La Matanza de Masallé



 por Luis Carranza Torres


Ocurrida el 13 de setiembre de 1834, la Matanza de Masallé fue un punto de inflexión crucial, a sangre y fuego, en la política interétnica de las Pampas y un hito fundacional para la consolidación de la principal confederación indígena que el Estado argentino enfrentaría por décadas.

Se trató de un conflicto intra-indígena con profundas implicaciones geopolíticas para la llamada frontera interior.

La historiografía reciente ha puesto en relieve la complejidad del mundo indígena, que no era una unidad monolítica, sino un vasto y dinámico mosaico de cacicatos, linajes y alianzas con intereses contrapuestos.

Existía aproximadamente a partir de 1822 un proceso de asentamiento e influencia de los grupos de origen araucano en la Pampa y el norte de la Patagonia se conoce como Araucanización o Mapuchización. Se trató de un proceso implicó el dominio sobre los grupos indígenas originarios merced a una compleja mezcla de acciones de supremacía que incluyeron desde desplazamiento, la absorción, la transformación cultural o el exterminio de los pueblos preexistentes.

Tehuelches Septentrionales (o Günün-a-küna) de la pampa central y patagonia septentrional fueron desplazados hacia el sur, o absorbidos culturalmente por el proceso de aracaunización. Los Het (también conocidos genéricamente como Pampas o Puelches por los españoles) de la pampa oriental fueron absorbidos. Los Ranqueles del oeste de la Pampa si bien se consolidaron como una entidad distinta, no pudieron escapar a la influencia de los grandes caciques venidos de Chile.

La masacre se da en el contexto de una pugna de poder entre dos grupos de origen araucano, que se desplazaron de Chile para asentarse en el actual territorio argentino.

El primero en radicarse fueron los Borogas tras las luchas por la Independencia de Chile y las posteriores guerras civiles (como las operaciones de los hermanos Pincheira, guerrilleros realistas), los llevaron a buscar refugio y nuevas tierras al otro lado de la cordillera tras la caída de los realistas a quienes apoyaron. Su lugar originario era la región de Boroa, en la actual provincia chilena de Cautín.

Llegaron a los territorios de la pampa argentina a partir de 1822 acompañados inicialmente con los guerrilleros realistas de los hermanos Pincheira, lo que les proporcionó una ventaja militar de veteranos de guerra y armas de fuego conque adquirieron predominio respecto de los grupos indígenas autóctonos como los Tehuelches y Pampas.

Tras incursiones en el sur de Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fe, se asentaron y controlaron zonas estratégicas de la Pampa, principalmente en la región de Salinas Grandes, hoy provincia de La Pampa y en las áreas de Guaminí y Carhué en la actual provincia de Buenos Aires.

Mantuvieron relaciones con el gobierno de Juan Manuel de Rosas, al punto de participar como sus aliados en la Expedición al Desierto de 1833.

Los caciques borogas, como Mariano Rondeau y Cañiuquir, integraron las fuerzas aliadas que acompañaron y apoyaron la División Izquierda de la expedición, comandada por Rosas. Estos contingentes aportaron conocimiento del terreno, capacidad de combate y movilidad principalmente contra los ranqueles del cacique Yanquetruz.

Sin embargo, al término de la expedición, la relación se deterioró pues una vez terminadas las acciones militares, Rosas exigió a los caciques borogas la restitución inmediata de todos los cautivos y del ganado que tenían en sus tolderías. La negativa o demora de los borogas a entregar todos los bienes y personas solicitadas generó una enorme fricción y desconfianza en Rosas. El gobernador consideraba que el incumplimiento de estos pactos era una traición al acuerdo de paz.

En este contexto aparecen al siguiente año, 1834, también proveniente de Chile, los Huilliches encabezados por Juan Calfucurá, cacique originario de Llaima (Chile). Se trataba de una fuerza de más de dos mil lanceros huilliches.

El evento fue la ejecución de una traición premeditada, más que un enfrentamiento abierto. Calfucurá y sus guerreros llegaron a los toldos boroganos en Masallé, entre la actual Guaminí y Carhué, bajo un pretexto de paz y comercio. El cacique había enviado mensajeros avisando de su llegada, supuestamente con intensiones de negociar las mercaderías que traía (lanzas, telas, harina, objetos de plata).

Los caciques borogas, particularmente Rondeau, los recibieron de forma confiada, sin tomar precauciones para su defensa. 

El ataque se produjo en los toldos ubicados en el médano de Masallé, el 8 de septiembre de 1834. Tras la recepción ceremonial de las fuerzas de Calfucurá, con la realización de un parlamento o reunión de paz y la preparación de un festín o banquete para agasajar a los visitantes y sellar los supuestos acuerdos comerciales y de amistad, en un momento clave del encuentro, posiblemente durante o inmediatamente después del banquete, Calfucurá dio la señal. Sus guerreros, que habían entrado con sus armas o las tenían escondidas a mano, se lanzaron repentinamente contra los líderes borogas.

Los primeros objetivos fueron los grandes caciques generales: Mariano Rondeau y Melín o Melían, para eliminar la capacidad de reacción de la tribu. Tras eso se lanzaron sobre las tolderías, llevando a cabo una masacre general que incluyó a la denominada "chusma" (mujeres, ancianos y niños), además de los "indios de lanza" que intentaron defenderse. La acción fue rápida y completa, asegurándose el control total del territorio y los recursos de los vencidos.

Los pocos borogas que lograron sobrevivir tuvieron que someterse a los vencedores o huir en busca de refugio con otras parcialidades, como los ranqueles. Algunos sobrevivientes formaron la base de la posterior tribu de Coliqueo, que finalmente se asentó como "indios amigos" del gobierno de Buenos Aires en Los Toldos. Paradójicamente, la masacre forzó a parte de los vencidos a buscar la protección del "enemigo" criollo.

Las razones del ataque fueron complejas. La principal de ellas fue la captura de las Salinas Grandes, que los Borogas tenía y Calfucurá deseaba; se trataba no sólo de la principal fuente de sal para la Pampa y Buenos Aires sino de un nudo estratégico controlaba una parte vital del comercio y rutas de la pampa.

Si bien no hay una evidencia contundente de una participación u orden directa, algunos historiadores sugieren que Calfucurá actuó con la aquiescencia (o al menos la indiferencia) del gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.

Calfucurá justificó su acción ante Rosas como la venganza por la muerte del cacique Toriano (un cacique huilliche aliado) y como un castigo a los borogas por su supuesta doblez e incumplimiento de pactos con el gobierno criollo. El gobernante de Buenos Aires, fueran por su distanciamiento con los Borogas, o por alentar lo hecho, no tuvo reacción alguna frente a lo sucedido, confirmando tácitamente a Calfucurá como nuevo líder en tales regiones. 

La Matanza de Masallé de 1834 tuvo consecuencias que redefinirían el equilibrio de poder en el sur del continente por casi medio siglo. Luego de la masacre Calfucurá se proclamó "Cacique General de las Pampas" y estableció su capital en Salinas Grandes, forjando la llamada "Confederación de Salinas Grandes"; concluía la etapa de caciques menores y principiaban las grandes confederaciones político-militares indígenas.

Los ranqueles, si bien a veces se aliaron con Calfucurá para malonear la frontera criolla, a menudo actuaban como un polo de poder independiente y rival, especialmente por el control de rutas comerciales en el centro del territorio.

Los grupos de "indios amigos", Salineros o Ranqueles que bajo el liderazgo de Juan Catriel o Cachul habían pactado con los gobiernos de Buenos Aires o la Confederación eran sistemáticamente maloneados por los grupos que mantenían su autonomía, como Calfucurá. Para los líderes autónomos, atacar a los "amigos" era una forma de castigar la colaboración con el enemigo criollo y de debilitar al bando rival.

Con sus idas y vueltas, tal estado de cosas permanecería hasta la muerte de Calfucurá en 1873.



Para leer más en el blog:


Una nación hecha de a caballo


La novela de un país


La gesta sanmartiniana hecha novela


Un convenio fronterizo ejemplar




SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.





Una mujer humillada y desposeída.

La tentación de recuperarlo todo.

Un secreto vital que obtener tras la cordillera.

Un general con un desafío por cumplir: cruzar los Andes.

 

Provincias Unidas de Sudamérica, 1816. Las tierras del antiguo Virreinato del Río de la Plata han declarado su independencia de la corona española, en el peor de los momentos posibles. El nuevo país, libre pero cargado de dificultades y retos, apuesta a remontar sus derrotas en el Alto Perú, con el audaz plan de formar un nuevo ejército y cruzar la cordillera para batir a los realistas por el oeste.

En Chile, Sebastiana Núñez Gálvez ha visto desbarrancar su mundo de lujos, pero también de oscuridades, tras la reconquista realista del país. Ajusticiado su esposo por liderar el bando patriota y confiscados todos sus bienes, malvive en la extrema necesitad. Una falta de todo que la ha hecho abjurar de cualquier creencia y hasta de su reputación, para conseguir subsistir.

El Mariscal español Marco del Pont lo sabe perfectamente, y le ofrece devolverle todas sus posesiones y alcurnia, a cambio de pasar a Mendoza y obtener el secreto mejor guardado del Gobernador de Cuyo y General en jefe de ese nuevo ejército, José de San Martín: por dónde pasarán sus tropas a Chile.

Sebastiana es una mujer decidida a todo para averiguarlo; apuesta para lograrlo a su antiguo y fuerte vínculo de amistad con la esposa del gobernador y General en jefe, Remedios de Escalada. No le importa tener que mentir, engañar o traicionar viejas lealtades.

Pero la imprevista relación con un oficial de granaderos trastocará sus planes. Alguien que, precisamente, debe mantener a los secretos de su jefe a salvo de los espías realistas. 




Lo más leído