Por siempre Claudia

 



por Luis Carranza Torres


Su vida, como su rostro, fue un cruce de culturas. De padres sicilianos, nació en Túnez.  Su voz, marcada por una crianza francófona y el dialecto siciliano, debió ser doblada en sus primeros trabajos, pero su presencia bastó para conquistar al cine italiano.

Claudia Cardinale, ícono del cine europeo. Dueña de una carrera que abarcó más de seis décadas, dejó una marca indeleble en la historia del cine por su talento, carisma y espíritu indomable.

De joven, se consideraba a sí misma "fea" y no tenía interés en la actuación. De hecho, su gran carrera en el cine comenzó de forma casual: En 1957, luego de ganar un concurso de belleza en su ciudad natal que le permitió viajar al Festival de Cine de Venecia, lo que le abrió las puertas a la actuación. Su debut en el cine fue con un papel secundario en 1958.

Participó en más de 140 películas a lo largo de más de seis décadas de actuación, en una profusión de papeles. Integró el elenco de algunas de las películas más memorables de la filmografía italiana, como el Gatopardo u Ocho y Medio para dar a continuación el salto a Hollywood, donde trabajó con John Wayne, Rita Hayworth o Rock Hudson entre otros importantes actores de la época.

Pero rechazó un contrato para mudarse a la Meca del Cine de forma permanente. No le gustaba la idea de firmar contratos que la obligaran a quedarse en un solo lugar, prefiriendo rodar solo las películas que le interesaban. Además, se se consideraba a sí misma una actriz "europea".

Prueba de su ductilidad como actriz, fue uno de sus papeles más desapercibidos, como Aïcha, una joven árabe revolucionaria durante la independencia argelina en la película Lost Command, que en España se llamó Mando perdido y en Argentina, Talla de valientes. Un filme estadounidense de 1966 dirigida por Mark Robson sobre la base de las novelas  Los Centuriones y Los Pretorianos de Jean Lartéguy. Allí compartió cartel con gigantes del cine como Anthony Quinn, Alain Delon, George Segal o Michèle Morgan. 

Musa de diversos directores europeos, trabajó con los dos más grandes del cine italiano: Luchino Visconti y Federico Fellini. En una entrevista, ella dio su punto de vista respecto de las diferencias en los sets de rodaje que presidían:

Con Fellini en "8½", el set era un "circo" lleno de ruido, gritos y gente hablando por teléfono. No podía crear en silencio, todo era improvisación y era una experiencia "lúdica" y caótica. Visconti era lo contrario. En "El gatopardo", el set era muy serio, al estilo de una obra de teatro, y no se podía decir una palabra. Obsesivo con los detalles, le pidió que llevara un pañuelo bordado de la época, aunque nunca se vería en pantalla.

Tanta era su presencia en el mundo del espectáculo, que a veces era referida simplemente por sus iniciales, "CC", un signo de su estatus icónico que solo grandes estrellas como Brigitte Bardot (BB) o Marilyn Monroe (MM) tuvieron.

"La Bella de Túnez", era otro de sus apodos, que refería a sus orígenes tunecinos y su belleza exótica. Pero el más usado, por justos motivos fue o "La Incontrollabile" (en italiano) o "La Indomable" en castellano, por su personalidad fuerte, independiente y a su negativa a ser encasillada o controlada, especialmente por los estudios. Carácter, energía y un espíritu libre fueron un sello de personalidad, en un ámbito en que eran preferidas las actrices más "dulces" o dóciles. Algo en lo que ella siempre pasó de largo.

 Recibió importantes reconocimientos a lo largo de su carrera, incluyendo el León de Oro en Venecia en 1993 y el Oso de Oro en Berlín en 2002. A pesar de su éxito, mantuvo siempre una postura de "mujer normal", sin choferes ni guardaespaldas, y aseguró que le gustaba pasear sola.

Tampoco tuvo problemas con envejecer, dentro y fuera de la pantalla. Jamás quiso hacerse una cirugía estética. “El rostro de una mujer debe estar acuñado por su propia historia”, dijo alguna vez.

Su vida no estuvo exenta de momentos por demás difíciles. Fue víctima de una violación a los 17 años en Túnez. De esa agresión nació su hijo, Patrick, a quien durante muchos años presentó públicamente como su hermano menor para evitar el escándalo y proteger su carrera, que estaba despegando en ese momento.

Su primer productor y luego esposo, Franco Cristaldi, manejó su carrera de forma muy controladora, en un momento en que el tema del abuso era tabú. Se firmó un contrato que, de acuerdo con ella, que le daba injerencia y voz cantante en cada aspecto de su vida para mantener el secreto y la imagen pública de la "virgen" del cine italiano.

Más tarde, tras separarse de su influyente marido y productor, sufrió represalias dentro de la industria italiana y fue excluida de varios proyectos.

Nada de eso la amilanó. Siguió adelante, dejando una marca indeleble en la historia del cine por su talento, carisma y espíritu indomable. Algo que también hizo por fuera de las pantallas. Como cuando el 6 de mayo de 1967, asistió a una audiencia con el Papa Pablo VI en San Pedro, de riguroso negro y mantilla al tono, tal como marcaba el protocolo, pero rompiendo con todas las reglas al ir con minifalda, como una forma de libertad y modernidad. Un desafío al estricto código de vestimenta del Vaticano, que en ese momento exigía cubrir hombros y rodillas. 

Murió en Francia, acompañada por sus hijos, el martes 23 de setiembre de 2025. Laurent Savry, su representante, confirmó la noticia afirmando en un comunicado a la prensa que: “Nos deja el legado de una mujer libre e inspiradora, tanto en lo artístico como en lo personal”.

Por algo Claudia expresó en alguna ocasión: “Siempre he querido demostrar que la mujer es más fuerte”. Y vaya si lo logró.


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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.


Una mujer humillada y desposeída.

La tentación de recuperarlo todo.

Un secreto vital que obtener tras la cordillera.

Un general con un desafío por cumplir: cruzar los Andes.

 

Provincias Unidas de Sudamérica, 1816. Las tierras del antiguo Virreinato del Río de la Plata han declarado su independencia de la corona española, en el peor de los momentos posibles. El nuevo país, libre pero cargado de dificultades y retos, apuesta a remontar sus derrotas en el Alto Perú, con el audaz plan de formar un nuevo ejército y cruzar la cordillera para batir a los realistas por el oeste.

En Chile, Sebastiana Núñez Gálvez ha visto desbarrancar su mundo de lujos, pero también de oscuridades, tras la reconquista realista del país. Ajusticiado su esposo por liderar el bando patriota y confiscados todos sus bienes, malvive en la extrema necesitad. Una falta de todo que la ha hecho abjurar de cualquier creencia y hasta de su reputación, para conseguir subsistir.

El Mariscal español Marco del Pont lo sabe perfectamente, y le ofrece devolverle todas sus posesiones y alcurnia, a cambio de pasar a Mendoza y obtener el secreto mejor guardado del Gobernador de Cuyo y General en jefe de ese nuevo ejército, José de San Martín: por dónde pasarán sus tropas a Chile.

Sebastiana es una mujer decidida a todo para averiguarlo; apuesta para lograrlo a su antiguo y fuerte vínculo de amistad con la esposa del gobernador y General en jefe, Remedios de Escalada. No le importa tener que mentir, engañar o traicionar viejas lealtades.

Pero la imprevista relación con un oficial de granaderos trastocará sus planes. Alguien que, precisamente, debe mantener a los secretos de su jefe a salvo de los espías realistas. 



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