Marilyn lectora de Joyce
Su carácter de símbolo
sexual, su permanencia como ícono cultural ha originado alguna tendencia a
parcializar su consideración biográfica.
Cosificada por muchos,
hasta por ella misma en ocasiones, había detrás del ícono una persona muy
distinta. La Marilyn real, se llamaba en realidad Norma Jean, no era rubia sino cobriza, no
sonreía demasiado, y no era ninguna tonta, aunque en la pantalla la obligaran a
jugar ese rol.
Ese ser humano de
carne y hueso tenían muchas más preocupaciones, heridas sentimentales y vacío
existencial que el ícono. Era asimismo, una persona mucho más profunda, inquieta y con claras
preocupaciones intelectuales.
En 1955, Eve Arnold, una
fotógrafa estadounidense perteneciente a la agencia Magnum desde 1951, capturó
una de sus imágenes icónicas, mientras leía la obra maestra de James Joyce, que
revelan ese lado poco conocido de la rubia platinada de la década de 1950.
Peinada de entrecasa, abstraía de lo que ocurriera a su alrededor, vestida de entrecasa y descalza, con un brazo sobre las rodillas, toda la atención de Marilyn Monroe se halla dedicada a la lectura del libro que aferra en su mano derecha: Ulises de James Joyce.
Por su adición a ser
tenida en cuenta, los temores sobre la soledad que nacían de su desdichada infancia, Marilyn se convirtió en no pocas ocasiones en una apologista
de su propio e irreal estereotipo. Era la forma más fácil de ser aceptada.
Había otra, que gustaba
de la poesía de Walt Whitman. La mujer más deseada del mundo de la época, casi
sin diferencia de lugares, era también “la mujer más triste del mundo” cuando
las cámaras se apagaban o los flashes dejaban de refulgir, según palabras del
escritor Arthur Miller, con quien estuvo casada por cinco años.
Además de leer, escribía
poesía. Luego de su muerte, un deceso que todavía da pasto a las dudas en el
presente, Arthur Miller, expresó de ella respeto de sus versos que: “fue una
poeta callejera que habría querido recitar sus versos a una multitud ávida de
arrancarle la ropa.”
Al morir en 1962 a los
36 años, su biblioteca personal superaba los 400 ejemplares, de autores y
títulos tan notables como diversos que muestran a una lectora sagaz e inquieta,
que además de Whitman y Joyce, se interesaba por textos de Fitzgerald,
Hemingway, Stendhal, Chéjov, Poe, Dostoievski, Kerouac, García Lorca, entre otros.
En 1999 la casa de subastas Christies’s la remató, suscitando más interés por la relación con el ícono que por descubrir la persona real que los atesoró en su momento.
Se puede consultar el listado aquí:
Catálogo de libros de Marilyn Monroe
Como puede verse allí, la joven detrás de la imagen de rubia superficial destrozadora de corazones, distaba en mucho de su estereotípico mítico. Una distancia tan extensa, como todo un mundo de lecturas.
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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.