Una mujer resilente


por Luis Carranza Torres


Especialmente dedicado al
Nuevo seminario de lectura de San Martín Lee
en su ciclo de Novela Histórica, 
por su atenta lectura de Senderos de Odio.



Ema Hajek, la protagonista femenina de Senderos de Odio, nació de una frase. "La mujer, aun atravesando las más aberrantes vicisitudes, puede mantener su dignidad intima, esta especie de inocencia innata, de candor de corazón", dijo alguna vez, en una entrevista televisiva, Augusto Roa Bastos.

Fuerte en espíritu, es sin embargo vulnerable ante los sentimientos. Sobre todo, con hombres que pueden ser problemáticos. Su madre tenía el mismo rasgo. Algo que ella le reprochó de niña, de forma silente, para luego ya mayor, descubrir que era igual a ella. 

Ema puede resistir todas las pruebas que la vida le pone delante, por hacer de su dignidad una suerte de resistencia personal, íntima. Ella vale por cómo se considera, cualidad que le otorga un espacio de autonomía moral propio, y al margen del control social.

Huérfana de madre, sin mucha noticia de su padre, queda sola en el mundo. En ese Puerto Montt de la década de 1920, que puede ser hostil en demasía para una joven de su edad. 

"Acababa Ema de cumplir dieciocho años cuando su madre murió de tuberculosis. Le siguió un período de carencias aún mayores en las que había crecido desde que tenía memoria. Conoció entonces el hambre y el frío, así como los trabajos duros en el campo o la ciudad que pagaban más que poco, casi nada".

En esa vida de sobrevivir un día a la vez, cruzará su camino con la calculadora Ivonne. Una mujer elegante con acento francés, que la encaminará al camino del negocio del sexo. Lo hará de una forma tan solapada, que Ema no sabrá realmente de qué se trata, hasta que sea demasiado tarde para poder oponerse a la suerte que ha dispuesto para ella.

Puesta a ejercer el oficio más antiguo del mundo, los réditos económicos no tardaron en llegar, aunque su Madame se llevaba la mayor parte de ellos.  



Pero una vez más, esa resiliencia interna se hizo notar. Y en tanto las otras chicas haraganeaban la mayor parte del día, a Ema empezó a leer. Libro, pero también revistas. En una de ellas, de origen argentino, Tit-Bits, publicada en Buenos Aires, encontró un aviso de Escuelas Sudamericanas que promocionaba cursos por correspondencia. Le llamó la atención y mandó la carta para tomar uno de ellos sobre contabilidad. A Ivonne le pareció una pérdida de dinero, pero ella persistió. Le agradó estudiar como los personajes de sus libros, aunque fuera por carta.

Haría otros, de forma sucesiva. Descartó los de labores, modista y sombreros, decidiéndose en cambio por los de aritmética, caligrafía, taquigrafía y tenedor de libros. Tenía el dinero para pagarlos y se hacía el tiempo para completarlos. 

Se había acostumbrado a esa vida. Y hubiera seguido de esa forma, de no ocurrir algo inesperado. Quien nunca antes había sido parte de su vida, se presentó de improviso en ella.

Dicen que no se puede escapar al destino. Aun así, Ema va a intentarlo. Tratará de esconderse al otro lado de la frontera: Vive mayormente aislada en el campo, sin más compañía que una perra ovejera patagón, con un Winchester de palanca por toda protección. 

Solo va cada tanto hasta San Carlos, la actual Bariloche, que por entonces apenas pasa los mil habitantes, a vender la cerveza que elabora y comprar provisiones. Sin relacionarse con nadie, más que lo imprescindiblemente necesario.

Eso, hasta que ese hombre desbastado, austrohúngaro de origen, argentino por propia decisión, tan herido por la vida como ella, se cruzará en su camino. De la forma mas imprevista, traído, moribundo, por las heladas aguas del lago Nahuel Huapí.

Nada sería igual en su vida a partir de allí. Tampoco, en sus sentimientos. 

Para leer más en el blog:

















Un territorio de frontera.
Un crimen atroz que va a vengarse.
Un hombre arrasado por la guerra.
Una mujer marcada por su pasado.

San Carlos de Bariloche, a fines de 1922. Por entonces, un poblado en el territorio nacional de Río Negro junto al lago Nahuel Huapi, en Argentina. 
A Guillermo Kepler, naturalizado argentino, una partida de bandoleros le mata a su familia, le roba sus caballos y le incendia su casa; le disparan hasta darlo por muerto, cayendo en las heladas aguas del lago. Pero, como en la guerra, sobrevive una vez más. 
Obediente de las leyes y los gobiernos hasta entonces, decide que ya es suficiente. Y ante las complicaciones que la resolución del caso tiene para el juez letrado y la policía local, hará justicia por mano propia, máuser en mano. Pero aquellos que han destruido su vida tienen influencias poderosas al otro lado de la cordillera, en Chile. 
En su camino de venganza, cruzará destino con Ema, una enigmática mujer, tan herida y presa de tanta oscuridad como él mismo. Descubrirá entonces que ese destino, que puede ser muy cruel a veces, también, del modo más extraño, arroja a su paso ciertas segundas oportunidades. Pero el precio que deberá pagar no será fácil ni simple. Porque cuando se transitan senderos de odio, nadie sale sin heridas. 

Luis Carranza Torres ha escrito una novela de amor en tiempos de venganza, donde dar lugar a lo importante a veces queda relegado por el dolor.






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