La estatura del Libertador


Fotomontaje de Javier Candellero


Luís Carranza Torres

Especial para el blog

José Francisco de San Martín Matorras es una personalidad múltiple, más nombrado que comprendido por la historiografía, aun cuando eso pueda parecer extraño a primera vista.

Coincidimos con lo dicho por René Favaloro en el prólogo de su libro "¿Conoce usted a San Martín?":  "El análisis cuidadoso de su vida, a mi entender, demuestra que la gran mayoría de los argentinos no la conoce en profundidad".

Samuel Haigh, un inglés viajero que lo conoció en Chile en el año 1817 nos dejó en sus “Bosquejos de Buenos Aires , Chile y el Perú” la siguiente descripción: “me impresionó mucho el aspecto de este Aníbal de Los Andes. Es de elevada estatura y bien formado, y todo su aspecto sumamente militar: su semblante es muy expresivo, color aceitunado obscuro, cabello negro, y grandes patillas sin bigote; sus ojos grandes y negros tienen un fuego y animación que se harían notables en cualesquiera circunstancias. Es muy caballeresco en su porte, y cuando le vi conversaba con la mayor soltura y afabilidad con los que le rodeaban; me recibió con mucha cordialidad”.

Su vida fue la de un militar dedicado a sus deberes, por lo que llama la atención su carácter ilustrado y múltiples aficiones, formado casi por entero a partir de sí mismo.

 Manejaba con solvencia varios idiomas. Era un gran lector en inglés, francés y latín, y a todos lados trasladaba su biblioteca personal. Incluso al cruzar los Andes, se preocupó por acondicionar sus libros en arcones para soportar la travesía.

Gerónimo Espejo, subordinado suyo en el Ejército de los Andes, donde llegó a oficial desde soldado raso, nos dice de su jefe: “Su voz era entonada, de un timbre claro y varonil, pero suave y penetrante, y su pronunciación precisa y cadenciosa. Hablaba muy bien el español y también el francés (…) Cuando hablaba, era siempre con atractiva afabilidad, aun en los casos en que tuviera que revestirse de autoridad. Su trato era fácil, franco y sin afectación, pero siempre dejándose percibir ese espíritu de superioridad que ha guiado todas las acciones de su vida. Tanto en sus conversaciones familiares cuanto, en los casos de corrección, cargo o reconversión a cualquier subalterno suyo, jamás se le escapaba una palabra descomedida o que pudiese humillar el amor propio individual; elegía siempre el estilo persuasivo, aunque con frases enérgicas, de lo que resultaba que el oficial salía de su presencia convencido y satisfecho y con un grado más de afección hacia su persona. Jamás prometía alguna cosa que no cumpliera con exactitud y religiosidad. Su palabra era sagrada. Así todos, jefes, oficiales y tropa, teníamos una fe ciega en sus promesas”.

Es muy ilustrativo el informe respecto a su personalidad que el “Special Agent” del Departamento de Estado William Grafton Dulany Worthington, encargado por su país de promover mejores relaciones con Argentina, Chile y Perú, remite a Washington: "Es valiente, desprendido en cuestiones de dinero, sobrio en el comer y el beber (…). Es sencillo y enemigo de la ostentación en el vestir, decididamente retraído y no le tienta la pompa ni el fausto. Aunque un tanto receloso y suspicaz, creo que esta personalidad sobrepasa las circunstancias de tiempo en que le ha tocado actuar y las personalidades con quienes colabora. Habla francés y español y fue ayudante del Marqués de la Solana en la guerra peninsular. (…)

Confía mucho, según creo, en sus cualidades de estratego como militar y en su sagacidad y fineza en materia de partidos y de política; sin embargo parece haber encontrado en sus cualidades militares los mejores y más eficaces medios para seguir adelante. Me temo que si lo hacen Director, en Buenos Aires no tardará en descubrir algún complot y si ocupa el sillón de gobernante aunque sea por un año, su salud, lo mismo que su fama, sufrirán mucho, si no resultan destruidas para siempre. Cuando se concentra demasiado en asuntos políticos y diplomáticos, suele sufrir hemorragia de los pulmones y es de natural predispuesto a la melancolía, con alguna sombra de superstición. (…)

Con lo que dejo escrito estará usted en condiciones de formar una opinión sobre el Héroe de los Andes, a quien considero el hombre más grande de los que he visto en la América del Sur; creo que, de haber nacido entre nosotros, se hubiera distinguido entre los republicanos; creo también que, si se dirige al Perú, habrá de emanciparlo y que será el jefe de la Gran Confederación”.

Cuando fue Gobernador de Cuyo, su único cargo político en nuestro país, aun en el contexto de una economía y militarización de la sociedad en pos de organizar el Ejército de los Andes primero y luego el cruce de tales alturas, reformó el fisco, reactivó la industria, llevó a cabo diversas obras públicas. Mejoró el sistema sanitario, educativo y carcelario. Sería como protector del Perú que mostraría en mayor grado sus facetas gubernativas, desplegando políticas de un liberalismo ilustrado de corte nacional y base popular.

Gustaba de tocar la guitarra y hasta dar conciertos de ocasión a sus compañeros. Cultivó la amistad a lo largo de toda su vida. La pintura era otra de sus aficiones, adquirida en su período en España. Le gustaban en particular los paisajes marinos.

Durante su retiro en Francia, asistió a veladas líricas y conciertos en la Ópera de Paris, además de practicar la jardinería y horticultura en su casa de Grand Bourg. Otra de sus actividades era la carpintería, fabricando mobiliario en miniatura para las muñecas de sus nietas. Como puede verse, un hombre de múltiples intereses, no exento de gusto artístico y de la labor personal creadora.

En 1849 contrajo cólera, lo que le acarreó diversas complicaciones de salud. El 6 de agosto de 1850 tras salir en coche a pasear por la zona al retornar no pudo bajar de él y debieron cargarlo en brazos. Guardó cama hasta su fallecimiento. El 17 de agosto, pidió ser llevado a la habitación de su hija, donde la oyó leerle pues estaba prácticamente ciego de cataratas. Almorzó luego de eso y se recostó. Fallecería a las tres de la tarde, la misma hora en que los dos relojes que había en su casa, uno de pared y otro de bolsillo, se detuvieron.

Su nieta, Josefa Dominga Balcarce, quien brindó diversos datos para sus primeras biografías, tuvo un papel destacado en Francia. Constituyó una fundación y un albergue para dar alimento y techo a quienes lo necesitaran, que al estallar la Primera Guerra Mundial convirtió en un hospital, donde se atendió indistintamente a alemanes y franceses. Por tal acción, concluido el conflicto, el gobierno francés le confirió la Legión de Honor.

Como nos dice Espejo, que bien vale como resumen de su personalidad tan múltiple: “El general San Martín era de una inteligencia perspicaz, discreta y privilegiada. Como militar era tan diestro como experimentado en el servicio de campaña: estratégico como pocos; matemático hasta para las trivialidades; y previsor sin igual. Como político, era observador, creador, administrador, con una pureza y tacto exquisitos. De una laboriosidad infatigable, y popular en sumo grado. Estas eran las cualidades que lo hacían apto para el mando”.

Y vaya si lo ejerció, por media América, para la libertad de la misma. Pero no es menos al lado del hombre público y el guerrero, la personalidad del ser humano en su vida privada. Un ser inquieto, apasionado y que siempre imprimió a sus actos un férreo código de valores. 

Volvemos a René Favaloro, en un párrafo del libro citado al inicio, escrito en 1984, que pareciera mantener su vigencia:  "Preocupado desde siempre con todo lo que sucede en éste, mi pobre y amado país, he creído que recordando la vida de San Martín podemos obtener algunas conclusiones que nos guíen en un momento muy especial, en el que todos buscamos desesperadamente -a través de un nuevo intento democrático- el camino seguro y firme que nos lleve a concretar, en justicia y libertad, una nueva sociedad que la evolución de la humanidad requiere. El verdadero San Martín, con sus virtudes y defectos, nos puede ayudar."

Es algo con lo que estamos plenamente de acuerdo. 


Para seguir leyendo sobre el Libertador en el blog:

Los libros de San Martín


La verdad sobre el cruce de los Andes



Una novela de mujeres fuertes y apasionadas




NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  



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