Cuando García Márquez conoció a Hemingway

 


por Luis Carranza Torres


París, primavera de 1957, un día lluvioso. Gabriel García Márquez, un periodista de veintiocho años, con una novela publicada y un premio literario en Colombia, varado y sin rumbo en la Ciudad Luz, caminando por el bulevar de Saint Michel, reconoce en la acera de enfrente a Ernest Hemingway, de paseo con su cuarta esposa, Mary WeIsh. Una antigua corresponsal de Time que conoció en Londres durante la Segunda Guerra Mundial.   

Por esas fechas, Ernest Miller Hemingway había ya ganado el Premio Pulitzer en 1953 por El viejo y el mar y el Premio Nobel de Literatura al siguiente año por el conjunto de su obra (Gabo lo obtendría el Nóbel recién en 1982).

Se trataba de un Hemingway con problemas de salud, por «alta presión arterial, enfermedades del hígado y arteriosclerosis», como cuenta Jeffrey Meyers en “Hemingway: A Biography”. Tampoco su proceso creativo pasaba por su mejor momento, pero por ese tiempo recordó unos baúles que había almacenado en el Hotel Ritz en 1928 y que nunca había recuperado, llenos de cuadernos y escrituras de sus años en París. Fue allí que empezó a entusiasmarse con retomar París era una fiesta, de contenido bastante autobiográfico, que finalizaría dos años después.

Contará Gabo sobre el particular encuentro en “Mi Hemingway personal”, el texto que introduce a la colección de Cuentos de Ernest Hemingway, publicada por editorial Lumen en el año 2007.

“Caminaba por la acera opuesta en dirección del jardín de Luxemburgo, y llevaba unos pantalones de vaquero muy usados, una camisa de cuadros escoceses y una gorra de pelotero. Lo único que no parecía suyo eran los lentes de armadura metálica, redondos y minúsculos, que le daban un aire de abuelo prematuro. Había cumplido cincuenta y nueve años, y era enorme y demasiado visible, pero no daba la impresión de fortaleza brutal que sin duda él hubiera deseado, porque tenía las caderas estrechas y las piernas un poco escuálidas sobre sus bastos. Parecía tan vivo entre los puestos de libros usados y el torrente juvenil de la Sorbona que era imposible imaginarse que le faltaban apenas cuatro años para morir”.

Se debatió entonces sobre qué hacer. El escritor, junto a William Faulkner, eran según sus palabras: “Mis dos maestros mayores”, que poco tenían en común. Tras haber leído todo lo que habían publicado ambos, no entendía a tales lecturas como complementarias, “sino todo lo contrario: como dos formas distintas y casi excluyentes de concebir la literatura”.

Tironeado por sus dos oficios “rivales”, el del periodismo y la literatura, se debatió entre cruzar para hacerle una entrevista de prensa o solo atravesar la avenida para expresarle mi admiración sin reserva. Respecto de ambos propósitos, se erigía como inconveniente el inglés rudimentario de Gabo, así como su falta de confianza en el “español de torero” que pudiera hablar Hemingway. 

“De modo que no hice ninguna de las dos cosas que hubieran podido estropear aquel instante, sino que me puse las manos en bocina, como Tarzán en la selva, y grité de una acera a la otra: «Maeeeestro». Ernest Hemingway comprendió que no podía haber otro maestro entre la muchedumbre de estudiantes, y se volvió con la mano en alto, y me gritó en castellano con una voz un tanto pueril: «Adioooós, amigo». Fue la única vez que lo vi”.

Puede tener sabor a poco pero Gabo lo sintió de otra forma, ya que como escribirá años después, para que “aquel hombre efímero que acababa de decirme adiós desde la otra acera, me había dejado la impresión de que algo había ocurrido en mi vida, y que había ocurrido para siempre.”

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NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020) y Germánicus. Entre Marte y Venus (2021). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.  



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