La formación del Ejército de los Andes

 


Por Luis Carranza Torres

Especial para el blog.


Sancionada la independencia en 1816, el coronel mayor José de San Martín se reúne en Córdoba con el nuevo Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, para conseguir la aprobación de su plan de cruzar a Chile con un nuevo ejército, a la medida de la gran empresa. 

Se trató, desde el vamos, de crear una fuerza militar distinta a lo conocido hasta entonces, capaz de operar en un terreno tan adverso como la cordillera, de modo de llegar en condiciones de combatir, al otro lado a un ejército que no solo lo doblaba en número, sino que tenía un equipamiento y entrenamiento al mejor nivel de su tiempo. 

Varios de los regimientos del "Ejército Real de Chile" eran unidades españolas que habían combatido contra las tropas francesas de Napoleón en la península ibérica. 

San Martín con su uniforme de General en Jefe 
del Ejército de los Andes.

Como dice Diego Alejandro Soria en "La organización del Ejército de los Andes", respecto de la incidencia del mismo en nuestra historia: "El Ejército de los Andes fue el primero organizado en nuestro país con un criterio moderno para el cumplimiento de una misión específica. Con él, su creador pudo preparar la campaña para dar la libertad a Chile y Perú. Las Provincias Unidas del Río de la Plata pudieron entonces disponer de un elemento imprescindible para la existencia de una nación. Así se puso término a la improvisación bélica reinante hasta entonces. San Martín no fue un innovador en la organización de su ejército, salvo en el campo de la Logística, la que le permitió estar al nivel de los pertenecientes a los países más avanzados de su época. La acción del general San Martín en la gestación del ejército merece ser conocida para valorar a quien fue el militar más grande de nuestra historia".

Cuando San Martín inició la creación del Ejército de los Andes, ya acumulaba experiencia como organizador, primero del regimiento de granaderos a caballo y a partir de enero de 1814 con la reorganización del Ejército Auxiliar del Perú o Ejército del Norte, tras suceder a Belgrano en su comando. 

Desde su designación como Gobernador Intendente de Cuyo, venía aumentando las fuerzas militares de la provincia, que básicamente eran de dos tipos: una regular, consistente en el Cuerpo de Auxiliares de Chile, al mando del coronel Gregorio de Las Heras, retirado a Mendoza después de la derrota de Rancagua en 1814, y las milicias cívicas de la provincia, agrupadas en dos cuerpos de caballería y dos batallones de infantería denominados Cívicos Blancos y Cívicos Pardos. 

Fusilero del Batallón 8 y Capitán
de Granaderos.

El 1 de agosto de 1816 el Director Supremo decretó la creación del Ejército de los Andes, que ya estaba en formación, y el coronel mayor San Martín fue nombrado por el Congreso en el cargo de capitán general de dicho ejército. 

El comando del ejército fue constituido por un Cuartel General y un Estado Mayor. 

Para logar los efectivos necesarios, se dispuso una especie de servicio militar obligatorio en Cuyo merced a una reorganización de las milicias a través de un enrolamiento general. Hijos de madres viudas, padres sexagenarios y quienes mantuvieran hermanos huérfanos, quedaban exceptuados. Se recurrió además a la incorporación de voluntarios, el convocar a los residentes chilenos a formar una Legión Patriótica, que no llegó a constituirse, la redención de esclavos y, por último, una leva de los ciudadanos que no estuvieran incorporados a las milicias cívicas o fueran reincidentes en faltar a la instrucción de dichas milicias, para ser destinado por cinco años a los nuevos batallones de línea. 

Desde Buenos Aires le remitieron 2 compañías del Regimiento de Infantería 8 y una batería de 4 piezas y 50 artilleros. Luego, los escuadrones 3º y 4º del Regimiento de Granaderos a Caballo, a los que luego se le sumaron el 1º y 2º destinados al Ejército del Norte.

Con los nuevos efectivos, el batallón 11 engendró al Batallón de Cazadores y el 8 se dividió en dos. Uno conservó tal número y se asignó el 7 al restante. 

Cazador del Ejército de los Andes

Al serle negada la posibilidad de formar de una compañía de zapadores, para compensar esa falencia de cara a las especiales características del terreno a operar, organizó un elemento de barreteros con 120 mineros de San Juan y Mendoza, que fungieron a modo de zapadores de montaña.

Otra tropa auxiliar que organizó fue un destacamento de baqueanos, integrado por 25 hombres conocedores de la zona, que servirían como guías y mensajeros; 1200 milicianos organizados en escuadrones, tenían la tarea de seguridad y manejar los servicios logísticos, en particular el acarreo de víveres y ganado.

San Martín no solo dedicó sus esfuerzos a la organización del ejército en sí en cuanto a sus unidades de combate y fuerzas auxiliares, sino que también se preocupó de crear todos los organismos de apoyo y administrativos necesarios para dotar a la fuerza combatiente de efectividad. 

El emigrado chileno, Dámaso Herrera, aplicó sus conocimientos de mecánica, a convertir el molino hidráulico de Tejada en batán. Allí, tras teñir las bayetas de lana provenientes de San Luis , se abatanaban hasta lograr el grado de consistencia necesario para vestir al ejército.  

Se creó una maestranza y parque de artillería, aprovechando los saberes de fray Luis Beltrán en matemática, física y metalurgia. En un laboratorio a cargo de José Antonio Álvarez de Condarco, gran conocedor en materia de explosivos y antiguo director de la fábrica de pólvora de Córdoba, se logró a partir del salitre que abundaba en Mendoza, un producto que cubría las necesidades militares. 

Parque de artillería del Ejército de los Andes

El doctor Diego Paroissien fue designado a cargo de la novísima sanidad militar; la vicaria castrense quedó a cargo del canónigo José Lorenzo Güiraldes; la comisaría del ejército a Juan Gregorio Lemos y, como auditor de guerra, se designó al doctor Bernardo de Vera y Pintado. Dicho abogado, sin perjuicio de sus funciones jurídicas, desempeñaría otras mucho más reservadas, como contamos en Los secretos de un Auditor de Guerra.

Fue también el primer cuerpo militar en contar con un servicio de inteligencia propio, en términos conceptualmente idénticos a los modernos, dirigido por el propio San Martín y merced al cual llevó a cabo la denominada "Guerra de Zapa", que abarcó desde espías al otro lado de la cordillera, a descubrir lo que los realistas intentaban introducir en Cuyo.

También se organizó un departamento de ingenieros en el Estado Mayor, encargado de  realizar un detallado reconocimiento topográfico de la cordillera, a fin de levantar los planos de las rutas de Los Patos y Uspallata y del paso del Portillo, “para no marchar como sucede siempre, a lo hotentote, sin tener el menor conocimiento del país que se pisa sino por la relación de gauchos”, como dirá San Martín a Pueyrredón.  

Artilleros del Ejército de los Andes.

Cuyo fue una pieza clave en dicha organización, como el mismo San Martín lo expresara ante el Director Supremo en carta del 21 de octubre de 1816, fue el pueblo de Cuyo en su conjunto: "Admira en efecto, que un país de mediana población sin erario público, sin comercio, ni grandes capitalistas, falto de maderas, pieles, lanas, ganados en mucha parte, y de otras infinitas primeras materias, y artículos bien importantes, haya podido elevar de su mismo seno un ejército de 3000 hombres, despojándose hasta de los esclavos únicos brazos para su agricultura; ocurrir a sus pagas, y subsistencia; y a la de más de mil emigrados; fomentar los establecimientos de maestranza, laboratorios de salitre, y pólvora, armería parque, sala de armas, batán, cuarteles, campamento; erogar más de 3000 caballos, siete mil mulas, innumerables cabezas de ganado vacuno; en fin, para decirlo de una vez: dar cuantos auxilios son imaginables, y que no han venido de esa capital para la creación, progreso y sostén del Ejército de los Andes".

Eclipsado por la grandiosidad de la gesta del cruce de los Andes, la formación del Ejército que lo llevó a cabo, debe ser rescatado como una empresa de tanta envergadura como su periplo cordillerano. Una muestra que ha quedado grabada en la historia, de hasta dónde pueden llegar los frutos del convencimiento en la tarea y el sacrificio individual por el bien común. Nada menos.  


Para seguir leyendo sobre San Martín en el blog:


La novela de un país


La verdad sobre el cruce de los Andes













SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Una mujer humillada y desposeída.

La tentación de recuperarlo todo.

Un secreto vital que obtener tras la cordillera.

Un general con un desafío por cumplir: cruzar los Andes.

 

Provincias Unidas de Sudamérica, 1816. Las tierras del antiguo Virreinato del Río de la Plata han declarado su independencia de la corona española, en el peor de los momentos posibles. El nuevo país, libre pero cargado de dificultades y retos, apuesta a remontar sus derrotas en el Alto Perú, con el audaz plan de formar un nuevo ejército y cruzar la cordillera para batir a los realistas por el oeste.

En Chile, Sebastiana Núñez Gálvez ha visto desbarrancar su mundo de lujos, pero también de oscuridades, tras la reconquista realista del país. Ajusticiado su esposo por liderar el bando patriota y confiscados todos sus bienes, malvive en la extrema necesitad. Una falta de todo que la ha hecho abjurar de cualquier creencia y hasta de su reputación, para conseguir subsistir.

El Mariscal español Marco del Pont lo sabe perfectamente, y le ofrece devolverle todas sus posesiones y alcurnia, a cambio de pasar a Mendoza y obtener el secreto mejor guardado del Gobernador de Cuyo y General en jefe de ese nuevo ejército, José de San Martín: por dónde pasarán sus tropas a Chile.

Sebastiana es una mujer decidida a todo para averiguarlo; apuesta para lograrlo a su antiguo y fuerte vínculo de amistad con la esposa del gobernador y General en jefe, Remedios de Escalada. No le importa tener que mentir, engañar o traicionar viejas lealtades.

Pero la imprevista relación con un oficial de granaderos trastocará sus planes. Alguien que, precisamente, debe mantener a los secretos de su jefe a salvo de los espías realistas. 



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