Una presentación de novela a toda historia

 


por Luis Carranza Torres


Hacía tiempo que buscaba escribir una novela que incluyera a San Martín. De hecho, mi esposa me recordó que llevo treinta años en el tema. Ella muy generosamente, incluso, fue al Instituto San Martiniano al ayudarme a documentarme.

Inicialmente iba a ser sobre el período en el ejército español. Terminó ambientada en el período previo al cruce de los Andes, cuando de uno y otro lado de la cordillera arreciaba una guerra de espías, falsa información y secretos nunca antes vista. 

"Vientos de libertad: la novela que reescribe la historia", decía en el mail de la editorial. Y puede que hace bastante de eso. En el mejor de los sentidos, la novela histórica reedita, acerca, inicia en las cuestiones de Clío al público que usualmente no capturan los libros técnicos del ramo.

¿Qué mejor lugar para presentar una novela histórica que involucra a una de las mayores gestas sanmartinianas que el propio Museo Histórico Nacional?

Fue el 15 de agosto de 2025, con una recorrida previa por la soberbia colección sanmartiniana que atesora. Luego tuvimos una charla a sala llena junto a Jessica Gualco, editora de Del Fondo, para terminar con una firma de ejemplares. 


Nunca pensé en tener la dicha de poder presentar en ese entorno de resguardo de nuestra memoria colectiva, una obra mía. Pocos lugares más adecuados al tema, pues allí, en el Museo Histórico Nacional, es donde se resguarda gran parte del acervo sanmartiniano de nuestros país. Objetos que tienen su lugar en las páginas de la historia que se narra en Vientos de Libertad

Quizás la pieza que más destaca es la reconstrucción exacta del dormitorio donde San Martín vivió sus últimos días en la ciudad de Boulogne, Francia. Las piezas originales fueron donadas en 1899 por su nieta Josefa Balcarce y San Martín de Gutiérrez Estrada, quien asimismo las acompañó por un croquis sobre su ubicación en la habitación que permitió lograr tal nivel en la reconstrucción.

Por las dimensiones de la cama, entre otros datos, se estima que la altura de San Martín era de 1,70 m. Más alto que el común de su época. 

Además, se puede ver en el Museo la impresionante sala del Sable Corvo, custodiada por el Regimiento de Granaderos y precedida por la sala Armas del Pueblo, con diversos elementos que pertenecen a las milicias y personajes históricos que lucharon por la soberanía. Varios de los cuales aparecen en la obra.

San Martín compró el sable en Londres en 1811, usado. De origen árabe, tiene una hoja de "acero de Damasco”, conocido por su gran calidad, filo, resistencia y por ser muy liviano. Este tipo de sables era la moda entre los oficiales en la época, iniciada por los franceses luego de la expedición de Napoleón a Egipto. No fue su única arma blanca, pero sí la más distintiva y que lo acompañó en todas las campañas de la independencia. 

El mismo fue legado por testamento a Juan Manuel de Rosas. La hija de éste, Manuelita Rosas, fue quien lo donó al museo donde hoy se conserva. Hemos escrito respecto de este itinerario del sable en el artículo en este mismo blog titulado Tres testamentos para un sable corvo.


Se halla también en el museo, el sombrero elástico o "Falucho" que usaba el Libertador y que aparece en el capítulo 4, en la despedida entre Remedios y José cuanto éste debe partir a Córdoba para entrevistarse con Pueyrredón para convencerlo que el cruce es una operación militar viable. 

"Sin aviso previo, Remedios le saca el falucho azul oscuro que lleva bajo el brazo y se lo coloca con gracia. Debe estirar para eso los brazos al tope, por la diferencia de altura. Abarquillado con dos puntas prominentes, está recubierto en hule para protegerlo de las inclemencias. Sencillo al extremo, no tiene más adorno que la escarapela celeste y blanca, con presilla y borlas de canelón de oro por remate en cada pico"

Ese tipo de sombrero era común entre los jefes militares de la época. Fiel a su carácter austero, el de San Martín era de los más simples, sin tener el colorido ni adorno alguno de plumas como se acostumbraba. 

Mide 47 cm de largo, lleva un cintillo y dos galones transversales de hilos metálicos. Su recubrimiento en tela engomada y cuero lo volvían impermeable y apto para el clima hostil. Por tal razón es que San Martín optaba por usarlo en sentido vertical, diferenciándose del estilo napoleónico, para tener una mayor protección a su rostro.

Como único detalle luce los cinco galoncillos dorados en pirámide, que representan su cargo de general en jefe del Ejército de los Andes. 


También integran la colección sanmartiniana del museo las charreteras las usó el Libertador en su uniforme. Se trata de insignias que se colocan en los hombros de los uniformes, para indicar el rango. Nacieron en Francia en el siglo XVIII como parte del reglamento militar de 1765, bajo el nombre épaulette (“pequeño hombro”). A lo largo del siglo XIX, se volvieron más rígidas y ornamentadas, llegando a su apogeo en 1838.

Las de San Martín tienen bordadas un sol, una estrella de ocho picos y el gorro frigio (símbolo de la libertad) en hilo y lentejuelas. Las mismas corresponden al grado de coronel y coronel mayor en su primer modelo. 

Por eso no tienen todavía las ramazones de laurel y palma alrededor de la estrella de ocho puntas correspondientes al grado de brigadiera, el que accedió luego de la batalla de Maipú, luego de rechazarlo en varias oportunidades. de las correspondientes a  charreteras se usan sobre los hombros y son símbolo de la autoridad de quien las usa. 

Hay una frazada que San Martín usó en el cruce de los Andes, la expedición que dio inicio a su plan para liberar América y el hecho alrededor del cual gira la trama de Vientos de Libertad. Tejida en un telar, es de lana teñida de color rosa fuerte con los bordes y decoraciones de color verde. 

Recordemos que no solo se procuró abrigo a todos los soldados y auxiliares que colaboraron con el cruce: incluso los mismos caballos de combates tuvieron mantas para resguardarse del frío.

Otro de los elementos de la novela presentes en el museo es el poncho que los pehuenches le regalaron a San Martín. Es símbolo de la alianza que establecieron y un reconocimiento a su autoridad.

Ese es el mismo que aparece en el capítulo 27, titulado La consulta, en que se lee: "Luego se intercambian regalos y el gobernador recibe, entre otras cosas, un poncho blanco hilado, tejido y hecho por sus mujeres, cuyas guardas tienen un diseño que lo designaba Toki, es decir, jefe guerrero".

Uno de los momentos más emotivos fue posar con la novela con el facsímil de la declaración de nuestra independencia por detrás. Fue ese acto, llevado a cabo frente a toda la adversidad del momento, que contamos en detalle en  El peor momento para ser independientes,  que principia la trama de la novela. San Martín, decidido impulsor de la misma, se enterará estando en Córdoba.  

Allí, en el capítulo 9 conocerá el hecho, por una diligencia de su ayudante, el alférez Eulogio López de Madariaga, personaje de ficción que tendrá un papel importante en la trama.  

"Eulogio se encuentra ya contra el cabildo, tras un enjambre de transeúntes y curiosos, cuando el pregonero del establecimiento sale por la puerta principal, silla en mano, a la que se sube tras dar unos pasos. Agita la voz en medio de la multitud que se reúne a escuchar. Hay buenas nuevas para dar al patriótico pueblo. 

Son noticias de Tucumán, en donde el Congreso General allí reunido declaró la independencia de las Provincias Unidas de Sud América el pasado 9 de julio de 1816".

Entre las pinturas históricas del museo, todas ellas icónicas de nuestra historia, destaco a una en particular: el retrato realizado por José Gil de Castro del Libertador, retratado en uniforme de granadero tras la campaña de Chile. 

Se trata de una de las imágenes que más me guio para describir los detalles del uniforme. En particular, la banda celeste que lo identifica como general en jefe del Ejército de los Andes, y que se luce también en la portada de la novela.

San Martín tenía una predilección especial con el cuadro, donde se lo retrata a los 39 años, con pose solemne y un guiño napoleónico (a quien admiraba) dado la mano metida en la guerrera. Tal era su aficción a él que se lo llevó consigo al exilio en Europa.

Luego del recorrido, la presentación de la novela se llevó a cabo en una de las  salas del museo rodeados de libros. Mejor marco, imposible, para el diálogo sobre San Martín y los personajes de ficción de Vientos de Libertad que llevamos a cabo junto a Jéssica Gualco.  

Aspectos como la Remedios de Escalada real, que hemos contado en Una mujer admirable, una patriota ejemplar, sobre la verdad del Cruce de los Andes o sobre los libros de San Martín fueron también parte de la charla. 


Luego hubo firma y hasta la foto de rigor con los asistentes. Ahora, la novela es de ellos. Veremos el sentido y significado que le dan en sus lecturas. El drama de Sebastiana y Justo, en el medio de uno de los momentos más críticos de nuestro naciente país.  

Muy agradecido de todos los que asistieron, y que se agotaran los lugares tan pronto, a los dos días de anunciar la presentación. Y a la gente que prefirió estar aunque fuera de pie, para no perdérsela. Agradecidísimo desde el fondo del corazón.



En suma, y como podrán ver en las fotos, más que emocionado de poder haber presentado allí la novela. Y más allá del libro, el Museo Histórico Nacional es un lugar que vale la pena visitar. Se lo puede hacer de jueves a domingos y los feriados, en el horario de 11 a 19 horas. El ingreso es por orden de llegada, contemplando el aforo del museo. La entrada es gratuita. Como para no desaprovechar la oportunidad, si se presenta. 


Para seguir leyendo en el blog:


La novela de un país


La gesta sanmartiniana hecha novela


La verdad sobre el cruce de los Andes







SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.





Una mujer humillada y desposeída.

La tentación de recuperarlo todo.

Un secreto vital que obtener tras la cordillera.

Un general con un desafío por cumplir: cruzar los Andes.

 

Provincias Unidas de Sudamérica, 1816. Las tierras del antiguo Virreinato del Río de la Plata han declarado su independencia de la corona española, en el peor de los momentos posibles. El nuevo país, libre pero cargado de dificultades y retos, apuesta a remontar sus derrotas en el Alto Perú, con el audaz plan de formar un nuevo ejército y cruzar la cordillera para batir a los realistas por el oeste.

En Chile, Sebastiana Núñez Gálvez ha visto desbarrancar su mundo de lujos, pero también de oscuridades, tras la reconquista realista del país. Ajusticiado su esposo por liderar el bando patriota y confiscados todos sus bienes, malvive en la extrema necesitad. Una falta de todo que la ha hecho abjurar de cualquier creencia y hasta de su reputación, para conseguir subsistir.

El Mariscal español Marco del Pont lo sabe perfectamente, y le ofrece devolverle todas sus posesiones y alcurnia, a cambio de pasar a Mendoza y obtener el secreto mejor guardado del Gobernador de Cuyo y General en jefe de ese nuevo ejército, José de San Martín: por dónde pasarán sus tropas a Chile.

Sebastiana es una mujer decidida a todo para averiguarlo; apuesta para lograrlo a su antiguo y fuerte vínculo de amistad con la esposa del gobernador y General en jefe, Remedios de Escalada. No le importa tener que mentir, engañar o traicionar viejas lealtades.

Pero la imprevista relación con un oficial de granaderos trastocará sus planes. Alguien que, precisamente, debe mantener a los secretos de su jefe a salvo de los espías realistas. 







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