobre el San Luis. El cabo de una infructuosa cacería de más
de 20 horas, un oficial inglés participante dijo: “Si no los hemos hundido, han
muerto asfixiados”.
Ni lo uno ni lo otro. El submarino
había debido sumergirse hasta posarse en el fondo, sin poder recambiar el aire
para respirar, pero seguían en la batalla, y acechando a la flota. Estar casi
un día respirando un aire totalmente enrarecido, con infinitamente más dióxido
de carbono que oxígeno, y seguir en tales condiciones, operando con éxito,
calma y profesionalidad en sus puestos de combate, es el dato que más
acabadamente muestra de qué clase era la tripulación del submarino.
Cerca de las 19 horas del 8 de mayo,
en las pantallas de la sala de control del San Luis se observó un
desplazamiento “inteligente” (que no corresponde a un cetáceo) debajo del agua,
a una velocidad de
A tales alturas, el San Luis tenía
insomne a la flota inglesa casi a pleno, empezando por su propio comandante. En
Londres se compartía el desasosiego, al punto de enviarse espías por parte del
servicio de inteligencia británica a los astilleros astilleros alemanes en
donde había sido diseñado, para logar algún tipo de dato técnico que pudiera
ayudar a su eliminación.
En la noche del 10 de mayo, el San
Luis sorprendió a dos buques enemigos en la boca norte del estrecho de San
Carlos. A la 1.30 del 11 de mayo se había colocado en posisión de tiro,
disparando manualmente (la computadora de tira estaba fuera de servicio) dos
torpedos SST-
Necesitado de combustible y víveres,
así como para intentar reparar el sistema de disparo de los torpedos, a fines
de mayo de 1982 el submarino regresa a su base, luego de 39 días de patrulla y
864 horas de inmersión (equivalentes a 36 días). Se lo reaprovisiona y repara a
máxima velocidad, para volver al teatro de operaciones, pero las hostilidades
del conflicto terminan antes que terminara de estar alistado.
Luego de la guerra, el almirante
Woodward fue hecho “sir” por la reina y su nueva asignación fue como Comandante
de
Condecorado su pabellón con la
medalla “Honor al valor en combate”, el San Luis fue declarado en desuso por
Artículo publicado en el diario La Voz del Interior en mayo de 2008.
Para leer más del tema:
Aquel primer viernes de abril de 1982