La historia detrás de un corte de manga
El teniente primero Carlos Federico Domínguez Lacreu,
jefe de compañía A del Regimiento de Infantería N° 25, marchaba junto a sus
soldados, ese 14 de junio de 1982, desde sus posiciones en el aeropuerto.
Su compañía había ocupado durante el conflicto, posiciones
de combate en paralelo a la vital pista de aviación, y al sur de la misma,
desde la cabecera de pista y hasta donde se encontraba la Aeroestación, a una
distancia de la pista de aterrizaje de unos 60 metros.
Desde donde se encontraban, y hasta las playas de la
península de Fracynet donde se preveía que desembarcaría el enemigo, había sólo
unos 120 metros.
Ese día, el teniente primero se había enterado de la
rendición argentina por haber hallado a unos corresponsales de guerra ingleses
en Puerto Argentino. Más tarde, su jefe de regimiento, mandó a llamar a todos
los jefes de compañía y les transmitió la orden de rendición dada por el jefe
de brigada.
Había visto los ojos brillantes, de bronca
e impotencia, de su jefe de regimiento al transmitirle la orden. Tan sentido era el momento, que por
respeto a su jefe, ninguno de ellos, jóvenes oficiales al mando de las
compañías del regimiento, se animó a realizar el mas mínimo comentario.
La rabia y la impotencia era entre ellos, la misma que
experimentaban otros muchos.
Atrás quedaban los días de intensos combates, con
hechos que generaban un gran entusiasmo en la tropa, pues si bien durante la
noche los combates arreciaban, habían visto también caer a los Harriers ingleses
frente a sus ojos, o como se había instalado
la lanzadera de misiles exocet que desde desde la playa, impactó a un buques
enemigo que los cañoneaba.
Todo eso quedaba ahora atrás. Como si hubiera pasado
no ayer mismo, sino hacia mucho tiempo.
Al acto de la rendición, seguían las cuestiones
atinentes a la burocracia de la derrota. Había un cronograma ya establecido, de
acuerdo al cual debíamos presentarse con las tropas bajo su mando, a entregar
el armamento en un punto de reunión fijado por los ingleses.
No fue fácil explicarle a sus soldados, que debían
entregar las armas. Nadie quería rendirse. A ninguno le resultaba fácil hacerlo.
Su tropa estaba desmoralizada pues la noticia de la
derrota la había impactado. No podían creer que todo hubiera terminado. Querían
seguir peleando y no entregar el armamento.
El teniente primero debió explicar a los una vez
conscriptos, a los que la guerra había hecho veteranos del combate, que no
podían librar ellos su propia guerra y que debía cumplirse con la orden del
Jefe de Regimiento y entregar el armamento.
Al marchar al lugar de entrega de las armas, el
teniente primero les recordaba que eran soldados argentinos, diciéndoles que
marcharan con orgullo, con la frente en alto.
Mientras estaba hablando con su gente, se habían
instalado a sus espaldas unos periodistas ingleses, y comenzado a filmar la
escena.
Como Domínguez Lacreu estaba con ánimo para sumar a la
bronca, el ser usados para propaganga, fue hasta delante de la cámara y les
hizo un corte de manga.
Su intención no era otra que echarles a perder lo que
estaban filmando, y que no pudieran usarlo luego.
En lugar de ser descartado, la filmación recorrió el
mundo, pasando a ser el símbolo de que la rendición no era derrota, ni mucho
menos el abandono de aquellos valores por los que se había luchado.
Resumió la bronca, la impotencia y el no darse por
vencido ni aun rendido, de toda una Nación. Por eso fue una imagen que se replicó en muchas partes y al día de hoy se sigue recordando.
En el poema de Juan Luis Gallardo, titulado “Celebración
y elogio para un corte de manga”, acaso se resuma los sentimientos que ese
acto, produciría en sus compatriotas:
Fue el tuyo un
admirable corte de manga clásico,
planetario,
doméstico, académico y básico.
Fue un gran corte
de manga, armonioso directo,
superlativo
homérico, delicioso, perfecto,
sublime,
cosmogónico, excelso, escatológico,
musical,
metafísico, ejemplar, pedagógico.
Te agradezco
soldado tu arrebato atrevido,
aunque ignore tu
nombre e ignore tu apellido.
Ni siquiera
llevabas distintivo ninguno,
anónimo guerrero
del sarcasmo oportuno.
Agradezco tu gesto
repentino y audaz;
agradezco tu gesto
patriótico y procaz.
(...)
Con su órbita
inconclusa, tu antebrazo ascendente
dirá de la
existencia de un asunto pendiente.
Plástico y
elocuente tu ademán detenido
gritará que la
guerra no es asunto concluído.
Pués allí,
circundadas por espuma revuelta,
LAS MALVINAS
esperan, esperan nuestra vuelta.
Y tu corte de
manga nos señalará el camino
Que nos lleve otra
vez hasta PUERTO ARGENTINO.
También, recuerda las cuentas pendientes, para no olvidarlas en el devenir de la historia, agregaría de mi parte. Tal como Katzenbach me dijera, eso es lo que significa el corte de manga del teniente primero Domínguez Lacreu en ese día: la adversidad de no caer vencido, sin importar de qué adversidad se trate. Y eso, concuerdo con John, es heroísmo en estado puro. Algo que incluso, va más allá de la misma Guerra de Malvinas.
Artículo publicado originalmente en el libro A.A.V.V. Malvinas. Historias ocultas de guerra, Fundación Malvinas Argentinas-Ediciones del Boulevard, Córdoba, 2012, pp. 161/2 y 175. Actualizado el 6 de julio de 2022 para la sección Malvinas Argentinas de este blog.
Fuentes/Para saber más:
Domínguez Lacreu, Carlos Federico. Entrevista vía correo electrónico. 22 y 23 de agosto de 2011.
Un buen video para
ver la escena que se narra en esta historia, está subido a YouTube y se halla
disponible en internet desde http://www.youtube.com/watch?v=HWM6M3LVhEI (último acceso 23 de agosto de 2011)
El poema completo
de José Luis Gallardo, “Celebración y
elogio para un corte de manga”, está disponible en
internet desde: http://www.lapatriagrande.com.ar/corte.htm (último acceso
23/08/2011).
Carranza Torres, Luis, Un explorador del miedo y la angustia humanas, aparecido en la contratapa del diario Comercio y Justicia del 12 mayo de 2017.
Para leer más en el blog sobre Malvinas:
"Braves, very braves" de la Fuerza Aérea Sur
La artista oficial (británica) de la guerra