El contrato que cambió al mundo

 



por Luis Carranza Torres

Uno de los contratos tecnológicos más influyentes de la historia fue el acuerdo entre IBM y Microsoft del 6 de noviembre 1980, cuando IBM contrató a la entonces pequeña empresa de software Microsoft, creada solo 5 años antes, para desarrollar el sistema operativo de su primera computadora personal.

La particular redacción de sus cláusulas, determinaron el devenir de la revolución digital.   

Hasta entonces, IBM solo creaba computadoras para empresas. Por algo, su nombre era el acrónimo de International Business Machines. Pero ante el creciente interés en los computadores personales (PC, por sus siglas en inglés), IBM empezó a desarrollar su propio modelo con el nombre de Project Chess (Proyecto Ajedrez, que en inglés también tiene las siglas PC). Por su tardío inicio, en lugar de buscar desarrollar un producto propio, decidió tercerizar la producción del sistema operativo.

IBM originalmente tenía la intención de utilizar el CP/M de Digital Research Inc, la primera empresa de software en el mundo enfocada a los microordenadores. Dirigida por Gary Kildall, creador del lenguaje de programación PL/M, tenía ya desarrollado el sistema operativo CP/M, que posteriormente sería el DR-DOS.

Leven Antov en “History of MS-DOS” dice que: “Se cuentan varias historias sobre la ruptura entre DRI e IBM. La más popular afirma que Gary Kildall o DRI desairó a los ejecutivos de IBM al volar su avión cuando estaba programada la reunión. Otra historia afirma que Kildall no quería entregar el código fuente de CP/M a IBM, lo cual sería extraño, ya que lo habían entregado a otras empresas. Un conocido experto de la industria afirma que la esposa de Kildall frustró el acuerdo al insistir en varios cambios contractuales”.

IBM contactó entonces con una pequeña empresa llamada Microsoft, proveedora de lenguajes. Bill Gates y Paul Allen habían desarrollado Microsoft BASIC y lo vendían en cinta perforada o disco a los primeros aficionados a las PC, todo un avance pues en sus inicios eran Traf-O-Data, fabricando contadores de vehículos para operadores de carreteras.


En su autobiografía "Un hombre de ideas", Allen reveló que Digital Research, no aceptó firmar el acuerdo de confidencialidad y, tras una negociación frustrada, se bajó de la contienda. "Gracias a una casualidad, se nos dio la oportunidad de crear el producto crucial de esa era". Es decir, el MS-DOS, que a mediados de los años 80 dominó el mercado de los sistemas operativos para PC.

Como se expresa en “A Short History of MS-DOS” publicado en Byte Magazine de junio de 1983, la historia de MS-DOS está estrechamente ligada al desarrollo general de software para ordenadores basados ​​en el procesador 8086.

En mayo de 1979, Seattle Computer fabricó el primer prototipo de su tarjeta microprocesadora 8086 para el bus S-100. Microsoft ya había iniciado un sólido programa de desarrollo de software para el 8086. La empresa estaba lista para probar la versión 8086 de Stand-Alone Disk BASIC, una versión de su intérprete de BASIC con sistema operativo integrado. Durante las dos últimas semanas de mayo de 1979, este BASIC se volvió completamente funcional utilizando el hardware que Seattle Computer proporcionó a Microsoft.           

 Las primeras versiones del sistema operativo, llamadas QDOS 0.10, se lanzaron en agosto de 1980. QDOS significaba Quick and Dirty Operating System (Sistema Operativo Rápido y Sucio) porque se creó con mucha prisa (dos meses-hombre de diseño), pero su funcionamiento era sorprendentemente bueno. Contaba con todas las utilidades básicas para el desarrollo en lenguaje ensamblador, excepto un editor.

En julio de 1981, Microsoft adquirió todos los derechos de DOS de Seattle Computer, y se adoptó el nombre MS-DOS. Poco después, IBM anunció la Personal Computer, utilizando como sistema operativo lo que era esencialmente el 86-DOS 1.14 de Seattle Computer.

IBM sometió el sistema operativo a un exhaustivo programa de control de calidad, según se informa, encontró más de 300 errores y decidió reescribir los programas. Por esta razón, PC-DOS es propiedad intelectual de IBM y Microsoft.


DOS era la abreviatura de "Disk Operating System". Se trataba de un sistema operativo de línea de comandos que se convirtió en el principal sistema operativo para computadoras personales compatibles con IBM PC durante la década de 1980 y la primera mitad de la década de 1990, antes de la adopción generalizada de sistemas operativos con interfaz gráfica como Windows. Tuvo ocho versiones principales y trece “retoques” en total, hasta el año 2000.

Respecto del sistema, el contrato entre IBM y Microsoft tenía una cláusula que beneficiaría enormemente a la segunda. IBM había tenido que enfrentar muchas investigaciones antimonopolio y demandas legales por supuestamente ahogar a la competencia. Por eso el acuerdo fue no exclusivo con Microsoft, lo que le permitía a la empresa de Gates y Allen vender su sistema operativo a otras fabricantes de computadoras.

Así, el contrato con IBM le dio a Microsoft mucho más que los 430.000 dólares que obtuvo por el acuerdo. Sus ingresos por la venda del MS.DOS ascendieron de 16 millones de dólares, en 1981 y a 140 millones en 1985. Justo el año en que Microsoft lanzó su primera versión de Windows, que estaba basado en el MS-DOS.

Este contrato fue lo permitió su dominio en el mercado tecnológico y que las computadoras personales sean como las conocemos hoy en día. Motivo por el cual se lo considera uno de los acuerdos comerciales más determinantes de la historia.

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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023) y Senderos de Odio (2024). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.

Un hombre llora la muerte de su mujer en la ciudad en la que la conoció. Está en Florencia, rodeado de recuerdos y monumentos, de calles laberínticas sin sentido, de obras de arte y turistas. Ha viajado desde Buenos Aires para tirar las cenizas de su esposa al Arno; ha decidido cumplir con las disposiciones finales que ella le dejó.

Abatido, Simón Heredia regresa al hotel decidido a dormir y marcharse al día siguiente. Entonces la ve: una mujer casi idéntica a su esposa; idéntica a la pareja que él habría querido: igual de bella que la que acaba de despedir, pero más solícita, frágil, compañera. Por un instante, cree que es mentira, que no puede ser cierto, que se trata de una alucinación. Sin embargo, ella es real, se llama Eloisa Manfredi. Y desaparece luego de conocerlo.

Así comienza esta impactante novela de suspenso; así comienza un juego lleno de dudas y de elementos sorprendentes hasta la última página, en el que nada es lo que parece; en el que la trama devela un sinnúmero de espejos y de correspondencias; en el que la acción, en plena guerra fría, se llena de agentes y doble agentes que quieren robar un secreto informático que Heredia posee; en el que Eloisa entra y sale de la vida de Simón para sembrar sospechas acerca de quién es y qué quiere; en el que el amor también puede ser una perversión.

Con una prosa afilada, con un manejo preciso de la intriga, Luis Carranza Torres construye una novela de suspenso perfecta, que mantiene en vilo al lector y que le ha valido el Premio Leer y Leer.

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