Un Papa incomprendido

 


por Luis Carranza Torres

Joseph Aloisius Ratzinger tuvo una vida por demás particular, de la que el Papa Benedicto XVI no pudo escapar.

No tenía carisma, pero sí una sólida formación teológica. Fue un estrecho colaborador de Juan Pablo II en cuestiones de fe. Doctrinariamente, la Iglesia de hoy es en gran parte fruto de su labor como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Fue el primer Papa que participó como soldado en un conflicto, aun antes de alcanzar la edad militar. En virtud de las leyes de reclutamiento forzoso, durante la Segunda Guerra Mundial tomó parte en 1943 junto a todos sus compañeros de clase de un escuadrón antiaéreo en la Fuerza Aérea Alemana, sin dejar de asistir a clases aunque solo tres veces por semana. Tenía solo 16 años.

Al siguiente año, habiendo alcanzado la edad militar, es enviado al entrenamiento básico para la infantería alemana, pero su pobre estado de salud lo exceptuó del servicio de combate. 

Nada de eso lo salvó, en 1945, de ser enviado por el Ejército de Estados Unidos a un campo de prisioneros de guerra, si bien por un breve tiempo. 

Tampoco, lo salvó, muchos años después, de los injustos comentarios respecto de un pasado nazi o pertenecer a las SS. 

Hablaba diez idiomas, aunque fluidamente eran solo seis: alemán, italiano, francés, latín, inglés y español. Además de eso, podía leer el griego antiguo y el hebreo. Más allá de sus cargos eclesiásticos, era considerado uno de las mayores autoridades en su campo siendo miembro de diversas academias científicas de Europa y teniendo además del propio (un Doctorado en Teología ), otros ocho doctorados honoris causa de diferentes universidades.

El listado de ellas y su año de concesión, resulta una muestra clara de su actividad por lo bajo, sin estridencias pero sólidamente intelectual, le ganaron el respecto incluso antes de ser elegido Pontífice:  1984 College of St. Thomas en St. Paul/Minnesota; 1985 Universidad Católica de Eichstätt, 1986 Universidad Católica de Lima y Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima; 1988 Universidad Católica de Lublin, 1998 Universidad de Navarra en Pamplona, 1999 Universidad Libre Maria SS Assunta en Roma y 2000 por la Facultad de Teología de la Universidad de Wroclaw.

Fue además un eximio pianista y fan de Mozart. Luego de su elección como pontífice en 2005 la revista Time lo incluyó en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo.

Nació el Sábado Santo de 1927 en Marktl am Inn, diócesis de Passau, Alemania, siendo bautizado ese mismo día, 16 de abril. Diría luego al respecto en sus autobiografía: “ser la primera persona a ser bautizada en el Agua Nueva de la Pascua era visto como un acto muy significativo por parte de la Providencia. Siempre me he llenado de sentimientos de gratitud por haber sido inmerso en el Misterio Pascual de esta manera;...cuanto más lo reflexiono, tanto más me parece apropiado a la naturaleza de nuestra vida humana: aún esperamos la Pascua definitiva, aún no estamos en la plenitud de la luz, pero hacia ella caminamos llenos de confianza.”

Tales palabras marcan asimismo su estilo doctrinal como Pontífice. Su primera encíclica, firmada el domingo de Navidad de 2005, fue titulada, y no por casualidad, "Deus caritas est" (Dios es amor), tratando respecto del amor cristiano. 

Para sintetizar su carácter como intelectual, siempre recuerdo el encuentro que tuvo con Jürgen Habermas, un antiguo marxista crítico proveniente de la Escuela de Frankfurt,  en la Academia Católica de Baviera en Munich, el 19 de enero de 2004, antes del pontificado, donde conversaron sobre “las bases morales prepolíticas del Estado liberal”. Un evento intelectual que se desarrolló en un ambiente de diálogo y tolerancia entre quienes piensan muy distinto pero pueden dialogar y hasta acordar en algunas.  

Carla Bruni, modelo y cantante que era la primera dama de Francia al conocerlo, expresó en su cuenta de Instagram tras la noticia de su muerte: "Tuve el honor de conocer a Su Santidad el Papa Benedicto IVI en 2009 durante su visita de Estado a Francia. Me pareció un hombre de una inteligencia, una cultura y una profundidad extraordinarias". Sin mayores creencias religiosas, rescata algo de la piedad, palabra empleada en el mejor de los sentidos, que tenía Joseph Aloisius. Contra lo que usualmente se piensa respecto de su ortodoxia, no era cerrado a considerar cambios. 

Es así que cuenta Bruni que: "Un día de 2010, el Papa Benedicto XVI optó por cambiar y tener en cuenta la gravedad de la situación sanitaria relacionada con el virus del VIH. El impacto de las palabras de Ratzinger fue enorme: era la primera vez que un Sumo Pontífice "autorizaba" el uso del preservativo y esta autorización -aunque ínfima ante la emergencia médica real- modificó en profundidad la percepción de prevención frente al virus precisamente en países donde era una grave enfermedad. Por eso se lo agradezco de todo corazón".


Tuvo sus altas y sus bajas, así como algunas metidas de pata como todo intelectual cuando tiene que hablar para audiencias más generales. Pero también, desde hacía mucho tiempo un Papa no era tan atacado y difamado como él. 

Quizás su mayor gesto papal fue, precisamente, dar un paso al costado al entender que no podía dirigir la Iglesia como entendía que debía hacerse. Demostró en su abdicación, a la par de un dominio de las reglas jurídicas en la materia, su indiferencia a los cargos y al poder. 

Era como había dicho al ser elegido Papa el 19 de abril de 2005, en el 4° escrutinio del cónclave del Colegio Cardenalicio, convirtiéndose en el Pontífice número 265: “Queridos hermanos y queridas hermanas, después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador en la viña del Señor…”

Lejos de ser un logro o motivo de vanagloria, acceder al Papado había sido para él la imposición de un deber que no buscaba, pero que aceptó con el compromiso que ese concepto tiene en la clase media alemana. 

Humilde y sencillo pero, a la vez, con un carácter algo distante, entendió que no era la persona para ese momento en el pontificado y no dudó en arreglar las cosas.  

Con su resignación el 28 de febrero de 2013, la primera desde el siglo XIII, marcó una renovación que luego se afirmó en la elección del Arzobispo de Buenos Aires, Argentina, Jorge Bergoglio. Por primera vez en la historia un pontífice no era europeo, sino americano.

Como expuso el padre Sergio Omar Fochesato en su cuenta de facebook: "El Papa emérito Benedicto XVI fue un gran teólogo y pastor. Supo mostrar el esplendor de la Tradición y de la Liturgia, denunció la descristianización de Europa y Occidente, alertó sobre la dictadura del relativismo, dio testimonio de la unidad entre la Verdad y el Amor, supo cargar la Cruz con humildad y en silencio. Fue testigo de Cristo. Q.E.P.D. + y reciba la retribución a sus desvelos".

Al salir a la luz pública su testamento espiritual, se confirma una vez más las directrices que tuvo durante toda su existencia respecto de la no contradicción entre Fe y ciencia. Así como su mente aguda y analítica de los problemas de su tiempo.

Se expresa en dicho documento:

A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día.

No fue demasiado comprendido en vida. Con lo acertado y lo errado, como todo humano tiene en la labranza de sus obras de vida. Pero en su caso, resultan muchas más las luces que las sombras.  

Quiso alertar sobre las consecuencias que el vacío espiritual provoca en el corazón de los seres humanos, así como recordar la magnificencia que el amor divino provoca en nuestras vidas. Esperemos que tras su desaparición física se tome verdadera idea de su estatura intelectual y doctrinal. 


Para leer más en el blog:

Los secretos de las gladiadoras





Los mosquitos y la grandeza de Roma






NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021) y Los extraños de mayo (2022). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba. 



Germanicus: El corazón de la espada
Novela histórica. 

Un guerrero en una encrucijada en la infinidad de caminos que conducen a Roma. Un hombre que no puede evitar desafiar al emperador, un militar que sabe que la espada está desprovista de intención, que el corazón de la espada es, en definitiva, el del que la maneja, quien resuelve, quien enfrenta su destino. En el siglo I d.C., durante el reinado de Domiciano, el imperio romano parece haber alcanzado dimensiones inconmensurables. Desde Asia Menor hasta Britania. En ese último confín, los romanos combaten a los bárbaros. En una de esas incursiones, comienza la encrucijada de Publio Valerio Aquilio, llamado Germanicus, un nombre que rechaza porque le parece una meta inalcanzable. A la sombra de un padre famoso, con responsabilidades que lo esperan en Roma, con una ambiciosa prometida que quiere hacer de él un césar, Publio encuentra el sosiego en el honor de la batalla, en la muerte honorable del enemigo. También en una aguerrida celta, esclavizada, que va a ser una gladiadora famosa, una mujer que va a tener a toda Roma a sus pies. En medio de una civilización refinada y cruel al mismo tiempo, capaz de las obras de arte e ingeniería más elevadas, pero también de hacer luchar a muerte a gladiadores, de arrojar a los incipientes cristianos a las fieras, Kendrya, la celta, y Publio se descubren en una encrucijada entre lo público y lo privado, lejos de las intrigas políticas y los deberes, un espacio oculto que los aleja de aquello que los oprime. Luis Carranza Torres ha escrito una novela ambiciosa, con una reconstrucción histórica precisa, que transporta al lector al lado de los personajes, casi como uno más en la historia.


Germanicus. Entre Marte y Venus
Novela histórica. 

Dos guerreros que toman caminos separados.
Dos amantes que se separan, que se pierden en los caminos que los alejan de Roma.
Amantes y guerreros, enfrentados por el lugar que cada uno ocupa en la sociedad,
que anhelan estar juntos sin que importe el mundo.
Entre Marte y Venus, en ese lugar imposible se libran todas las batallas.
Publio Valerio Aquilio, estrella ascendente del Senado romano, ha sido enviado a Germania por la ira del emperador que no quiere que nadie pueda hacerle sombra. Lo que para los demás es un exilio, para Publio se transforma en la búsqueda de su origen. Aunque pierda los encuentros secretos con Kendrya.
Kendrya, gladiadora celta que ha ganado la libertad, también escapa de Roma ante la imposibilidad de un lugar allí: no quiere seguir en las luchas en el Coliseo, no quiere más los encuentros clandestinos con Publio que, además, ha partido. Odia a Roma y a los romanos, por lo que asolar el Mediterráneo con actos de piratería le parece una buena forma de venganza.
Cada uno de ellos, guerreros y amantes, busca un destino al que aferrarse en un mundo convulsionado como una tormenta en medio del mar. Entre las sombras de un imperio decadente y las luces de una cultura, entre el despotismo imperial y la silenciosa revuelta, entre Marte y Venus, Kendrya y Publio libran una batalla imposible con ellos mismos.
Luis Carranza Torres retoma personajes y escenarios de Germanicus. El corazón de la espada en esta novela total sobre la Roma imperial, sobre las costumbres, la historia y la vida del siglo I d. C. 




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