La verdad sobre el cruce de los Andes




            Por Luis Carranza Torres

 

La operación militar distó mucho de ser un simple cruce de tropas en alta montaña, por lo que es uno de  los grandes hitos del proceso independentista.  


            No pocos hechos de nuestra historia, son en realidad desconocidos, por estar tratados de ordinario, con una prodigalidad de clichés, frases hechas y lugares comunes, que consiguen opacar y dejar de poner en rigurosa perspectiva, su real trascendencia. Uno de ellos es el cruce de los Andes por el General San Martín y su ejército.

            Para la inmensa mayoría, don José cruzó esas inmensas montañas andinas con su ejército para liberar Chile y luego tomar el centro del poder colonial, en Lima. Es verdad, pero no toda la verdad.

            No es que las alturas andinas fueran simplemente atravesadas por cinco mil doscientos soldados con todos sus bagajes, lo que de por sí resultaría una hazaña. Los Andes fueron tomados, conquistados militarmente, en una serie de efectivos golpes de mano, cumplidos por lo que hoy se podría decir eran “fuerzas especiales”, en tanto el grueso del ejército sanmartiniano avanzaba.

            La verdad es que los realistas de Chile tenían avanzadas fortificadas en puntos críticos, en los pasos claves de la montaña. Por lo que no sólo había que despejar los pasos de españoles en varios lugares, sino que también ello debía hacerse de tal forma, que las tropas realistas allí destacadas, no pudieran dar un aviso a sus superiores en Chile, de por dónde el cruce estaba aconteciendo.

            Es por ello que durante todo el paso de los Andes, se libran encuentros de armas, entre pequeñas formaciones. El 24 de enero, en Picheuta, se produce el primer hecho de armas: Granaderos y una compañía del batallón 11 de infantería, los hicieron replegar hasta río de las Vacas donde los pusieron nuevamente en fuga. Al día siguiente, en Potrerillos se libra otra batalla de resultado incierto. El 3 de febrero, 150 infantes montados en mulas, en el caserío de Guardia Vieja, en el valle del río Juncal, asaltan una posición fortificada de 100 realistas. En Achupallas, el 4 de febrero, un piquete de granaderos al mando de Lavalle, logra dominar la guardia de cien realistas que se hallaban allí apostados. El 7 de febrero 160 granaderos derrotan en Las Coimas a 400 carabineros del rey.

            Como puede apreciarse, la operación militar, distó mucho de ser un simple cruce de tropas en alta montaña.  Constituyéndose por tanto, no sólo es uno de los grandes hitos de la historia argentina, y del proceso independentista latinoamericano todo, sino  también en una de las mayores hazañas de la historia militar universal.



            Pero su éxito no fue una cuestión de azar, o buena estrella, sino el fruto de una minuciosa planificación. Para que la artillería no se deteriorara con los golpes, se la envolvió con cueros, y se la transportó con cuerdas, zorras y cabrestantes. Para cruzar los ríos, cargaron con un puente móvil, armable y desarmable. Y toda la tropa estuvo no sólo debidamente abrigada, con gruesos ponchos, mantas y pieles de carnero, sino también dotada de alimentos y bebidas pensados para hacer frente al frío extremo de las alturas andinas: una mezcla de harina de maíz, y charque en rama, a la que se le agregaba agua y otros condimentos era el menú habitual. Por la noche se daba un trago de vino o aguardiente para pasar el frío nocturno. Asimismo, tanto el ajo como la cebolla se utilizaron para combatir las enfermedades de altura y poder continuar la marcha por pasos que se encontraban por sobre los 3.800 metros sobre el nivel del mar, y hasta unos 5.000 metros.

            Como ha dicho el historiador y especialista en el tema Leopoldo R. Ornstein: "algunos tratadistas han establecido un parangón entre el paso de los Andes con el de los Alpes por Aníbal, primeramente, y por Napoleón después. La similitud es muy relativa, por cuanto difieren en forma muy pronunciada las dimensiones y características geográficas del teatro de operaciones, como también los medios y recursos con que fueron superadas en cada caso ambas cadenas orográficas. Esas diferencias son, precisamente, las que presentan la hazaña de San Martín como algo único en su género. En efecto: Aníbal cruzó los Alpes por caminos que ya en esa época eran muy transitados, por ser vías obligadas de intercambio comercial. Y aunque no pueda afirmarse que su transitabilidad fuese fácil, tampoco debe considerarse que pudiera presentar grandes dificultades, puesto que el general cartaginés pudo llevar consigo elefantes, carros de combates y sus largas columnas de abastecimiento. San Martín atravesó los Andes por empinadas y tortuosas huellas, por senderos de cornisa que solo permitían la marcha la marcha en fila india, imposibilitado materialmente de llevar vehículos y debiendo conducir a lomo de mula su artillería, municiones y víveres, aparte de haber tenido que recurrir a rústicos cabrestantes e improvisados trineos para salvar las más abruptas pendientes con sus cañones. ¿Habría podido Aníbal franquear las cinco cordilleras de la ruta de los Patos, escalando, con elefantes y vehículos, los 5000 metros del Paso Espinacito?”.


            Por su parte, contrapuesto el cruce sanmartiniano al de Napoleón, los números se inclinan decididamente hacia el Libertador: El pequeño gran Corso conduce su ejército por una altura media de 2.500 metros, contra 3.800 y hasta 5.000 del San Martín; su frente de operaciones es de 160 kilómetros contra 800 del nuestro; los recorridos máximos y mínimos de las columnas francesas son de 280 y 135 kms respectivamente, contra 750 y 380 kms de las nacionales; el ancho del macizo alpino era de 100 km contra 350 de los Andes. Y para rematar, en la zona del cruce alpino existían varios centros poblados y valles con producciones diversas; en tanto que en los andes, por donde se atravesó había una total ausencia de poblaciones, siendo valles áridos sin productos de ninguna clase, por lo que debió llevarse hasta la leña para encender fuego, y el forraje para los animales.  

                        Un dato no muy conocido, es que poco menos de la mitad de las tropas, eran soldados de raza negra, ex esclavos originarios de Angola, Guinea y el Congo. San Martín siempre tuvo un cariño particular por estos soldados, que a su vez le idolatraban.   

            Otro detalle relegado en la memoria histórica, es la contribución brindada por los militares cordobeses al cruce. Es que los cívicos de Córdoba, al mando de Las Heras, ya en 1813, como “Auxiliares de los Andes”, habían sido las primeras tropas en cruzar hacia Chile, a los efectos de apoyar el movimiento independentista en esas tierras. Ahora, formando parte del Ejército de los Andes, pusieron en la empresa todo su conocimiento del terreno, y la experiencia en lidiar con la montaña.

            Todo ello contribuyó a que, luego de casi tres semanas de marcha, las dos columnas principales de las fuerzas de San Martín, el 8 de febrero de 1817, ocupaban los pueblos de San Antonio de Putaendo y Santa Rosa de los Andes. Habiendo franqueando los Andes con todo éxito, y estando en condiciones de enfrentar con éxito, a las fuerzas realistas que sometían Chile.

            El cruce de los Andes es considerado no sólo como uno de los grandes hitos de la historia argentina, sino también una de las mayores hazañas de la historia militar universal.

            Cifras del cruce 4000 soldados y 1200 milicianos de apoyo 22 cañones transportados (2 obuses de 6 pulgadas, 7 cañones de batalla de 4 pulgadas, 9 cañones de montaña, 2 cañones de hierro y 2 cañones de 10 onzas) 28 km promedio de avance por día 800 km de frente de teatro de operaciones 3000 metros sobre el nivel del mar fue la altura media 40 °C de diferencia térmicas entre el día (30 °C) y la noche (-10 °C).


            Fue la primera vez que un ejército formado a la europea combatió para el bando de los patriotas.

            San Martín padecía de úlceras, y durante muchos tramos del cruce, aquejado por sus dolencias, debió ser trasladado en camilla. Durante el regreso a Buenos Aires, luego del primer cruce, estas dolencias hicieron empeorar su salud.

            El 12 de febrero de 1817 en los llanos de Chacabuco, las fuerzas principales del ejército se concentraban para entrar en batalla. El genial plan de conquistar los Andes había sido un éxito, y abierto la puerta a poder emprender la mayor campaña libertadora desde el sur de Sudamérica

Publicado originalmente el domingo 22 de febrero de 2009 en el Suplemento Temas del diario La Voz del Interior. Actualizado al 18 de enero de 2021 para el blog.


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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  





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