Una argentina en los cielos de la segunda guerra mundial

 


Por Luis Carranza Torres

Cada tanto me preguntan sobre lo intrépido del personaje de Fiamma en Hijos de la Tormenta y Náufragos en un mundo extraño, que vuela con los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial. Ese personaje tiene, en lo que respecta a sus andanzas de piloto en tiempos de guerra, una inspiración tan real y argentina como ella: “La piloto de la Pampas”, Maureen Dunlop.

Maureen Adele Chase Dunlop nació en Quilmes, el 26 de octubre de 1920. Hija de Eric Chase Dunlop, un empresario rural australino dedicado a la explotación de ovejas en la Patagonia y de la inglesa Jessimin May Williams, tuvo dos hermanos, Joan, mayor que ella y Eric, menor. 

Su educación principió con una institutriz en las estancias ovinas de la Patagonia, luego asistió al Colegio Santa Hilda en Hurlingham en la provincia de Buenos Aires. Desarrolló por esos años un  gusto por los caballos que la llevó a convertirse en una jineta asidua. 

Durante unas vacaciones en Inglaterra en 1936 tomó lecciones de vuelo. Al volver a la Argentina, se unió al Aeroclub Argentino, falsificando su certificado de nacimiento (tenía por entonces 16 años) para poder seguir con sus clases de vuelo. 

Al estallar la Segunda Guerra, su familia apoyó activamente al Reino Unido. Maureen voló para obtener las horas de vuelo solitario necesarias para unirse al Air Transport Auxiliary (ATA), la organización que respaldaba logísticamente a la Royal Air Force inglesa.  Por entonces, las mujeres pilotos necesitaban un mínimo de 500 horas para ser admitidas, el doble de lo que se le exigía a los varones. A inicios de 1942, amparada en la bandera neutral de un buque argentino, ella y su hermana viajaron a Inglaterra para sumarse al esfuerzo bélico aliado. 

Fue una de las 164 mujeres pilotos en integrar el Air Transport Auxiliary, de los más de 1500 pilotos que la componían, a partir de abril de 1942. En tanto su hermana se unía al servicio internacional de la BBC, Maureen fue capacitada para volar diversas aeronaves. 

A diferencia de sus homólogos varones, las pilotos mujeres no podía pedir la transferencia a la Royal Air Force para volar misiones de combate. Debían contentarse con probar aviones recién salidos de fábrica, llevarlos a sus bases operativas y retornar a las fábricas con aquellos que necesitaban repararse. Una actividad no exenta de riesgos como lo prueban las bajas por accidentes que tuvieron durante la guerra.  Un diez por ciento de ellas perderían la vida en el cumplimiento de sus deberes. 

Fue encuadrada en el Ferry Pool Nro 6, estacionado en la base aérea de Ratcliffe on the Wreake cerca de Leicester. Luego fue trasladada a otra base en Hamble, Southampton. Acumuló durante la guerra unas 800 horas de vuelo en Spitfires, Mustangs, Typhoons o bombarderos como el Wellington, siendo el avión que prefería para volar el De Havilland DH.98 Mosquito.

Alcanzaría el rango de First Officer (Primer oficial), equivalente al de Flight Lieutenant (teniente de vuelo) en la Real Fuerza Aérea. No por nada, el mismo grado que su sosías literario alcanza en la novela.


Se trabajo consistió, además de llevar aviones desde las fábricas a las bases militares, retornar con las aeronaves que necesitaban reparaciones. Varias veces debió aterrizar de emergencia por tales desperfectos. Tomó parte además en misiones de salvamento y evacuación aérea.

Cabe destacar que alrededor de 750 voluntarios argentinos sirvieron como pilotos en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. Quienes se alistaron en la RAF fueron agrupados en el escuadrón, 164, cuyo distintivo ostenta el sol de la bandera argentina soportado por el lema “Firmes Volamos.”

Maureen Adele Chase se hizo famosa cuando la revista Picture Post de 16 de septiembre de 1944 ocupó la portada con una foto suya, quitándose el cabello de la cara luego de bajar de la cabina de un Fairey Barracuda. Se convirtió en una foto icónica de la guerra, representativa de la contribución de las mujeres al esfuerzo bélico, que no poco buscaban disimular u ocultar. 


Revelaba, además, esa combinación de mujer decidida y glamorosas que siempre fue su sello distintivo. Se la apodaba “La piloto de las Pampas”.

Una compañera de ese tiempo, la rosarina Sheila Lanktree, de ascendencia irlandesa y que también se había alistado, contaba sobre ella: “Sorprendía a todos cuando llegaba porque nadie se esperaba que fuera una mujer, pero ella se sacaba la gorra y le caía la melena por debajo de los hombros”.

Lanktree había sido entrenada en entrenada en código Morse y mantenimiento de las radios de los aviones, siendo operadora de radio de los Pathfinder, las aeronaves que iban delante de los bombarderos. Recuerda a Maureen leyendo en silencio. “Yo decía: ‘¡Qué linda novela debe estar leyendo!’, pero, en realidad, eran libros de aviación. Ella leía sobre los pistones del avión y esas cosas.”



A la par de la guerra contra el Eje, como lo plasmé en Hijos de la Tormenta y Náufragos en un mundo extraño, las pilotos femeninas luchaban otra guerra contra el machismo imperante. 

Una prueba de esa personalidad fue en 1943 cuando se convirtió en una de las 166 mujeres pilotos que lograron recibir el mismo salario que los hombres de igual rango en la ATA. Hasta entonces, solo cobraban el 75% del salario de los pilotos varones. Fue la primera vez en la historia que el gobierno británico aprobó pagar el mismo salario a mujeres y hombres dentro de una organización bajo su control.


Los deseos de Fiamma en la trama de volar misiones de combate tiene una base real, también en Maureen. En la vida real pasó igual que en la novela: sus pedidos al respecto fueron denegados u ignorados. Una vez Dunlop diría al respecto: “Anhelaba volar en combate. Pensé que era lo único justo. ¿Por qué los enemigos solo deberían ser enfrentados por hombres? ".

Cuando concluyeron las hostilidades, la RAF Luton la certificó como instructora de vuelo, trabajo que desempeñó durante un breve tiempo, antes de volver a la Argentina. Permaneció en nuestro país 1969, en cuestiones relativas a la aviación: voló aviones en la Fuerza Aérea Argentina trabajando como instructora de vuelo, instruyó a los pilotos de la naciente Aerolíneas Argentinas e integró como socia y piloto comercial una empresa de taxis aéreos.

En 1955 se casó con el diplomático serbio Victor Popp, a quien conoció en una fiesta en la embajada británica. La pareja tuvo un hijo y dos hijas. Establecieron el “Milla Lauquen Stud”, dedicado a la cría de caballos árabes

Luego, en 1973, la familia se mudó a Inglaterra y se estableció en Norfolk en otra ganadería que cría caballos árabes de sangre pura. Curiosamente, allí se inició en 1785 la aviación civil de la mano de los globos aerostáticos.

La pareja introdujo asimismo el caballo criollo en el Reino Unido.

Pese a radicarse definitivamente en el Reino Unido y no volver a su país natal, Maureen mantuvo su ciudadanía argentina. En 1982, fue entrevistada a raíz de la guerra de Malvinas, una ocasión que aprovechó para contar el dolor que le causaba una guerra entre los dos países que amaba.


En 2003, Maureen fue una de las tres mujeres pilotos de la ATA galardonadas con la medalla ‘Piloto Maestro de Aire’ del gremio de pilotos y navegadores del aire. Dijo en esa ocasión: “Tuve mucha suerte, fue bueno poder ayudar a los ingleses en la guerra”, dijo. También, revela que, más allá de sus lazos con Gran Bretaña, pensaba como argentina. 

Después de vivir por casi cuatro décadas en Norfolk, murió en Norwich el 29 de mayo de 2012.

“La fascinante vida de la piloto de cazas que abrazó Norfolk”, tituló en agosto 2021 el diario Eastern Daily Press, una publicación regional que cubre Norfolk, el norte de Suffolk y el este de Cambridgeshire, y se publica a diario en Norwich, fundado en 1870. Terminaba expresando: “From fighter pilot to introducing a new breed of horse to the UK, the life of Maureen Dunlop de Popp is an eye-opening account”.

Y vaya si lo fue, una vida extraordinaria y, también, inspiradora, respecto de la capacidad humana por superar los escollos que la vida nos presenta, de abrirse, de recrearse permanentemente en la propia existencia. 


Para leer más en el blog:


Cuando las mujeres fueron a la guerra


Constanza y la botadura del Bismarck


La primera atleta olímpica


La guerra fría nazi-soviética de los monumentos

NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA:

Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Perdidos en una tormenta, sin poder ver más allá, en medio de la guerra se camina a tientas, en penumbras, bajo un cielo inclemente que no permite avanzar sin retroceder, por un sendero que no conduce a ninguna parte. Así, perdidos y huérfanos se sienten los hijos de esa tormenta que es toda guerra. 

"Hijos de la tormenta" vuelve sobre los personajes de "Mujeres de invierno" en medio de la Segunda Guerra Mundial. La familia López de Madariaga, diplomáticos argentinos en la Berlín de los años treinta se ha disgregado. Separado el matrimonio, diseminados los hijos, el estallido bélico los encuentra perdidos y difusos, cada uno intentando recomponer su vida, forjarse un nuevo futuro ya lejos de esa Alemania opresiva y en ciernes que, ahora, se ha extendido por casi toda Europa en un afán imperial. 

En la peor de las guerras, entre los encuentros y desencuentros de Constanza y Dieter, en torno a las desventuras de esa singular pareja, orbitan los otros personajes. Fiamma pelea en los cielos una guerra y otras aun peores en tierra.  

Ninguno puede escapar a aquello que lo conmina: un amor apenas correspondido; una madre que es obligada a desprenderse de su hijo; un médico de la Cruz Roja en una relación con una joven treinta años menor; una muchacha que derriba aviones nazis. 

La novela se vuelve, entonces, coral, llena de voces y de situaciones en distintos escenarios -Londres, Berlín, París, Buenos Aires, Córdoba- en los que se narra lo cruento de la guerra, en los que la impresión es que no hay sosiego ni dónde resguardarse. 

Todos envueltos en una tormenta que los prohíja y que no los deja ver más allá del presente. Luis Carranza Torres continúa en esta novela con la historia de una singular familia argentina que atraviesa uno de los momentos que definieron la historia del siglo XX, y la narra con la maestría de quien puede transportar al lector a otro mundo y otro tiempo.


Cuatro preguntas clave sobre la Saga de la Segunda Guerra Mundial 


📌 ¿Cuántas novelas son?
Está compuesta por tres libros: "Mujeres de invierno", "Hijos de la tormenta" y "Náufragos en un mundo extraño".

📌 ¿Quiénes son los personajes principales?
Tiene como protagonista a la familia López de Madariaga y comienza con su viaje a Berlín 🇩🇪, ciudad donde Ignacio ocupará el puesto de embajador argentino.

📌 ¿Cuándo ocurre?
Comienza en los años 30,  por lo que los personajes serán testigos de cada momento desde el ascenso del Tercer Reich y se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

📌 ¿Qué temáticas se ponen en juego?
La Alemania más oscura es escenario de un abanico de historias tan intensas como atrapantes: redes de espionaje, amor, poder, pasión y una reconstrucción histórica exhaustiva de aquellos tiempos difíciles y desafiantes.


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