El Cristo Velado y sus secretos

 



Por Luis Carranza Torres

Se trata del Cristo Velado, la representación del Cristo que yace sobre el sepulcro, una vez ha sido descendido de la Cruz. Una de las más clásicas del arte cristiano, pero que pocas obras han  logrado captar el momento como la escultura de Giuseppe Sanmartino. 

Las dimensiones de la escultura son 50×80×180 cm, siendo llevada a cabo en 1753. Fue el primer encargo importante del artista y el éxito de la estatua lo llevó a la fama como escultor. 

Se trata de un Cristo yacente de tamaño natural, recostado sobre un túmulo funerario oscuro que resalta la claridad del mármol. Dos almohadones elevan la efigie de Cristo, cuyo rostro se halla vuelto a la derecha. La desnudez de la figura se difumina por el velo que cubre completamente el cuerpo, pero no lo oculta. Se trata de la clásica de la técnica escultórica de los paños mojados, que ya Fidas utilizó  en el Partenón. Merced a tal empleo, se visualiza prácticamente todo el cuerpo, y en particular al detalle el rostro. 

 A los pies de la figura podemos apreciar el "Arma Christi" o instrumentos de la Pasión, objetos asociados a la Pasión de Cristo en el simbolismo católico medieval: la corona de espinas, las pinzas y los clavos.

A la par del clasicismo, hay en la figura detalles del barroco: el efectismo, la espectacularidad y la emocionalidad, con influencias berninescas, donde se busca esencialmente conmover al observador. Un punto central de ello es la sensación translúcida del velo, una de las mejores elaboraciones en la materia. 

La obra fue en principio encargada a Antonio Corradini, quien llevó a cabo el boceto original en terracota. No era una elección al azar. Se trataba de uno de los artistas más descollantes de la escultura italiana del neoclasicismo que se destacaba por la depurada y exquisita técnica de sus figuras veladas, un concepto inventado por él que requería una maestría de técnica y genio muy especial para conseguir que una piedra como el mármol presentara a la vista la textura de la seda.

Su repentino fallecimiento obligó a buscar nuevo artista, el cual se halló en Giuseppe Sanmartino, uno de los más grandes escultores de la Italia del Settecento.

La ejecución de la obra , fue encargada siguiendo escrupuloso detalle en el contrato. Es que su comitente, el Raimondo di Sangro, VII Príncipe de Sansevero, era una persona de involucrarse bastante en el arte que encargaba, especificando de palabra escrita e incluso con dibujos, los pormenores de sus obras. 

Se le encargó al escultor: "una estatua en mármol esculpido, de tamaño natural, que represente a nuestro Señor Jesucristo muerto, cubierto de un sudario transparente tallado en el mismo bloque que la estatua".

Se estableció asimismo que debía llevarse a cabo en un solo bloque de mármol y estar cubierta por un velo uniforme. El depósito para su realización fue de cincuenta ducados a favor del artista. Terminó costando diez veces más: quinientos ducados, una pequeña fortuna por la época.

Se halla en la Capilla de Sansevero, ubicada en la ciudad de Nápoles. El templo tiene tres niveles: uno por debajo del suelo, constituido por la  cámara subterránea, la capilla y una zona superior, en una analogía de la Muerte, la Vida y el Paraíso. 

Inicialmente, la intención del Príncipe comitente fue que la escultura se ubicara en la cámara subterránea, como su elemento central, iluminado por lámparas perpetuas de su invención.

Sin embargo se actualmente en el centro de la nave de la capilla, sin saberse si alguna vez se emplazó en tal sitio. 


La espectacularidad del velo de la figura ha dado motivo a más de una controversia. Se pensó por mucho tiempo que no era realmente mármol, sino el resultado de una proceso de calcificación hecho en una tela, que se denominó "marmorizzazione". Conforme las habladurías, ese proceso era mantenido en secreto y tenía un origen alquímico por su supuesto creados, el propio Raimondo di Sangro. 

Más allá de la polémica, al presente no se halla en entredicho que el material del velo sea otro que el mármol. 



Resulta el elemento central y el más admirado de la Capilla de Sansevero, una capilla del siglo XVI en donde no falta una colección ecléctica de arte sacro italiano, exhibiéndose a la par de esculturas, frescos, solería de mármol y obras de arte de anatomía. 

Un marco diverso, pero excelso, para acompañar a una de las mayores esculturas de la historia del arte. 


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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  


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