Santa Cecilia y la música


 

por Luis Carranza Torres


La música es mucho más que solo sonidos agradables para el oído; es una de las expresiones más fundamentales y antiguas del ser humano. Ha acompañado nuestra evolución desde la prehistoria y tiene un impacto profundo en nuestro cerebro, nuestras emociones y nuestra cultura.

Se trata, para el ser humano, de un pilar evolutivo y una necesidad emocional. Es la estructura sonora que nos permite expresar lo inexpresable, sentirnos vivos y conectados con algo más grande, ya sea con nuestro pasado, con los demás, o con el universo de nuestras propias emociones.

Se sabe que tocar o aprender un instrumento aumenta las conexiones neuronales, mejorando la memoria, la concentración y la coordinación.

Siendo la más abstracta de las expresiones artísticas, la música es un lenguaje universal del alma que nos permite la expresión sin Palabras para comunicar y liberar sentimientos que a veces son demasiado complejos o intensos para verbalizar.

No es raro por eso que actúe como un refugio en momentos difíciles, ofreciendo consuelo y la posibilidad de procesar el dolor o la soledad. Nos permite experimentar la catarsis, un desahogo emocional liberador.

Por otra parte, las melodías y las letras están fuertemente ligadas a nuestra memoria. Una canción puede transportarnos instantáneamente a un momento, un lugar o una persona del pasado.

Y no es menor su efecto en cuanto a la motivación en no pocas de nuestras actividades cotidianas, en las cuales usamos el ritmo y la intensidad para aumentar el rendimiento físico (ejercicio) o mental (estudio y concentración).

Cada 22 de noviembre se celebra el día de la música, asociado al recuerdo del martirio de Santa Cecilia de Roma, una patricia virgen y mártir del cristianismo primitivo que, según la tradición, vivió entre los años 180 y 230 d.C. siendo una de las santas más veneradas y un símbolo de la fe inquebrantable.

En 1584, el Papa Gregorio XIII la nombró oficialmente Patrona de los Músicos después de que se fundara en Roma la Academia de la Música, que lleva su nombre. Por eso se la suele representar en la iconografía cristiana tocando el órgano, el laúd u otros instrumentos musicales.

La celebración se difundió a partir del siglo XVII, especialmente en Europa, con festivales musicales dedicados a la santa.

Desafió las normas del emperador que prohibían enterrar a los cristianos y por ello fue arrestada, torturada y finalmente decapitada. 

Se cuenta que, durante su boda, mientras los músicos tocaban, ella cantaba en su corazón solamente a Dios: “Mientras sonaban los instrumentos profanos, ella cantaba en su corazón solo para el Señor”. (En latín: "Cantantibus organis, Caecilia in corde suo solum Domino decantabat.")

Esta frase sugiere que, a pesar del ruido festivo de su boda pagana, su verdadera devoción era interior y estaba dirigida únicamente a Dios, usando el canto silencioso como una forma de oración y resistencia. Esta devoción interior fue la que la convirtió en patrona de la música.

De allí que la historia de Santa Cecilia es un recordatorio del poder de la música como una forma de expresión de fe, devoción y resistencia. De la libertad interior que podemos atesorar, frente a las imposiciones del mundo exterior. Algo que incluso, va más allá de la religión que se profese. 


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NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba. 



Germanicus: El corazón de la espada
Novela histórica. 

Un guerrero en una encrucijada en la infinidad de caminos que conducen a Roma. Un hombre que no puede evitar desafiar al emperador, un militar que sabe que la espada está desprovista de intención, que el corazón de la espada es, en definitiva, el del que la maneja, quien resuelve, quien enfrenta su destino. En el siglo I d.C., durante el reinado de Domiciano, el imperio romano parece haber alcanzado dimensiones inconmensurables. Desde Asia Menor hasta Britania. En ese último confín, los romanos combaten a los bárbaros. En una de esas incursiones, comienza la encrucijada de Publio Valerio Aquilio, llamado Germanicus, un nombre que rechaza porque le parece una meta inalcanzable. A la sombra de un padre famoso, con responsabilidades que lo esperan en Roma, con una ambiciosa prometida que quiere hacer de él un césar, Publio encuentra el sosiego en el honor de la batalla, en la muerte honorable del enemigo. También en una aguerrida celta, esclavizada, que va a ser una gladiadora famosa, una mujer que va a tener a toda Roma a sus pies. En medio de una civilización refinada y cruel al mismo tiempo, capaz de las obras de arte e ingeniería más elevadas, pero también de hacer luchar a muerte a gladiadores, de arrojar a los incipientes cristianos a las fieras, Kendrya, la celta, y Publio se descubren en una encrucijada entre lo público y lo privado, lejos de las intrigas políticas y los deberes, un espacio oculto que los aleja de aquello que los oprime. Luis Carranza Torres ha escrito una novela ambiciosa, con una reconstrucción histórica precisa, que transporta al lector al lado de los personajes, casi como uno más en la historia.


Germanicus. Entre Marte y Venus
Novela histórica. 

Dos guerreros que toman caminos separados.
Dos amantes que se separan, que se pierden en los caminos que los alejan de Roma.
Amantes y guerreros, enfrentados por el lugar que cada uno ocupa en la sociedad,
que anhelan estar juntos sin que importe el mundo.
Entre Marte y Venus, en ese lugar imposible se libran todas las batallas.
Publio Valerio Aquilio, estrella ascendente del Senado romano, ha sido enviado a Germania por la ira del emperador que no quiere que nadie pueda hacerle sombra. Lo que para los demás es un exilio, para Publio se transforma en la búsqueda de su origen. Aunque pierda los encuentros secretos con Kendrya.
Kendrya, gladiadora celta que ha ganado la libertad, también escapa de Roma ante la imposibilidad de un lugar allí: no quiere seguir en las luchas en el Coliseo, no quiere más los encuentros clandestinos con Publio que, además, ha partido. Odia a Roma y a los romanos, por lo que asolar el Mediterráneo con actos de piratería le parece una buena forma de venganza.
Cada uno de ellos, guerreros y amantes, busca un destino al que aferrarse en un mundo convulsionado como una tormenta en medio del mar. Entre las sombras de un imperio decadente y las luces de una cultura, entre el despotismo imperial y la silenciosa revuelta, entre Marte y Venus, Kendrya y Publio libran una batalla imposible con ellos mismos.
Luis Carranza Torres retoma personajes y escenarios de Germanicus. El corazón de la espada en esta novela total sobre la Roma imperial, sobre las costumbres, la historia y la vida del siglo I d. C. 


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