La artista oficial (británica) de la guerra

 


 


Linda Kitson en la época de la guerra

Por Luis Carranza Torres

Toda guerra, todo conflicto humano tiene su correlato en el arte. Es más que entendible. Un enfrentamiento bélico es heroísmo y cobardía, fracasos y hazañas. Por eso es poco menos que imposible que esa dimensión creadora que el ser humano trae ínsita en sí, no quiera expresar ese cúmulo de sentimientos intensos que deja en todos tal hecho del hombre.

Malvinas no fue la excepción a ello. Y tanto del bando argentino como del británico, múltiples artistas dedicaron una pluralidad de sus obras al tópico.

Por la parte inglesa, destacó Linda Kitson.  Ella fue “comisionada” (commissioned, nombrada) por el "Artistic Records Committee" del Imperial War Museum como la artista oficial de la guerra (official war artist) del Grupo de Tareas formado para la invasión de las Malvinas.

Tal comité de registros artísticos había sido establecido dentro del museo en 1972 a fin de poder cubrir la necesidad de poder contar para el futuro con registros artísticos respecto de la participación en conflictos de las fuerzas británicas.

Nacida el 17 de febrero de 1945, en el final de otra guerra, contaba con 37 años al ser enviada a documentar artísticamente el conflicto de Malvinas. Había cursado estudios en St Martins School of Art y en el Royal College of Art, donde se especializó en ilustración. Luego enseñó en el Camberwell College of Arts, Chelsea College of Art and Design, City and Guilds Art School y en el Royal College of Art.

En este punto de su carrera, Kitson ya se había ganado una sólida reputación en la creación de ilustraciones para reportajes. Ya había documentado una serie de eventos impresionantes, incluida una mirada entre bastidores a la vida del diario The Times, así como la creación de una serie de dibujos para celebrar el quincuagésimo aniversario de la BBC.

Un "war artist" es un artista, en este caso encargado por un gobierno, para documentar su experiencia de guerra personal en forma de un registro ilustrativo o una descripción de los aspectos vividos en dicho conflicto. Se busca con ello capturar las dimensiones sensoriales de la guerra en sus episodios más trascendentes, por lo general ausentes en las historias escritas u otros relatos de la guerra (Jane Bingham, War and Conflict. Through Artists' Eyes, Raintree 2006, p. 30 y sgtes).



Dibujando durante el conflicto


Es así que el 12 de mayo de 1982, Linda Kitson partió del puerto de Southampton hacia el  Atlántico Sur en el Queen Elizabeth 2, recientemente requisado para la guerra, en un viaje de catorce días que la llevó a trece mil kilómetros de su casa. Iba junto a tres mil soldados de la Brigada de Infantería 5 del ejército, los refuerzos enviados luego del fracaso inglés en la toma de Puerto Argentino el primer día de ese mes. 

“Yo me veía por entonces como una privilegiada al poder unirme a la flota y esperaba poder traer de vuelta las imágenes de lo que nuestras tropas iban a experimentar. No vi los peligros que tenía lo que iba a emprender”, reconocería luego.

Inicialmente se esperaba que Kitson llegara solo hasta la Isla Ascensión, el punto de reabastecimiento de combustible de las fuerzas británicas en su camino hacia el Atlántico Sur, pero al final permaneció en el mar y desembarcó con las tropas en San Carlos.

A bordo del Queen Elizabeth 2 llevó a cabo sus primeros dibujos, llegando a un centenar de ellos en unos pocos días. Le dijeron que podía dibujar lo que quisiera y lo que le pareciera interesante. Tales dibujos muestran un registro íntimo de la vida a bordo y de los preparativos para la zona del conflicto.

Flight Deck Crew Grounding Sea King 97. 
16 de mayo de 1982. Linda Kitson. IWM ART 15530 (3) 


Llegada a las Georgias, se traslado al Canberra, siendo desde tal buque que desembarcó en San Carlos el 3 de junio. Se convirtió entonces en la primera mujer en acompañar a tropas inglesas durante una campaña militar como artista. A diferencia de los reporteros, se la dejaba a retaguardia, llegando a los lugares de lucha cuando ya existía sobre el terreno una cierta seguridad.

Ello no quería decir que fuera una tarea cómoda. Operando con varias unidades, Kitson se movía entre las partes en helicóptero, dibujando constantemente. Además del siempre presente riesgo de ataque, las condiciones en las Malvinas también representaban una amenaza considerable. El clima frío causó hipotermia, pie de trinchera y congelación, y las condiciones de congelación con frecuencia hicieron que dibujar fuera una actividad casi imposible. "La tarea de dibujar en un clima tan hostil era aterrador", recordaría después.

Sus primeras impresiones distaron mucho de ser halagüeñas. Su arribo a la cabeza de playa, fue apenas concomitante con los ataques de la aviación argentina, y por doquier se exhibían los precios del desembarco. En relación a ello, y como contaría luego en Forgotten voices, un libro que Hugh Mc Manners llevaría a cabo en asociación con el Imperial War Museum en el año 2007: “Yo no era la única persona con un gran sentimiento de consternación por tener que pagar ese precio por esa hostil isla desolada, sin vida, apenas apta para la permanencia humana. No fue un lugar inspirador, ni tampoco de aquellos que tienen mucha magia”.

Recordó entonces las palabras de un viajero del siglo XVII, que con “una notable previsión” había dicho entonces que las Malvinas eran “una roca maldita que un día nos costaría cara”.

Su primer dibujo fue el puesto comando de la cabeza de playa. Estuvo bosquejándolo por unas ocho horas. También en ese tiempo, comenzó a realizar sus primeros contactos con aquellos soldados que luego retrataría.

De entre ellos, aun hoy recuerda con particular afecto al sargento Brand, quien le hizo un brazalete en su hombro donde podía llevar sus lápices, siempre a mano sin demoras, y que usó durante toda la campaña.  

Durante su tiempo en la asignación, produjo aproximadamente seis dibujos al día, generalmente usando una combinación de pluma y tinta, lápiz y crayón conté. Estas ilustraciones son simples y articuladas, inmediatas pero íntimas. A diferencia de un periodista, fotógrafo o equipo de cámara, las obras de Kitson no tienden a buscar momentos sensacionalistas o dramáticos. Su labor tiende a centrarse en mostrar cómo viven las que toman parte de la guerra, resultando imágenes que buscan formar un retrato auténtico y distintivo del conflicto.


Goose Green, 10 de junio de 1982. Linda Kitson. IWM ART 15530 (41C).


Por lo general, llegaba luego de tres o cuatro días a los lugares de lucha y, por lo tanto, presenció poco de los combates o de sus consecuencias. En retrospectiva, entiende que fue mejor dejar los "horrores de la guerra" en manos de los fotógrafos, concentrándose en bosquejar la vida diaria de las tropas inglesas y las condiciones en las que tenían que operar.

Su obra consta de más de 400 dibujos realizados a lápiz, llevados a cabo a lo largo de tres meses, muchas veces en condiciones climáticas extremas de trabajo. El frío extremo y la humedad constante eran los peores enemigos de su labor. Todo debía ser impermeabilizado en ese ambiente hostil de aguanieve, granizo, nieve y barro, junto con las temperaturas propias del antártico. Resguardaba sus bocetos envolviéndolos en bolsas de basura a las que cerraba con clips. “¡Elementos ridículamente primitivos en esta guerra primitiva!”, diría luego en una entrevista, finalizada la contienda.

Tal era su celo en preservar su obra, que escribió una nota en una hoja arrancada de su anotador, con letra roja de imprenta, que siempre llevaba consigno y que simplemente decía: “Si algo llega a sucederme, lo único importante es que se ponga a salvo este portafolio con sus dibujos, por favor”. Y copiaba más abajo los datos y la dirección de a quien debían ser entregados en el Imperial War Museum.

Nota a que se aluda en el texto que llevaba en el portafolio donde guardaba sus dibujos.


Aun siendo resguardada de los primero del frente, ello no la salvó de ver los peores rostros de la guerra, ni que eso le influyera en su persona. “Desde mi inicial estado de inocencia, pronto la vista de cuerpos sin vida se convirtió en algo muy normal para mí”, dirá luego.

Durante las batallas por las alturas circundantes a Puerto Argentino, ella dirá al respecto: “Los ruidos de la batalla que se desarrollaba una milla más allá era terrible. El sonido de los proyectiles de la artillería argentina volando sobre sus cabezas era terrible y todos hablaban de ello. Todo era luz y un olor que nunca olvidaré, como tampoco lo olvidarían los Guardias Galeses que estaban conmigo. Era el olor de la piel quemada, que uno nunca puede luego sacar de su mente”.

El fragor de los combates, de esos que ella sólo percibía a la distancia, se traducía luego en grupos de bolsas con cadáveres reunidas y pertenencias de los muertos clasificadas para enviarse a sus familias. “Los cadáveres se convirtieron en objetos de curiosidad para mí. Creo que buscaba en ellos imaginar lo que podría ser estar allí tumbado allí yo misma”.

Pese a ello, no las reflejó en su trabajo. En una entrevista con la BBC, la ilustradora comentó que su trabajo nunca fue censurado, pero que se dio cuenta de que a menudo se censuraba a sí misma. "No dibujé bolsas para cadáveres, no dibujé quemados", dijo. En los dibujos de Kitson, los muertos y heridos permanecen notablemente ausentes, siendo esto una omisión consciente. "Tuve que tomar una decisión sobre qué aspectos de la guerra debería registrar", escribió. Por sensibilidad a las víctimas, decidió que tales escenas, por su horror ínsito, no formaran parte de sus dibujos. “No lo haría ni siquiera ahora”, señaló.

Como la única mujer en un ejército de hombres, no pasaba nunca desapercibida, pero tampoco sufrió inconvenientes por ellos. Ayudaba en la cuestión, que ella dependiera directamente del comandante, y que antes de su llegada se hubiera bajado la indicación, que la menor falta respecto de ella, sería severamente castigada.



Heridos argentinos e ingleses siendo atendidos en el SS Canberra. 3 de junio de 1982. Linda Kitson. IWM ART 15530 (35).

“Ser mujer no era un problema. Los hombres siempre me ayudaban, a pesar de mi insistencia en que no dejaran de hacer lo que estaban haciendo por mí. Atravesar por tu ciclo menstrual en medio de ese ambiente bárbaro, no era tampoco problema. El malestar que sentía por eso no era nada comparado con las nauseas y la debilidad causadas por el temor”.

Vuelta a Inglaterra en julio de 1982, junto a tropas de los Guardias Galeses y los Ingenieros Reales, la primera exhibición de sus dibujos en noviembre de ese año, fue un suceso de público. 

No tan favorable fue la prensa artística que ignoró sus obras y los comentaristas periodísticos las criticaron porque sentían que eran "bocetos" en lugar de pinturas "terminadas". Esto, a su vez, provocó un debate sobre las expectativas públicas del arte de guerra y su relevancia para la vida contemporánea. Sin embargo, el público en general encontró su trabajo accesible y todos los dibujos de la exposición se vendieron.

Aviones Pucará en la pista de Puerto Argentino, bocetados por Kitson.


El Museo Imperial de la Guerra incorporó a sus colecciones sesenta de sus dibujos al finalizar el trabajo de Kitson. Los dibujos se exhibieron en el Imperial War Museum, de noviembre de 1982 a febrero de 1983, y luego se realizó una gira por el Reino Unido en respuesta a la demanda de las galerías regionales.

Fueron nuevamente exhibidos en el museo en oportunidad de la exposición llamada  "Women War Artists", en 2011-2012.

Aun hoy, evita manifestarse respecto de la justicia o injusticia de dicha campaña para Inglaterra. “No es mi rol hacer ningún tipo de comentario político sobre el tema. Yo sólo elegí estar junto a las tropas y dar el testimonio de las situaciones por las que pasaron, las que yo no tengo ninguna duda, muchos otros civiles no pueden ni empezar a imaginar”.

 

Artículo publicado originalmente en el libro A.A.V.V. Malvinas. Historias ocultas de guerra, Fundación Malvinas Argentinas-Ediciones del Boulevar, Córdoba, 2012, pp. 196/8. Actualizado el 30 de julio de 2021 para la sección Malvinas Argentinas de este blog.  


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