Los brazos de la Venus de Milo
Por Luis Carranza Torres
Es una de las
esculturas más famosas de la Antigüedad Clásica, junto al Discóbolo de Mirón,
La Victoria de Samotracia y Laocoonte y sus hijos.
Representativa del
periodo helenístico de la escultura griega, fue creada en algún momento entre
los años 130 a. C. y 100 a. C.
Exhibida en el Louvre,
la Venus de Milo es también conocida como la Afrodita de Milos, por creerse que
representa a la diosa griega del amor. La escultura de mármol mide 2.11 metros
de alto y es famosa por su falta de brazos. Un riesgo que no es raro en las
estatuas antiguas.
La escultura fue
realizada en varios bloques de mármol blanco, cuyas uniones no son visibles, en
un tamaño ligeramente superior al natural.
Se trata de una Venus
púdica, un modelo muy imitado en siglos posteriores, de pose relajada y
sensual, con todos los cánones de la época en que se entendía la belleza. El
cabello, recogido, se halla realizado de una forma simple, con leve trabajo al
trépano.
La prenda que cubre la
parte inferior de la escultura, hecha con todo detalle, sigue los cánones del drapeado,
la representación formando pliegues que se adhieren o acompañan al cuerpo, muy propio
de la escultura griega clásica
El cuerpo está representado
al detalle, incluso en los pechos y la zona abdominal, en el entendimiento de
la época que la figura humana debía ser realiza con la mayor perfección para
aumentar la belleza de la obra.
Resulta una escultura
tridimensional, pues además de tener volumen puede ser vista desde diferentes
perspectivas. Un elemento fundamental que da mayor movimiento a la estatua es
el contrapposto, inciando en la base un desequilibrio de formas que afecta a
toda la estatua.
Además de su realismo,
el movimiento predomina en esta obra, debido a la utilización de la curva
prexiletiana por parte del escultor.
Se entiende que su
autor pudiera ser Alejandro de Antioquía, a partir del plinto que pudo haber servido de
base a la escultura, y que tiene la siguiente inscripción: “(Agés)andros, hijo
de Ménides, de Antioquía del Meandro, hizo la estatua”.
Algo que otros
expertos ponen en duda, pues el plinto en cuestión se ha perdido y la única fuente
al respecto es un grabado datado en 1821, hecho por Frédéric Clarac.
Fue descubierta en la
isla griega de Milos en 1820 por un campesino, Yórgos, quien la encontró
dividida en dos partes. No está claro si contaba entonces con los brazos, y se destruyeron
en el traslado de la estatua a Francia, evadiendo a las autoridades Otomanas
que controlaban ese territorio por la época, o fue encontrada sin ellas.
Hay diversas opiniones respecto de cómo estarían situados los brazos. Les dejamos una de ellas en 3D, basada en el boceto de restauración propuesto por Adolf Furtwängler de 1895, que incorporaba fragmentos de estatua encontrados en el sitio original.
La Venus de Capua, una escultura realizada durante el gobierno de Adriano (117 a 138 d.C.), puede también dar alguna pauta. Se presume que junto a la Venus de Milo, son reproducciones inspiradas en una escultura de la diosa Afrodita original perdida, cuya autoría sería de Lisipo, uno de los tres grandes escultores en la Grecia clásica de la segunda fase del clasicismo (siglo IV a. C.), junto a Escopas y Praxíteles.
Esta escultura daría la razón a quienes, a partir de la musculatura reflejada en el hombro izquierdo entienden que el brazo estaba alzado.
Aun sin la polémica sobre sus brazos, en aquello que todos coinciden es que estamos frente a una de los muestras más acabadas de la genialidad creadora que puede alcanzar en la piedra, los seres humanos.
Para leer más en el blog:
Los secretos de las gladiadoras
Dos amantes que se separan, que se pierden en los caminos que los alejan de Roma.
Amantes y guerreros, enfrentados por el lugar que cada uno ocupa en la sociedad,
que anhelan estar juntos sin que importe el mundo.
Entre Marte y Venus, en ese lugar imposible se libran todas las batallas.
Publio Valerio Aquilio, estrella ascendente del Senado romano, ha sido enviado a Germania por la ira del emperador que no quiere que nadie pueda hacerle sombra. Lo que para los demás es un exilio, para Publio se transforma en la búsqueda de su origen. Aunque pierda los encuentros secretos con Kendrya.
Kendrya, gladiadora celta que ha ganado la libertad, también escapa de Roma ante la imposibilidad de un lugar allí: no quiere seguir en las luchas en el Coliseo, no quiere más los encuentros clandestinos con Publio que, además, ha partido. Odia a Roma y a los romanos, por lo que asolar el Mediterráneo con actos de piratería le parece una buena forma de venganza.
Cada uno de ellos, guerreros y amantes, busca un destino al que aferrarse en un mundo convulsionado como una tormenta en medio del mar. Entre las sombras de un imperio decadente y las luces de una cultura, entre el despotismo imperial y la silenciosa revuelta, entre Marte y Venus, Kendrya y Publio libran una batalla imposible con ellos mismos.
Luis Carranza Torres retoma personajes y escenarios de Germanicus. El corazón de la espada en esta novela total sobre la Roma imperial, sobre las costumbres, la historia y la vida del siglo I d. C.