El inicio público de Julio César



 Corría el año 78 a.C. cuando un desconocido Cayo Julio César inició una carrera como abogado en el Foro de Roma. Tenía por entonces sólo 22 años, mucha hambre de figuración y más todavía de conseguir sestercios para solventar sus siempre abultados gastos. Pronto se destacó por su cuidada e implacable oratoria, así como por llevar adelante los casos más polémicos. Esos que nadie quería aceptar por las complicaciones sociales que traían aparejados.

El primero de ellos fue la acusación contra el excónsul Cneo Cornelio Dolabela por corrupción, quien luego de dejar el consulado y ser nombrado al año siguiente procónsul en Macedonia, al parecer allí había malversado los fondos del Senado y pueblo romano. 

Se trataba, el acusado, de un tipo de cuidado con fama de cruel y métodos para salirse con la suya al tono. Tal vez por eso, ha comprado al jurado y, además, siendo conocido por usar la violencia contra todos los que se enfrentan a él, ha dejado en claro que va a tomársela personal con quien se atreva a llevar la acusación. Por algo, en vísperas del inicio del juicio, no se encuentra todavía quien lo acuse. Recordemos a este respecto que el sistema judiciario romano no contaba en la época con fiscales, sino que la acusación era privada, por medio de un advocatus contratado por quienes denunciaban. 

En el caso se trataba de una delegación de sus antiguos gobernados, los macedonios. Como nos dice Santiago Posteguillo, que hace de tal pleito el núcleo de su última novela “Roma soy yo”: "En los macedonios había conciencia de ser un pueblo especial e indómito desde las campañas de Alejandro. La prueba es que hubo muchos gobernadores corruptos, pero sólo los macedonios denunciaron al suyo, a Dolabela". Claro que este había sido particularmente incapaz para mostrar algún logro de gobierno que no fuera expoliar a la región, lo que le granjeó el odio de la aristocracia macedonia. Esos mismos que con Alejandro había conquistado buena parte del mundo y que, además tenían mucho que perder si lo de Dolabela se convertía en costumbre. Una mezcla de “audacia, por orgullo y también porque era una región rica que podía pagar un juicio como este" los llevó, en opinión de dicho autor, a tomar tal actitud.

Cneo Cornelio Dolabela podía ser despiadado y de cuidado, pero distaba de creerse invulnerable. Sobre todo, por tener conciencia que los términos de la denuncia eran ciertos. Por eso, a más de la intimidación y el reparto de metálico entre sus futuros juzgadores, para mayor resguardo, había contratado para su defensa a dos de los más ilustres abogados de la época: Quinto Hortensio, apodado “Bailarín” por su manera de moverse durante sus discursos en los pleitos, y Lucio Aurelio Cotta. Esta último, uno de los mayores “procesalistas” de aquel tiempo, autor de la lex Aurelia judiciaria siete años antes, que reformaba las listas de jurados democratizando su integración al disponer que no solo estuvieran integradas por senadores, sino también por équites y tribuni aerarii.

Julio vio la oportunidad y decidió aprovecharla, como tantas veces haría luego en su carrera política y en sus mandos militares. Y aceptó defender la acusación. 

Hijo de un político patricio poco influyente que únicamente consiguió ser pretor antes de morir en una campaña militar, era además por parte de su madre, Aurelia Cota, de familia plebeya. Una que había adquirido el rango senatorial merced a la compra e influencias varias.

Su infancia transcurrió en un ambiente esencialmente femenino, entre su madre y sus dos hermanas. Padecía crisis epilépticas, lo que en la época aventaba los rumores de estar poseído por alguna maldad o llevar “por algo” un castigo de los dioses. Para sumar adversidades, su primer cargo público como Flamen Dialis o Alto Sacerdote de Júpiter fue anulado por el dictador Sila. 

Pocos lo conocían y casi nadie reparaba en él como hombre público antes de intervenir en tal juicio. A su término, era una figura pública en Roma.

Julio perdería el pleito, pero no antes de quedar en claro que lo denunciado era verdad y poner a todos en aviso de quien se trataba Cneo Cornelio Dolabela. El acusado fue absuelto con escándalo y el juicio dio para el comentario desfavorable de todos. 

Hay triunfos que son en realidad derrotas y a la inversa. El primer caso de Julio fue precisamente eso último: una derrota con aire de triunfo, una victoria moral que lo catapultaría a los primeros planos como hombre público en Roma. El inicio de una carrera hacia el mármol y el bronce que lo reflejaría en la historia como el más conocidos de todos los romanos.   


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NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba. 



Germanicus: El corazón de la espada
Novela histórica. 

Un guerrero en una encrucijada en la infinidad de caminos que conducen a Roma. Un hombre que no puede evitar desafiar al emperador, un militar que sabe que la espada está desprovista de intención, que el corazón de la espada es, en definitiva, el del que la maneja, quien resuelve, quien enfrenta su destino. En el siglo I d.C., durante el reinado de Domiciano, el imperio romano parece haber alcanzado dimensiones inconmensurables. Desde Asia Menor hasta Britania. En ese último confín, los romanos combaten a los bárbaros. En una de esas incursiones, comienza la encrucijada de Publio Valerio Aquilio, llamado Germanicus, un nombre que rechaza porque le parece una meta inalcanzable. A la sombra de un padre famoso, con responsabilidades que lo esperan en Roma, con una ambiciosa prometida que quiere hacer de él un césar, Publio encuentra el sosiego en el honor de la batalla, en la muerte honorable del enemigo. También en una aguerrida celta, esclavizada, que va a ser una gladiadora famosa, una mujer que va a tener a toda Roma a sus pies. En medio de una civilización refinada y cruel al mismo tiempo, capaz de las obras de arte e ingeniería más elevadas, pero también de hacer luchar a muerte a gladiadores, de arrojar a los incipientes cristianos a las fieras, Kendrya, la celta, y Publio se descubren en una encrucijada entre lo público y lo privado, lejos de las intrigas políticas y los deberes, un espacio oculto que los aleja de aquello que los oprime. Luis Carranza Torres ha escrito una novela ambiciosa, con una reconstrucción histórica precisa, que transporta al lector al lado de los personajes, casi como uno más en la historia.


Germanicus. Entre Marte y Venus
Novela histórica. 

Dos guerreros que toman caminos separados.
Dos amantes que se separan, que se pierden en los caminos que los alejan de Roma.
Amantes y guerreros, enfrentados por el lugar que cada uno ocupa en la sociedad,
que anhelan estar juntos sin que importe el mundo.
Entre Marte y Venus, en ese lugar imposible se libran todas las batallas.
Publio Valerio Aquilio, estrella ascendente del Senado romano, ha sido enviado a Germania por la ira del emperador que no quiere que nadie pueda hacerle sombra. Lo que para los demás es un exilio, para Publio se transforma en la búsqueda de su origen. Aunque pierda los encuentros secretos con Kendrya.
Kendrya, gladiadora celta que ha ganado la libertad, también escapa de Roma ante la imposibilidad de un lugar allí: no quiere seguir en las luchas en el Coliseo, no quiere más los encuentros clandestinos con Publio que, además, ha partido. Odia a Roma y a los romanos, por lo que asolar el Mediterráneo con actos de piratería le parece una buena forma de venganza.
Cada uno de ellos, guerreros y amantes, busca un destino al que aferrarse en un mundo convulsionado como una tormenta en medio del mar. Entre las sombras de un imperio decadente y las luces de una cultura, entre el despotismo imperial y la silenciosa revuelta, entre Marte y Venus, Kendrya y Publio libran una batalla imposible con ellos mismos.
Luis Carranza Torres retoma personajes y escenarios de Germanicus. El corazón de la espada en esta novela total sobre la Roma imperial, sobre las costumbres, la historia y la vida del siglo I d. C. 



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