Los secretos de Ben-Hur
por Luis Carranza Torres
La novela Ben-Hur, cuyo título original es "Ben-Hur: A Tale of the Christ", fue publicada por primera vez el 12 de noviembre de 1880, con gran suceso desde sus inicios, sobre todo por la historia de la conversión de un príncipe judío ficticio, Judá Ben-Hur, en la época de Jesucristo, que renuncia a la venganza por lo padecido por su familia con los romanos para abrazar la fe cristiana.
Su autor, Lewis "Lew" Wallace, tuvo una vida tan particular como su personaje más famoso de novela. Nacido en Brookville, Indiana, un 10 de abril de 1827 fue un abogado, militar, político, diplomático y escritor estadounidense.
Nombrado coronel del 11.ª regimiento de Infantería de Indiana al inicio de la Guerra de Secesión, luego de estudiar las unidades de élite del ejército francés, decidió entrenar y equipar a sus hombres a imagen de los zuavos franceses. Con ellos en junio de 1861 ganó una batalla en Romney, West Virginia, lo que le valió para ser ascendido a general de brigada y pasar a comandar la Brigada de voluntarios de Indiana. Su conducta durante la batalla de Shiloh, al mando de la 3.ª División bajo la dirección de Ulises S. Grant fue censurada y el propio Grant le enrostró haber desobedecido sus órdenes, avanzado por donde no debía y comprometido la suerte de las armas de la Unión. Tal hecho frustró mucho de sus posibilidades en el ejército.
Formó parte del tribunal militar que juzgó a los conspiradores por el asesinato de Abraham Lincoln, al final de la guerra y de otros casos de la justicia militar.
Entre 1866 y 1867 participó en la entrega secreta de armas en México al ejército de Benito Juárez a fin que expulsar a los franceses y destronar al emperador Maximiliano en ese país. Luego fue gobernador del Territorio de Nuevo México, de 1878 a1881 y ministro plenipotenciario en el Imperio otomano de 1881 a 1885.
Si bien Ben-Hur no es su única novela, sí se trata por lejos de la más famosa. No era el realidad el libro que pensaba escribir inicialmente. Un amigo cercano R. G. Ingersoll, quien era ateo, le propuso que escribiera un libro en donde mostrara en forma documentada, que Jesús jamás había existido. Sin creencias religiosas, Lewis aceptó el encargo. Sin embargo, mientras se documentaba, llegó exactamente a la conclusión contraria. Jesús no solo no era un personaje de leyenda y había existido históricamente, sino que encontró en su prédica una respuesta a las necesidades espirituales de su propia vida. Por ello declaró que: "Como resultado de mis investigaciones y años de estudio, yo me convencí de que Jesucristo no sólo es el Salvador del mundo, sino que también es mi Salvador personal”. A modo de testimonio de ello escribió la novela “Ben-Hur”.
Se entiende en círculos literarios estadounidenses que Ben-Hur es el libro cristiano más influyente del siglo XIX. De hecho, su aparición contribuyó en no pocos sitios a revocar la prohibición de leer novelas que algunos líderes religiosos mantenían por la época en las comunidades más ortodoxas de Estados Unidos.
La historia de Judá Ben-Hur es, en cuanto al tránsito de creencias, bastante tomada de la interioridad de su autor. Uno de los atractivos del libro es su multidimensionalidad: puede verse como una novela de aventuras en el sentido más superficial, como una novela histórica muy bien documentada o como el reflejo literario de las dos cuestiones principales y más atrayentes en el cristianismo: la necesidad del perdón y la posibilidad cierta de redención.
Si bien desde lo literario algunos han criticado la lenta evolución de la trama y lo pesado de algunas descripciones y diálogos, no es menor que posee algunos reflejos estilísticos poco comunes, como la narración de la batalla naval desde la perspectiva de los remeros, aprisionados en las entrañas de la nave sin saber a ciencia cierta lo que ocurre por fuera de esa caparazón de madera en que se hallan encadenados a sus remos y compartiendo la suerte de la nave.
Una combinación de todo eso explica el por qué, a inicios del siglo XX, en el año 1900 llegó a ser la novela más vendida en Estados Unidos, superando en ventas a La cabaña del Tio Tom, publicada en 1852. Permaneció en tal sitial hasta la publicación de Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell en 1936.
La más conocida de las adaptaciones fue sin duda la tercera, rodada en 1959 bajo la dirección de William Wyler y protagonizada por Charlton Heston.
Fue la película más cara de la historia en su época, pero por suerte para los nervios de los productores la taquilla acompañó al filme, convirtiéndolo en la segunda película más exitosa de la historia, por detrás de Lo que el viento se llevó. Ganó además, 11 premios Oscar de la Academia, incluyendo mejor película y mejor actor para Heston quien no había sido la primera opción de los realizadores.
De hecho, solo después que Burt Lancaster, que confesó aburrirse como una ostra con el guion, y Paul Newman, reacio a mostrar las piernas, lo rechazaran es que se lo había convocado.
La escena de la carrera de cuadrigas pasó a los anales de la historia del cine. Filmada sin efectos especiales, con un trabajo de gran riesgo de los dobles, con un duración de nueve minutos llevó tres meses de rodaje y su preparación, un año previo.
Una última versión se rodó en 2016, protagonizada por Jack Huston y poblada de efectos especiales que no consiguieron demasiado suceso.
Para leer más en el blog:
Los secretos de las gladiadoras
Dos amantes que se separan, que se pierden en los caminos que los alejan de Roma.
Amantes y guerreros, enfrentados por el lugar que cada uno ocupa en la sociedad,
que anhelan estar juntos sin que importe el mundo.
Entre Marte y Venus, en ese lugar imposible se libran todas las batallas.
Publio Valerio Aquilio, estrella ascendente del Senado romano, ha sido enviado a Germania por la ira del emperador que no quiere que nadie pueda hacerle sombra. Lo que para los demás es un exilio, para Publio se transforma en la búsqueda de su origen. Aunque pierda los encuentros secretos con Kendrya.
Kendrya, gladiadora celta que ha ganado la libertad, también escapa de Roma ante la imposibilidad de un lugar allí: no quiere seguir en las luchas en el Coliseo, no quiere más los encuentros clandestinos con Publio que, además, ha partido. Odia a Roma y a los romanos, por lo que asolar el Mediterráneo con actos de piratería le parece una buena forma de venganza.
Cada uno de ellos, guerreros y amantes, busca un destino al que aferrarse en un mundo convulsionado como una tormenta en medio del mar. Entre las sombras de un imperio decadente y las luces de una cultura, entre el despotismo imperial y la silenciosa revuelta, entre Marte y Venus, Kendrya y Publio libran una batalla imposible con ellos mismos.
Luis Carranza Torres retoma personajes y escenarios de Germanicus. El corazón de la espada en esta novela total sobre la Roma imperial, sobre las costumbres, la historia y la vida del siglo I d. C.