Esos bellos y tan verdes ojos tristes

 




 

Por Luis R. Carranza Torres

 

            En junio de 1984, en el campo de refugiados de Nasir Bagh, en Pakistán, Steve McCurry toma el retrato de una joven afgana. El encuentro de ambos sólo dura tan sólo un cuarto de hora, apenas el tiempo para tomar la foto; no le pide su nombre, pero si apunta su edad: doce años.

            Un bombardeo soviético a su pueblo, la había convertido en huérfana y le obligó a irse de su país para escapar de la guerra, y ser una refugiada en Pakistán.

La verde mirada de esa niña, expresiva como pocas de la impotencia e indefensión de un ser humano común, que se ha cruzado con un tablero de ajedrez de poderosos, fue publicada en la portada de la revista National Geographic de junio de 1985, la que se convirtió en una de las tapas más famosas de la historia de la revista.

Todavía, por ese entonces, existía la Unión Soviética y sobre los tableros geoestratégicos del poder moscovita, se buscaba extenderse hacia el sur del Asia Central, buscando una salida al Índico, y de paso, hacerse con los inmensos recursos naturales del país.

La  Invasión  soviética  de  Afganistán,  también  conocida  como  guerra  Afgano-Soviética, comenzó el 27 de diciembre de 1979 con la llamada Operación Tormenta-333, por la que un grupo de unidades conjunto de la KGB, tropas paracaidistas, y fuerzas especiales del Spetsnaz, tomaron puntos clave de la capital, asaltando por sorpresa el Palacio de gobierno, matando al presidente Hafizullah Amin y a su unidad especial de custodia de 300 hombres.

El presidente Hafizullah Amin no sólo era comunista, sino que dirigía un gobierno pro soviético en Afganistán. Pero en el Kremlin le habían perdido la fe en su capacidad de poner en caja a los mujaidines que desde las montañas le querían tirar abajo toda la estantería de su poder.

Días antes, el 13 de diciembre, la KGB vía un agente infiltrado (de nombre clave “Samir”) había intentado matarlo envenenándole la comida. El asunto salió mal y terminaron emponzoñando a la persona equivocada. En virtud de tales resultados, es que desde el politburó decidieron dejar de lado todo disimulo, y cesar definitivamente en su empleo a Hafizullah por el viejo método stalinista, invadiéndole el país.

Comenzaba de tal forma, un conflicto de nueve años, que se convertiría en el Vietnam de la URSS, y un empujón más a su disolución, que ha dejado profundas huellas de decepción y dolor, aun en la sociedad rusa del presente.

Tanto Estados Unidos como China, aprovecharon la volada para devolver gentilezas, armando a los opositores. El cada vez mayor vigor de los rebeldes y el advenimiento de la Perestroika llevaron a Gorbachov a ordenar el retiro de las tropas soviéticas. A principio de 1989, se retiraron los últimos soldados del ejército rojo.

En tanto, la imagen de la niña afgana tomó vida propia, y fue reproducida en innumerables publicaciones, convirtiéndose en un símbolo de esas víctimas inocentes que todo lo pierden en las guerras, donde sea que éstas ocurran y cualquiera sea el bando que les de inicio, el motivo o el nombre que tengan.

Steve McCurry, a diferencia de otros, no se desentendió de la persona que retrató, y comenzó su búsqueda, para saber qué había sido de ella. Dieciocho años durarán sus indagaciones, salpicadas de datos falsos y rumores tan inverosímiles algunos, como que la niña era en realidad una modelo, que se había convertido en profesora de inglés de la familia de Ben Laden, o era agente de la CIA.

            En enero de 2002, y esta vez siendo el país invadido por una coalición internacional dirigida por Estados Unidos, se pudo dar al fin con ella. La niña era ahora una mujer de 30 años. Su nombre era Sharbat Gula (en pashto: شربت گلا) y había regresado a Afganistán en 1992, tres años después de la retirada soviética. Se había casado con Rahmat Gul, un año después de la primera fotografía que le habían tomado en su vida, y que la hizo famosa en el mundo entero. Vivía en una aldea remota de Afganistán, en la tradicional forma de vida pastún, y era madre de tres hijas: Robina, Zahida, y Alia. 

Nadie la había vuelto a fotografiar hasta que se reencontró con McCurry y no sabía que su cara se había hecho famosa. Su identidad fue confirmada al 99,9% mediante una tecnología de reconocimiento facial del FBI, en la cual fue la prueba determinante, como no podía ser de otra forma, la comparación de los iris de ambas fotografías.

Su historia fue contada en la edición de marzo de 2003 de la revista National Geographic y en un documental para televisión titulado Niña desaparecida: misterio resuelto, producido por National Geographic Television & Film's Explorer.

Pese a las marcas de la adversidad en su rostro, el poder de conmover de sus ojos verdes estaba intacto. Prueba de ello es que la National Geographic Society, entidad científica editora de la revista que la había hecho una celebridad mundial, creó en su honor un fondo especial de ayuda al desarrollo y creación de oportunidades educativas para las niñas y mujeres afganas.

Si también dicha Society le abonó a Sharbat, el dinero que bajo las leyes estadounidenses de Copyright, lugar en que se publicó inicialmente la fotografía, le correspondía por la difusión universal de su retrato, es un asunto del que no se ha encontrado noticia alguna.


Publicado en el suplemento Temas del diario La Voz del Interior del domingo 9 de agosto de 2009.


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 NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019) y Germánicus. El corazón de la espada (2020). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.







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