El ostracismo de Jeremy Moore
Por Luis Carranza Torres
No siempre se tiene un buen recibimiento a la vuelta de una guerra. Y esto vale no sólo para los vencidos sino que también incluye a los vencedores. Incluso, a los generales supuestamente victoriosos.
De los tres generales británicos que dirigieron las operaciones en tierra, dos fueron pasados a retiro, luego del conflicto, a causa de su mal manejo de la situación bélica. No se salvó del ostracismo ni el propio comandante supremo de las fuerzas de tierra británicas enviadas a Malvinas, el mayor general de los royal marines, John Jeremy Moore, quien tuvo -luego del conflicto, previo los mínimos y estrictos honores de ley (sólo lo hicieron caballero comandante de la Orden del Baño, la que ya había recibido en 1973)- una muy rápida y discreta salida del servicio en 1983.
El gobierno de Margaret Thatcher nunca le perdonó los contratiempos de la campaña, que no fueron pocos para los ingleses. También se lo responsabilizó por el desastre de Bahía Agradable, un desembarco cerca de Puerto Argentino que terminó con dos barcos fuera de servicio y cuantiosas pérdidas humanas y materiales, por los ataques de la Fuerza Aérea Argentina. Tampoco lo ayudó que enviara a Londres lo que él denominaba daily rubbish, la basura o porquería diaria – en términos llanos-. Se trataba de mensajes de estilo coloquial, llenos de optimismo, hasta el límite de la misma veracidad, que disimulaban que no podía obtener esa victoria grandiosa y rápida que le exigían, con la que los argentinos se negaban encarnizadamente a cooperar, aferrándose a cada palmo del terreno.
Sin embargo, lo que selló su suerte fue el desobedecer la orden de exigir una rendición incondicional a los argentinos. Moore expresó -luego de finalizado el conflicto- que lo intranquilizaba sobremanera la posibilidad de que se reanudaran los combates. Es que si bien los argentinos se habían retirado de las alturas que dominaban la capital, los británicos estaban igualmente exhaustos y faltos de munición. Por eso no objetó que se eliminara el término «incondicional» del acta de rendición.
En una nota que Ana Barón le realizó poco antes del primer aniversario de la guerra, para la revista Gente, se expresaba: “Hoy Jeremy Moore ya no es más general. Este hombre ha pasado a ser uno de los aproximadamente cuatro millones de desocupados que existen en Gran Bretaña. Su pensión es de 1.500 dólares al mes, es decir la mitad del sueldo que ganaba cuando todavía estaba en servicio. Evidentemente, esa suma no le alcanza para pagar los estudios de sus tres hijos: por el momento se las arregla haciendo programas para la televisión sobre la guerra. Pero sabe que ésa no es una solución. A los cincuenta y cuatro años de edad, nadie se resigna a quedar sin trabajo, mucho menos alguien que ha tenido una vida tan agitada como la del general Moore”.
En dicha entrevista -concretada a pesar de los obstáculos del Ministerio de Defensa inglés, que dijo ignorar dónde residía Moore- éste declaró con tono de arrepentimiento: “Siento mucha tristeza al pensar que tuvimos que padecer una guerra sólo porque hubo personas con poder político que no supieron solucionar el problema por medios pacíficos”.
Nunca quiso escribir un libro respecto de la guerra, y entretenía sus tiempos muertos siendo encargado (churchwarden) de la iglesia de Wiltshire, donde vivía, hasta su muerte el sábado 15 de setiembre de 2007.
Recién el lunes 17 el Times publicó su obituario. Obviamente, se exaltaba su figura como líder militar. Una reseña hecha en términos muy profesionales… y sólo eso.
En el mismo diario, el obituario por la muerte de Galtieri, ocurrida el 12 de enero de 2003, no sólo salió al día siguiente del suceso sino que tenía el doble de extensión que la correspondiente a Moore.
Los diarios The Guardian y The Daily Telegraph publicaron la noticia al día siguiente. En el primero, apareció tan sólo en la página 42 de su sección central, y en la web del Telegraph la noticia no tuvo ni un solo comentario. Por su parte, el diario The Independent recién el 26 de septiembre informó sobre su desaparición.
El Ministerio de Defensa Británico, consultado por la agencia noticiosa AFP, dijo que “no se quiso hacer ningún comentario sobre el fallecimiento”, aduciendo que “ya no se hallaba en servicio activo”.
Se trataba de un pieza abandonada, descartada de una partida de ajedrez ya jugada hacía muchísimo tiempo.
Artículo publicado en el diario Comercio y Justicia el día 3 de agosto de 2012 con motivo de los 30 años del conflicto.
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