Las princesas del dólar
por Luis Carranza Torres
El fenómeno de las Dollar Princesses, mujeres estadounidenses que cruzaron el Atlántico para casarse con aristócratas europeos, fue una costumbre en las élites de esa nación entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Llamadas “princesas del dólar” o “duquesas del dólar” fueron jóvenes herederas estadounidenses que, entre 1870 y 1914, cruzaron el Atlántico para casarse con miembros de la aristocracia británica. Ellas aportaban dinero fresco de fortunas nacidas del ferrocarril, el petróleo o la banca, y ellos ofrecían títulos nobiliarios de familias nobles cuyos patrimonios estaban en decadencia por la crisis agrícola y la pérdida de poder político.
El término, nacido de la prensa inglesa, tenía un tono despectivo, para señalar que estas mujeres “compraban” su lugar en la alta sociedad. Como pasa en estos casos, era una forma parcial de ver el asunto, que soslayaba que, si tal cosa ocurría, era porque otro se avenía a “vender” dicho estatus recibiendo importantes sumas a cambio.
Se dice que fue Jennie Jerome, hija de un importante financiero de Nueva York, quien en 1874 dio inicio a la costumbre. En un anuncio sacudió los salones de la aristocracia británica y la alta burguesía neoyorquina, se comprometió en matrimonio con Lord Randolph Churchill, miembro de una de las familias más antiguas de Inglaterra, tras apenas tres días de conocerse.
El horror inicial en la familia Churchill fue pronto aplacado, al conocerse que el padre de la novia se había comprometido al pago de una dote superior, en valores actuales, a los 4,3 millones de dólares. Y entonces, lo que antes era un escándalo, se convirtió en una solución.
Jennie era brillante, sofisticada y apasionada, dejó su huella más perenne para la historia en uno de sus hijos: fue la madre de Winston Churchill, medio siglo más tarde, el primer ministro de Inglaterra en las peores horas de la Segunda Guerra Mundial. .
De todas las tramas de dicha moda social, quizás la historia de Consuelo Vanderbilt y el duque de Marlborough sea una de las más emblemáticas sobre el fenómeno de las princesas del dólar.
Consuelo, nacida en 1877 en Nueva York, era hija de William Kissam Vanderbilt, magnate ferroviario, y de Alva Erskine Smith, una madre ambiciosa y dominante. Fue educada desde pequeña para convertirse en una dama perfecta merced a una educación rígida hasta el punto de sufrir castigos físicos por la desobediencia.
A los 18 años, fue forzada por su madre a casarse con Charles Spencer-Churchill, el 9.º duque de Marlborough, en 1895. El duque necesitaba dinero para mantener el palacio de Blenheim y Alva quería un título para su hija. Que Consuelo estuviera por esas fechas enamorada de otro hombre, carecía de importancia y no detuvo el arreglo. Ella se negó en principio, pero fue encerrada en su habitación y amenazada con que su amado sería asesinado si no aceptaba.
Tuvo una boda fastuosa y una vida distinguida, pero el matrimonio de la nueva duquesa de Marlborough fue frío y sin afecto alguno, viviendo años de infelicidad y represión. Tuvo dos hijos: John Spencer-Churchill y Lord Ivor Spencer-Churchill.
En 1921, logró anular su matrimonio y se casó por amor con Jacques Balsan, aviador y empresario francés. En sus memorias, The Glitter and the Gold, Consuelo reflexionó sobre su vida como el símbolo de una época en la que las mujeres eran moneda de cambio entre linaje y capital.
Poco antes, pero sin tal etiquetaje, en La aventura del noble soltero , un cuento de 1892 de Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes debe resolver el misterio de la heredera estadounidense que se casó con un ficticio Lord y luego desapareció tras la boda.
Los Bucaneros , una novela de Edith Wharton de 1938 , se ambienta en este entorno. Y en la serie Downton Abbey de Julian Fellowes, emitida entre 2010 y 2015, la propia condesa, Cora Crawley (de soltera Levinson), es una rica heredera estadounidense cuya dote ayudó a salvar a Downton de la ruina financiera.
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