Vicisitudes de la eñe

 


Por Luis Carranza Torres


La ñ es la decimoquinta letra del alfabeto español y la duodécima consonante. Más de 15.700 palabras en castellano la contienen y más de 350 comienzan por esa consonante con sonido nasal palatal, lo que significa que el aire sale por nariz al pronunciarla y el dorso de la lengua se apoya contra el paladar.

Su nombre es femenino: la eñe y su plural, eñes.

No existe en el orden latino internacional, es la única letra del alfabeto español originada en España y no formó parte del diccionario de la Real Academia Española hasta 1803.

Caído el imperio romano, consonánticos latinos como gn, nn o ni evolucionaron en las lenguas romances hacia un sonido nasal palatal, inexistente en el latín. En cada una de estas lenguas se fue fijando una grafía distinta para representar este sonido: gn en italiano y francés, ny en catalán, nh en portugués. El castellano medieval escogió el dígrafo nn.

De allí surgió la eñe y la razón de su existencia fue una cuestión de ahorro medieval. De acuerdo a Alberto López en un artículo (La letra ‘ñ’, la identidad del español en el mundo de fecha 23 de abril de 2021) aparecido en la sección cultura del diario El País, "al parecer los monjes se vieron obligados a abreviar algunas letras duplicadas para encajar el mayor número de palabras en cada línea". 

De tal forma, la secuencia «nn» se escribía con una «n» muy pequeña denominada actualmente como virgulilla encima de una «n» de tamaño normal: había nacido la «ñ». Es decir sobre la letra duplicada que no se suprimía se escribía un trazo horizontal, . Es decir, que lo que conocemos como la letra ñ es en realidad el resultado de la abreviatura de dos enes consecutivas: 

Ello tuvo impacto en varias palabras. Por citar solo una, "annus" se transformó en "añus" y  de allí a nuestro "año". O de "donna" surgió "doña".

Las primeras letras ñ de la historia se encuentran en un texto fechado en 1176.

El castellano y el gallego optaron por esta fórmula de la ñ escrita y pronunciada, mientras que el portugués creó la combinación nh (Espanha), el francés y el italiano optaron por la combinación gn (Espagna) y el catalán introdujo la fórmula ny (Espanya).

Tales usos se continuaron de manera indistinta hasta que el rey Alfonso X El Sabio, llevó a cabo durante su reinado en el siglo XIII, una reforma ortográfica siguiendo su política de unificación lingüística. Gran lector, escritor e intelectual de la época, el monarca se decantó por la eñe como la opción preferente para reproducir las combinaciones fonéticas anteriores y fijar así las primeras normas del castellano. Para cuando Antonio de Nebrija realizó en 1492 su primera gramática española, su uso estaba extendido por la Península Ibérica.

Pero su afirmación como letra representativa de la lengua castellana no es tan antigua. De hecho, se trata de ocurrido en la década de 1990, cuando la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) quiso eliminar la ñ de los teclados de computadoras para uniformar los mismos. 

De hecho, internet marginaba esta letra (junto a tildes y diéresis), que no pudo aparecer en las direcciones de correo electrónico ni de dominios web hasta el 2 de octubre de 2007.

A tal intensión le salieron al cruce una pluralidad de enfáticos defensores, dentro y fuera de España. La mismísima Real Academia Española lo rechazó de plano, calificándolo de “atentado”. Escritores como Mario Vargas Llosa, Fernando Lázaro Carreter o Gabriel García Márquez, se pronunciaron de igual forma.

El premio Nobel Gabriel García Márquez  expresó que: “Es escandaloso que la Comunidad Europea se haya atrevido a proponer a España la eliminación de la ñ solo por razones de comodidad comercial. Los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la ñ no es una antigualla arqueológica, sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejo atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”.

Tras ello, el Gobierno español aprobó un Real Decreto el 23 de abril de 1993 que mantenía la obligación de la ñ en los teclados, acogiéndose al Tratado de Maastricht, que admitía excepciones de carácter cultural que ya existieran antes de la creación de la UE.

Y cuando a España le toco presidir la Unión Europea y eligió como símbolo de su etapa al frente de la comunidad las estrellas de la Unión rodeando una formidable letra eñe.

Es por ello que en siglo XXI la letra ñ se convirtió en el símbolo más utilizado para representar la identidad del idioma castellano. El editor  estadounidense Bill Teck, autor del Diccionario oficial de Spanglish, denominó la cultura hispana y su influencia en Estados Unidos como la generación Ñ y hasta publicó una revista con ese nombre. 

Claro que no se trata de una letra ni de un fonema son exclusivos del castellano. Tanto el  gallego como el asturiano y el euskera, la utilizan. En Hispanoamérica hay muchas lenguas indígenas que la han adoptado, tales como el mixteco, el zapoteco, el otomí, el quechua, el aymara, el mapuche y el guaraní. Otras culturas que también tuvieron contacto con el castellano cuentan con la ñ, como el papamiento de Curazao, el tagalo y el chabacano de Filipinas, el bubi de Guinea Ecuatorial o el chamorro de Guam.

También el tártaro de Crimea, el malayo y el nauruano la utilizan, y en el caso de muchos idiomas de Senegal; por ejemplo en el idioma wólof, la ñ se usa como en español para el sonido nasal palatal. Senegal es único de los países de África Occidental que utiliza esta letra. Asimismo, en el idioma tetun de Timor Oriental también se adoptó la ñ para representar el mismo sonido en préstamos portugueses representados por nh.

Hasta mediados del siglo XX la adaptación de la ñ como nn era lo más común en inglés. Sin embargo, ahora empieza a verse en algunos términos tomados del castellano, como jalapeño, piña colada y El Niño, aunque en otras palabras, como la española cañón, se adaptaron utilizando "ny", es por eso que el Gran Cañón del Colorado se escribe como "Grand Canyon".

En setiembre de 1999, José Peña, presidente del Comité de Asuntos Fronterizos de Tejas, un hispano que trabajó en la Administración del presidente republicano Ronald Reagan, a quien se unió el cónsul general de México en Dallas, Luis Ortiz-Monasterio, más el apoyo de las Cámaras Hispanas de Comercio de Dallas y de varias asociaciones hispanas, lograron una de las victorias más importantes respecto a la letra al acordar las autoridades de la ciudad de Dallas la corrección de los errores ortográficos e incluir la letra ñ en la autopista interestatal 35 que recibe el nombre de “Mañana” y que es asimismo conocida como la carretera del Tratado del Libre Comercio (TLC, que incluye a EEUU, Canadá y México), que se inicia en la ciudad de Duluth (Minnesota) y finaliza en Laredo (Tejas). 

Quizás esa sea una de las últimas fronteras por conquistar para esta letra tan nuestra y con tanta historia por detrás.  

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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  












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