La primera atleta olímpica
Por Luis Carranza Torres
Especial para el blog
En una novela de féminas fuertes como
es Mujeres de Invierno, al tocarse en la trama lo concerniente a los Juegos de
la XI Olimpiada celebrada en Berlín en 1936, no podía dejar de mezclarse en esa
femineidad ficticia, una real que hizo historia allí.
Como expresaba Coti, la hija del
embajador argentino en el Reich:
“Aun sabiendo lo que había por
detrás, era difícil sustraerse a los fastos, la grandiosidad y la organización
impecable de la apertura de los Juegos de la XI Olimpiada.
Para nosotras y nuestro feminismo
libertario, la justa tenía un atrayente ingrediente adicional: Por primera vez,
una mujer integraba nuestra delegación olímpica e iba a competir en los juegos.
Se trataba de Jeanette Campbell, una simpática joven de nuestra edad, campeona
argentina de natación a los 16 años en 1932 y figura en el Campeonato Sudamericano
de Natación de Río de Janeiro de 1935, el primero internacional que autorizó a
competir a las mujeres, donde obtuvo tres medallas de oro y tres récords
sudamericanos. Y como plus especial, lograr un lugar para las Olimpiadas”.
Nacida en Francia de padres argentinos,
había debido naturalizarse. Llevaba su cabello castaño bien corto, mucho más
incluso que nosotras, tal como lo usaban los varones. La sonrisa nunca parecía
borrársele del rostro. Jeanette Era bonita y simpática por lo que casi de inmediato
nos hicimos amigas”.
Hija de padre escocés y madre argentina, nació el 8 de marzo de 1916 en San Juan de Luz, Francia, debido a que sus padres no pudieron regresar a Argentina por el estallido de la Primera Guerra Mundial.
Su abuela, Mary Elizabeth Gorman, fue la primera de las docentes de Estados Unidos traídas por Sarmiento para desarrollar la educación pública que llegó al país. Se casó aquí y se radicó en Pigüé, provincia de Buenos Aires.
Se inició en la natación a los 6 años en las piletas del Belgrano Athletic Club, para luego jugar para el equipo de 100 m del Club Ferro Carril Oeste en 1929. La inclinación por las carreras de velocidad en el agua le venía de familia, su hermana Dorothy fue campeona argentina de los 100 metros libres.
La nadadora viajó a competir en Europa a los Juegos Olímpicos de 1936 junto al resto de la delegación olímpica argentina en el buque Cap Arcona. Como la pileta del barco en donde debía practicar durante la travesía era muy pequeña, de escasos diez metros, su entrenador Juan Carlos Borrás, ideó un sistema muy particular para ayudarla a prepararse en la mejor forma. En Río de Janeiro había conseguido una especie de soga de goma, del estilo de una cámara de bicicleta, que enganchaba en los bordes de la piletita. Así que cada vez que ella nadaba hacia adelante, el artilugio la empujaba nuevamente hacia atrás, posibilitando que siguiera nadando y nadando en ese espacio tan reducido.
Respecto a la jornada olímpica inaugural, la madre de Coti, Lucrecia, describe en la novela el impacto que la grandiosidad de esa ceremonia dejó en todos quienes asistieron a ella:
“El
inicio de los juegos fue una ceremonia apoteótica y nosotros la vimos en
primera fila. La ceremonia inaugural se lleva a cabo en el nuevo Estadio
Olímpico, edificado en cemento gris claro en el corazón de la ciudad, con
capacidad para 110.000 espectadores. Pese a sus dimensiones descomunales, que
dejan pequeño al coliseo romano, no cabe dentro una persona más. Fuera de la
arena, otros miles de alemanes entusiastas pero sin entradas, se arraciman en
los accesos, esperanzados de poder captar aunque sea un atisbo de la ceremonia.
Cerca
de nosotros, en el lugar reservado a las personalidades invitadas del
extranjero, puedo ver al aviador Charles Lindbergh y a la famosa nadadora
Eleanor Holm Jarrett.
Sobre
el estadio flotaba el enorme dirigible Hindenburg, de 25 metros de largo, bajo
cuyo fuselaje ondeaba la bandera olímpica.
La
orquesta, dirigida por el afamado compositor Richard Strauss y acompañada por
un numeroso coro, atacó con los compases de Deutschland ber Alles, además del
himno nazi Horst Wessel Lied, para luego pasar a interpretar el Himno Olímpico
compuesto por Strauss para la ocasión”.
Por 16
días, compitieron casi cuatro mil deportistas, 3632 hombres y 331 mujeres de 49
países, en 19 deportes y 129 especialidades.
De
entre ellas, Jeannette competiría en los cien metros libres en la piscina
olímpica de Reichsportfield, un natatorio cuyas gradas tenían capacidad para
veinte mil personas.
En su debut, el 8 de agosto, ganó su serie con un tiempo de un minuto, seis segundos ocho décimas. Igualaba con ello el récord olímpico en la prueba. En la siguiente jornada volvió a vencer, esta vez por dos décimas menos.
En la tarde del 10 de agosto de 1936, en la final de la disciplina ocupó el andarivel seis en la pileta. Vestía una malla entera oscura, con el escudo del equipo olímpico argentino en su frente y una gorra blanca de nado cubría su corto cabello castaño. Las otras dos favoritas, eran ambas holandesas: Willy van den Ouden en el número cuatro, poseedora del récord mundial que Jeanette había igualado y Hendrika Mastenbrock en el cinco. El andarivel siete lo ocupaba la favorita de las mayoría de los asistentes, la alemana Gisela Arendt.
Tras una
largada floja, a mitad de la pileta pasó a empatar el liderazgo de la
competencia, palmo a palmo con la alemana Arendt. Parecía que entre ambas se
disputaría el oro, pero Mastenbrock comenzó a recuperar distancias,
poniéndoseles a la par. Llegaron todas casi juntas, y desde las gradas no podía
saberse quien le había ganado a quien. Sólo los jueces del comité olímpico en
la llegada de cada andarivel y sus cronómetros tenían el dato.
Pero como lo dirá Coti en la novela: “Habíamos asistido a un hecho histórico y lo sabíamos. Nunca antes el deporte argentino había logrado ese lugar, al cual llegaba para orgullo nuestro, de la mano de una mujer. Cuando la vimos, Jeanette estaba tan contenta como si hubiera conseguido el primer lugar.
Y en realidad, lo consiguió, por la vía más impensada. Días después fue elegida, por amplio margen, como miss olimpic, la deportista más apuesta y simpática de los juegos”.
Para leer más en el blog:
Un fresco literario de una familia y una época
La guerra fría nazi-soviética de los monumentos
Mujeres en pugna dentro de un mundo oscuro
NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA:
Una madre y una hija se admiran con distancia, sin decírselo. Una madre y una hija compiten, discuten, pelean, se recelan una a la otra. Están, en apariencia, en veredas opuestas, en la Alemania nazi, con la guerra en ciernes. Ambas son rebeldes, adaptadas, contradictorias, hermosas, amantes. Ambas están presas de la soledad, alejadas del calor, como mujeres de invierno.La familia López de Madariaga llega a Berlín, porque Ignacio, médico y político, jefe de la familia, va a ocupar el cargo de embajador argentino ante el III Reich. Hitler hace poco que ha subido al poder, pero Alemania ya se ha disfrazado del culto a su persona, de intolerancia y soberbia, de una desmesura que solo podía terminar en una guerra.En ese contexto, la embajada se vuelve un lugar lleno de intrigas, de espías, de jerarcas nazis que fingen una docilidad que no poseen. Lucrecia, la mujer del embajador, descendiente de alemanes, se fascina con el nacionalsocialismo, se siente parte del cambio y del orgullo que propone Hitler. La hija del matrimonio, Constanza, va a descubrir, en una Berlín atribulada, la noche, el jazz, el amor, las incontables formas del deseo, la traición.Entre ambas mujeres que se admiran y recelan, estará Ignacio, diplomático al fin, como un árbitro imparcial. También mostrará que un embajador no le debe cuentas solo a su patria, sino que el honor que representa se lo debe también a la historia y a su tiempo.Luis Carranza Torres ha escrito uno de esos raros milagros literarios, una novela cuyos personajes siguen en la cabeza del lector mucho después de haber terminado el libro. Mujeres de invierno es un clásico inmediato de nuestro tiempo.
Cuatro preguntas clave sobre la Saga de la Segunda Guerra Mundial
📌 ¿Cuántas novelas son?
Está compuesta por tres libros: "Mujeres de invierno", "Hijos de la tormenta" y "Náufragos en un mundo extraño".
📌 ¿Quiénes son los personajes principales?
Tiene como protagonista a la familia López de Madariaga y comienza con su viaje a Berlín 🇩🇪, ciudad donde Ignacio ocupará el puesto de embajador argentino.
📌 ¿Cuándo ocurre?
Comienza en los años 30, por lo que los personajes serán testigos de cada momento desde el ascenso del Tercer Reich y se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
📌 ¿Qué temáticas se ponen en juego?
La Alemania más oscura es escenario de un abanico de historias tan intensas como atrapantes: redes de espionaje, amor, poder, pasión y una reconstrucción histórica exhaustiva de aquellos tiempos difíciles y desafiantes.