El corte de una actriz icónica que hizo leyenda

 



Por Luis Carranza Torres

Se trató de alguien muy particular, adelantada a su época pero principalmente muy libre. Algo extrañó para una mujer en la década del 1920. Por eso, cuando necesité alguna referencia para un personaje femenino para mi novela Palabras Silenciadas no hubo muchas dudas respecto de en quien inspirarnos.

Mary Louise Brooks, nacida en Cherryvale, Kansas el 14 de noviembre de 1906, fue una actriz, bailarina y escritora estadounidense que se convirtió en una de las caras más famosas del cine mudo desde mediados de la década de 1920 hasta casi finales de la siguiente. 

Tal suceso es aun más impresionante si se considera que su carrera cinematográfica comenzó en 1925 y terminó en 1938, interpretando solo 24 películas mudas, tres de ellas en Europa entre los años 1929 y 1930. Pero bastó para tener dos consideradas como obras maestras del cine, en la opinión de Kenneth Tynan en su artículo "The girl in the black helmet" publicado en The New Yorker el 11 de junio de 1979: Pandora's Box y Diary of a Lost Girl, ambas realizadas en Berlín por el director alemán Georg Wilhelm Pabst.

Precisamente en la primera de ellas, interpretó a Lulú, una vampiresa sexual propensa a arrastrar a su amante de turno a barranco y que tiene que vérselas nada menos que con Jack el Destripador. El personaje se volvió mítico, generando por tanto rechazos como admiraciones. Visto en perspectiva, destaca el moderno tratamiento de la sexualidad en el filme.

La aparición del cine sonoro y su negativa a ser doblada, terminó con su carrera en el cine. 


Su corte de cabello es el rasgo más distintivo de su imagen, fue una sensación a nivel mundial en su momento y se incorporó a la cultura no solo de época, sino que permaneció en diversas manifestaciones, principalmente en el cine.

Como cuenta Paloma Abad en  "Louise Brooks, el corte de pelo ‘bob’ y la caja de Pandora" en Vogue España del 17 de octubre de 2020, "su corte de pelo no se debió a exigencias del guion. Lo introdujo ella misma en Hollywood. A la tierna edad de diez años (hablamos del año 1916), su madre la llevó a la peluquería para hacerle un corte Buster Brown (sí, el predecesor del bob, inspirado en unas viñetas infantiles de principios de siglo). Esto es: a ras de barbilla y con el flequillo a la altura de las cejas"

Fue un estilo de cabello corto que mantuvo hasta los 17, cuando ya mudada a Nueva York para iniciarse como artista, entendió que necesitaba un cambio. Pensaba en grande y fue con Saveli, que se entendía era el mejor peluquero de la ciudad y el único que hacía cortes con cuchilla. En las palabras de la propia Brooks: “Me atendió el propio Saveli. Me cortó el flequillo un poco más arriba de las cejas, dio forma a los laterales, con picos que señalaban mis pómulos y definió la parte trasera". Una de sus amigas de la society neoyorquina, Barbara Bennett le dijo respecto del cambio: "Empiezas a parecer humana"

Fue algo más que eso, en el contexto de la época. Como dice Abad: "Valga recordar que por aquel entonces, el pelo corto de las mujeres no era, ni por asomo, un signo de distinción. Resultaba totalmente irreverente, fuera de lugar y, digamos, de moral laxa. Louise Brooks ayudó a democratizar la idea de que una melena más corta no tenía por qué ser sinónimo de nada. Si acaso de elegancia y sofisticación europeas. Una idea que, por cierto, terminó de desfilar Vidal Sassoon en los setenta, con Mary Quant, Grace Coddington y sus cortes wear and wash (esto es: no requerían de muchos cuidados para estar perfectos, ahorrando tiempo a la portadora)".

Mucho más adelante, cuando ya Mary Louise era una estrella del celuloide, Sydney Guilaroff , el primer peluquero en conseguir un crédito en una película, le dio una vuelta de tuerca a ese corte chic y andrógino, afeitándole la nuca para que el pelo tuviese una caída perfecta en toda ocasión. Algo que nunca antes se había hecho. Para entonces el corte, no sólo era una moda, sino un símbolo de emancipación femenino que desafiaba los cánones de la época. Una gran parte de las mujeres estadounidenses lo habían adoptado, y hay quienes dicen que se trataba de casi la mitad de la población femenina de entonces. Esto provocó todo género de reacciones, entre ellas las de algunos maridos que amenazaron con divorciarse si sus mujeres cortaban su cabello imitando el estilo de la Brooks.

Aun cuando en su etapa europea algunos trataron de quitarle el flequillo para cambiar su imagen y llevarla hacia otros personajes, rápidamente cayeron en la cuenta de que Louise Brooks no era ella sin su "bob lulú". Un estilo que se independizaría de su propia iniciadora, luego que ella dejara el cine.

En 1952 cuando Cyd Charisse se inspiró en ella en su baile en Cantando bajo la lluvia. Melanie Griffith y Uma Thurman homenajearon su imagen en las películas Algo salvaje (1986) y Pulp Fiction (1994), respectivamente. 

En la película francesa Léon, también conocida como El profesional o El perfecto asesino, un drama policíaco estrenado en 1994 y escrita y dirigida por Luc Besson, para dar el toque de suavidad y para subrayar el carácter fuerte del personaje de Natalie Portman de una adolescente de 12 años con una vida compleja, Luc Besson eligió un bob corto a la "Louise Brooks" para la actriz.

En el artículo de Elle "Les coiffures cultes au cinéma", se puede leer sobre ella y su estilo: “Con cabello negro azabache y flequillo perfectamente recortado, Louise Brooks se ha hecho un nombre en parte gracias a su corte de cabello. En la película "Loulou", interpreta a una joven liberada y hedonista. Su peinado muy moderno para la época refleja esa imagen de chica insolente y a la moda”.

Inspiró además, fuera del celuloide, personajes de historieta, como la célebre Valentina creada en 1965 por el ilustrador e historietista italiano Guido Crepax. 

Su influencia incluso se da en perfumes, como esa creación magnífica del perfumista Jean Guichard que es LouLou de Cacharel. El cual surgió en 1987 por la necesidad de Cacharel de buscar un nuevo perfume femenino adecuado a los rasgos de ese tiempo y que se diferenciara de Anaïs Anaïs, surgido una década atrás.

En el álbum Sugar Tax de 1991 de la banda de sinth-pop OMD, el tema "Pandora's box" le está dedicado, incluyendose en el videoclip del tema imágenes del filme Pandora's Box.


“No hay Garbo, no hay Dietrich, ¡solo hay Louise Brooks!", fue la entusiasta respuesta de Henri Langlois, fundador de la Cinemateca Francesa, cuando los periodistas le preguntaron por qué aquella desconocida de mirada hipnótica y flequillo a lo Cleopatra era la elegida para protagonizar el cartel que la institución dedicaba a los primeros 60 años de la historia del cine en detrimento de las grandes luminarias del Hollywood dorado, según nos cuenta Eva Güimil en “Louise Brooks, el mito rebelde que se enfrentó a Hollywood (y perdió)”, publicado en la revista Vanity Fair edición española del 14 de noviembre de 2019.

Difícil de entender para no iniciados en el Séptimo arte, “…para un nutrido grupo de amantes del cine que se reunían en el Museo Nacional de Arte Moderno de París, Louise Brooks había sido la actriz más grande de la historia de Hollywood. Tal vez sea una hipérbole, pero desde luego pocas ejemplificaron mejor lo que era el star system de los felices veinte.

En su época, Brooks no era la más guapa, esbelta o exhuberante, pero sí era terriblemente fotogénica y representaba a la perfección el atractivo que demandaba la epoca. Era lista, más de lo necesario en su trabajo, y también listilla, lo que le ocasionó muchos problemas, algo que sumado a un apetito por el sexo, la ginebra y la fiesta muy superior a su interés por el trabajo hizo de ella la encarnación de la mujer con la que los felices veinte corrían desbocados hacia el abismo”.

En sus últimos años, ya retirada del cine.

Fue también Mary Louise, una escritora una autodidacta que, además de su biografía, dio forma a 20 artículos sobre sus conocidos de la era dorada del cine, tales como Chaplin o Keaton. En su pluma se halla también, al decir de Kenneth Tynan “la esencia vagabunda de uno de sus personajes, Lulu”

Se trataba, tal vez, de un apéndice de su pasión lectora. Desde sus días de juventud en Kansas leía a Darwin, Emerson, Twain y Goethe, a la par de gastar su mensualidad en suscripciones a revistas como Harper’s Baazar y Vanity Fair. Soñaba convertirse en una culta y cosmopolita, pero como escribiría: “Más tarde descubriría que la cultura no era precisamente indispensable para convertirse en una neoyorquina sofisticada. En realidad era un inconveniente. Los hombres ricos que durante largo tiempo me exhibieron en restaurantes, teatros y cabarets de moda se horrorizaban ante el solo nombre de Shakespeare y consideraban que pasar una tarde en la ópera del Metropolitan o en un concierto en el Carnegie Hall era el colmo del aburrimiento”.

Edición en ruso de “Lulú en Hollywood”

En 1982 lanzó un libro titulado “Lulú en Hollywood”, que recogía sus crónicas publicadas en revistas del ramo y que es considerada al presente de necesaria consulta para entender esos años del denominado “Hollywood Clásico”. Fue traducido a varios idiomas y un éxito tanto de ventas como de crítica que probó que su icónica imagen no había sido olvidada. El documentalista Richard Leacock, lograría que dejara de lado su proverbial mal humor y le concediera una serie de entrevistas que se convertirán en el documental “Lulu in Berlin”, el más representativo de su figura. 

Murió en Rochester, estado de Nueva York el 8 de agosto de 1985. Pero como puede verse su sello iconográfico en la cultura, en diversas formas, ha continuado hasta nuestros días. 

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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  



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