Esa frágil actriz del cabello corto
Por Luis Carranza Torres
Especial para el blog
Jean Dorothy Seberg nació el 13 de noviembre de 1938 en Marshalltown, estado de Iowa, quizás una de las estrellas más conservadoras en las cincuenta de la bandera de Estados Unidos. Hija de una maestra sustituta, y un farmacéutico, creció en una familia de raíz luterana con ascendencia sueca, inglesa y alemana, una mezcla de orígenes que llevaría también en su vida, con frecuencia un cruce de mundos muy distintos.
Su apellido era en realidad Carlson, pero abuelo paterno al llegar a Estados Unidos en 1882 tras entender que existían "demasiados Carlson en el Nuevo Mundo", lo cambió a Seberg en recuerdo del agua y las montañas de Suecia.
Jean tenía una hermana, Mary-Ann, y dos hermanos varones: Kurt y David, el menor de ellos murió en un accidente automovilístico a la edad de 18 años en 1968. Sería el primer destello de la tragedia que recurrentemente la acompañaría durante su existencia, hasta terminar con ella misma.
Tras En la Universidad de Iowa para estudiar artes dramáticas, hizo su debut cinematográfico por todo lo grande, interpretando el papel principal de Juana de Arco en Santa Juana (1957), basada en la obra de George Bernard Shaw, siendo elegida entre 18.000 aspirantes por el director Otto Preminger en una búsqueda de talentos. Por entonces la única experiencia de actuación de Seberg había sido una sola temporada de actuaciones de verano universitarias.
Tanto ella como la película recibieron malas críticas, pero eso no dejó de hacerla famosa. Había un algo en ese rostro y esa mirada, que no era la típica actriz glamorosa de la época. La gran publicidad del filme no le gustó demasiado, Jean comentó al respecto que estaba "avergonzada por toda la atención". Los periódicos la catalogaban de un "experimento de Pigmalión" del director.
El 5 de septiembre de 1958, a la edad de 19 años, Seberg se casó con François Moreuil, un abogado francés de 23 años en su Marshalltown natal. Lo había conocido en Francia 15 meses antes. El matrimonio duró poco menos de dos años. Tras divorciarse en 1960, Moreuil dijo que el matrimonio fue "violento" y que Seberg "se casó por todas las razones equivocadas".
Relaciones sentimentales complejas, totalmente fuera de los cánones de la época y con la insatisfacción como elemento común, serían una constante en su vida. Frágil y cruzada por vientos cambiantes en su carácter, Jean nunca encontró un compañero de vida que pudiera contenerla por demasiado tiempo.
Su falta de fortuna romántica no impidió que su carrera actoral avanzara por aquellos días: Seberg renegoció su contrato con Preminger y firmó un contrato a largo plazo con Columbia Pictures. Se trató de una elección que dió sus frutos: Su primer filme con ese estudio fue una exitosa comedia de la mano, nada menos, que Peter Sellers, El ratón que rugió en 1959. Compartían muchas cosas con el actor, desde la ambición de disfrutar la vida a cada instante a la tendencia a complicarse en relaciones difíciles y muy costosas desde lo emocional.
Al año siguiente, en el inicio de la nueva década Jean participó de la película Bonjour tristesse, volviendo a ser dirigida por Otto Preminger. Basada en la exitosa novela de Françoise Sagan, compartía elenco con grandes estrellas: David Niven y Deborah Kerr.
Era la clásica película glamorosa de estudio del Hollywood de la época, pero fue su protagónico en el filme À bout de souffle de 1960, del director Jean-Luc Godard junto a Jean-Paul Belmondo que la llevó al éxito internacional y al elogio de la crítica por su desempeño actoral. El crítico de cine y director François Truffaut incluso la aclamó como "la mejor actriz de Europa", convirtiéndose en una musa del movimiento de la Nouvelle Vague francesa.
También por esa época, su cabello corto se convertiría en un ícono de ese tiempo. Casi una década antes de que Mia Farrow sorprendiera al mundo con su corte de pelo, Jean Seberg ya paseaba su corte estilo pixie por los rodajes galos. Toda una adelantada a su tiempo
En 1961 conoció un francés aviador, miembro de la resistencia francesa, novelista y diplomático: Romain Gary, seudónimo de Roman Kacew, 24 años mayor que ella y casado con la escritora británica, amante de los viajes y redactora jefe en París de la revista Vogue Lesley Blanch.
Ni la edad, ni el anillo en el dedo impidió la relación con Jean, que un año después dio a luz a su hijo, Alexandre Diego Gary, en Barcelona el 17 de julio de 1962. Tanto ese nacimiento como el que vivieran juntos se mantuvo oculto, no solo de los medios, sino también a los familiares y amigos más cercanos.
Adoptando, pese a ser francés, la solución británica para estos casos, Gary se divorció de Lesley el 5 de septiembre de 1962 y se casó en Córcega en el mayor de los secretos con Jean el 6 de octubre de ese mismo año. El matrimonio vivió en distintos lugares como París, Grecia, el sur de Francia y Mallorca, pero no pasó más allá de septiembre de 1968 en que solicitaron el divorcio, un largo trámite que culminó recién casi dos años después.
El escritor lo veía venir y años antes declaró: "Lo normal es que nos separemos porque yo ya no puedo satisfacerla". A finales de los sesenta, en una fiesta en Nueva York, Jean Seberg sedujo al escritor Carlos Fuentes, que se acababa de divorciar de la actriz Rita Macedo. Fue una relación de apenas dos meses, pero cuyo recuerdo no abandonó nunca al mexicano: esa joven de cara ingenua y actitudes rebeldes, independientes y cambiantes lo subyugó al punto que engendró el personaje de Diana Soren, personaje que posee "una infinita capacidad sexual", en su novela 'Diana o la cazadora solitaria' de 1994 donde mucho de lo corto pero intenso vivido con Jean pasaría al papel. "Era brillante, inteligente, bella y muy vulnerable", diría sobre ella.
Sus siguientes películas fueron en Estados Unidos. Protagonizó junto a Warren Beatty la película estadounidense Lilith (1964) para Columbia, un éxito comercial de buena calidad que llevó a los críticos a reconocer a Seberg como una actriz seria. Luego regresó a Francia para hacer Diamonds Are Brittle o Un milliard dans un billard, 1965. Era por entonces un cruce fílmico entre dos mundos: la actriz estadounidense que parecía francesa, en Europa y la chica de Iowa con estilo europeo para la industria de Los Ángeles.
Sobre vivir en Francia durante un período de tiempo, Seberg dijo en una entrevista que si bien lo estaba “disfrutando al máximo", eso no significaba que se asentaría allí. Con su típica frontalidad exenta de todo toque de medida, afirmó: "Estoy en París porque mi trabajo ha estado aquí. No soy un expatriado. Iré donde está el trabajo. La vida francesa tiene sus inconvenientes. Uno de ellos es la formalidad. El sistema parece basarse en ahorrar lo máximo de ti mismo para los más cercanos. Quizás eso sea mejor que el otro extremo en Hollywood, donde las personas dan tanto de sí mismas en la vida pública que no les queda nada para sus familias. Aun así, es difícil para un estadounidense acostumbrarse. A menudo me emociono en una mesa de almuerzo solo para que la anfitriona diga discretamente que se servirá café en la otra habitación". Fueron palabras que hirieron más de un orgullo galo. Tampoco su declaración de amor al "American way of life" la ayudaría, al decir que estando en Francia: "Extraño esa despreocupación y amabilidad de los estadounidenses, de esas que hacen sonreír a la gente. También extraño los blue jeans, los batidos de leche, los filetes gruesos y los supermercados.”
Su apoyo financiero a causas políticas, tan rebeldes y heterodoxas para la época como ella misma, atrajeron los peores ojos sobre su persona. Contribuyó económicamente desde quienes apoyaban los derechos civiles o a los nativos americanos, como otros muchos más radicales del estilo de las Panteras Negras.
Fue puesta bajo vigilancia del FBI, que nada tenía que envidiarla a un servicio de seguridad de la otra parte comunista del mundo de la época, siendo además "ingresada" dentro del programa COINTELPRO, destinado a acosar, intimidar, difamar y desacreditar personalidades públicas. El objetivo perseguido en el caso de Jean era una "neutralización" en los burocráticos términos del terror con un objetivo subsidiario de "causarle vergüenza y servir para degradar su imagen ante el público".
Parte de eso fue la difusión en 1970 de una historia que el embarazo que Jean tenía no era de su esposo, Romain Gary, sino por Raymond Hewitt, miembro del Partido Pantera Negra. La historia apareció en la columna de chismes Joyce Haber de Los Ángeles Times, luego reproducida por la revista Newsweek que la nombró en forma directa.
Era la versión, capitalista y mediática, de la "tortura blanca", la aplicación de medios psicológicos para "aniquilar la personalidad", de la Stasi de la Alemania socialista. Los extremos, por más que se detesten, nunca dejan de estar unidos en no pocas cuestiones de su fanatismo.
Se desató un escándalo que no le sentó para nada bien en su estado y con su personalidad frágil. Pese a todo lo liberales que se declararan, incluso en el mundo del cine, puertas hacia dentro, las relaciones interraciales eran un asunto todavía censurado por los estadounidenses de todos los colores. Era algo que, por diversas causas, estaban de acuerdo desde los tradicionalistas a los incendiarios.
Jean entró en trabajo de parto prematuro y, el 23 de agosto de 1970, dio a luz a una niña de tan solo 1,8 kilos de pesos que murió dos días después. La enterró en su ciudad natal, con un ataúd abierto para que los reporteros vieran la piel blanca del bebé. Hasta ella, en su dolor, no dejó de escapar a los prejuicios de su tiempo.
Jean nunca se recuperó de esa pérdida. Junto a Gary, quizás en su último acto juntos, demandaron a Newsweek por libelo y difamación. Se expresó en el escrito introductorio del juicio que luego de leer la historia que tuvo un parto prematuro, que resultó en la muerte de su hija. Un tribunal de París ordenó a Newsweek que pagara a la pareja US $ 10.800 en daños y ordenó a Newsweek que imprimiera la sentencia en su publicación, además de otros ocho periódicos. Fue una de las sentencias más sonadas respecto de los límites que debe tener la prensa en cuando a publicaciones que afecten derechos básicos de las personas.
A partir de allí, tanto su vida personal como la fílmica fueron en declive. Esa pasión carente de rubor que la caracterizaba la había abandonado. Ya no había brillo en esos ojos ni magnetismo en la sonrisa.
François Truffaut la buscó, sin tener éxito, para el papel central de Julie en La Nuit américaine de 1973. Tras varios intentos infructuosos de contactar con ella, eligió a la actriz británica Jacqueline Bisset en su lugar. La película fue un éxito.
El 12 de marzo de 1972 se casó con el director Dennis Berry, para separarse en mayo de 1976, sin nunca divorciarse. Se relacionó con Jean-Claude Messager, entre otros, para luego tener una relación difusa, "una forma de matrimonio" en 1979 con el argelino Ahmed Hasni, quien luego la convenciera de vender un apartamento en la Rue du Bac para quedarse con el efectivo, que ascendía la suma de 11 millones de francos en efectivo. Luego Jean debió esconderse de él, denunciando una relación de abuso.
El 30 de agosto de 1979, Jean desapareció de su domicilio y de los lugares que solía frecuentar en la capital francesa donde residía. Nueve jornadas después, su cuerpo fue encontrado envuelto en una manta en el asiento trasero de su Renault 5, en el distrito 16, junto a una botella de barbitúricos, una botella de agua mineral vacía y una nota escrita en francés por Seberg dirigida a su hijo. "Perdóname. Ya no puedo vivir con mis nervios", decía en la parte más esencial. La policía entendió que se trataba de un suicidio, pero las dudas persistieron en muchos.
Un año más tarde, la policía francesa determinó que el cuerpo de la actriz tenía tal nivel de alcohol en sangre que no pudo haber ingresado al coche por su cuenta. Y que, curiosamente, en el vehículo no había restos de bebidas alcohólicas, sino agua mineral. La hipótesis más firme fue que alguien debió haber estado con ella cuando se suicidó y no le dio la asistencia necesaria.
En 1995, Guy Pierre Geneuil, quien fuera uno de sus custodios escribió el libro “Jean Seberg, ma star assassinée” (“Jean Seberg, mi estrella asesinada”), donde desarrolla que fue asesinada y el alcohol en sangre le fue inyectado. Atribuyó a la autoría a personas relacionadas al tráfico de drogas, de origen argelino y contactadas con su última pareja.
“Pocos días antes de morir Jean, que seguía manteniendo muy buena relación con Romain aunque llevaban tiempo separados, le envía una carta que es una llamada pidiendo socorro. Jean dice estar presa en el engranaje de la mayor red argelina de tráfico de drogas”, según dijo.
Al momento de morir, Jean tenía por entonces 40 años y no era ni la sombra de esa joven que se llevaba al mundo por delante sin importarle consecuencias, tanto delante como detrás de las cámaras.
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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.