Por
Luis R. Carranza Torres
Albert Bruce Sabin nació el 26 de agosto de 1906 en Bialystock, hoy
nordeste de Polonia, pero que en ese momento un territorio perteneciente al
Imperio Ruso. Era uno de los uno de cuatro hijos de Tillie y Jacob Sabin. En
1921 emigró con su familia a los Estados Unidos, el
fin de escapar de las persecuciones que siguieron a la Revolución Rusa
de octubre de 1917, y del antisemitismo en alza, estableciéndose en Paterson,
Nueva Jersey, donde el padre de Albert se dedicó al negocio de la seda.
Sabin no hablaba una palabra de inglés, pero luego de un curso de seis
semanas con dos de sus primos, aprendió lo suficiente como para asistir a la
escuela secundaria. Luego de graduarse en la Escuela secundaria de Pattison, fue a Nueva York
para estudiar odontología, ya que un tío suyo dentista, le ofreció financiar su
educación de la universidad si él entrara en esa profesión. Sin embargo, su
fascinación por la medicina lo impulsó a cambiar de carrera. Se dice que la pasión por la microbiología le vino de la
lectura del libro Los cazadores de microbios,
de Paul Kruif. Obtuvo el grado de bachiller (BS) en 1928 y el de
doctor en medicina (MD) en 1931. Un año antes se había
nacionalizado ciudadano estadounidense.
Durante la Segunda Guerra
mundial, sirvió como médico militar en el ejército estadounidense, alcanzando
el grado de teniente coronel. Estando destinado departamento de investigación
de muertes por epidemias del Cuerpo Médico, realizó diversas misiones
especiales por órdenes del Cirujano General del Ejército, en el Medio Oriente, África,
Sicilia, Okinawa y las Filipinas. A resultas de ellas, aisló el virus que
causaba diversas fiebres tropicales, y ayudó a desarrollar una vacuna contra el
dengue. También estudió los parásitos que causan la toxoplasmosis, así como los
virus causantes de la encefalitis y fue el
responsable de la vacunación de 65.000 militares estadounidenses contra la
variante japonesa de la poliomielitis. Por ello se lo consideraba en los
círculos castrenses, como el militar que más vidas había salvado en la guerra.
Luego de la guerra, Sabin se
dedicó en la Universidad
de Cincinnati, de la que era profesor de investigación en pediatría, a continuar
con los estudios sobre la polio. Orientándose a trabajar en una vacuna
realizada a partir de virus vivos que se probó en 1954. En ese momento, sin
embargo, ya estaba generalizándose la vacuna Salk a base de virus muertos e
inyectada, que se comercializó en 1955. No obstante la eficacia de ésta, Sabin
persistió en el empeño de crear una vacuna a base de virus vivos o atenuados
que pudiera administrarse por vía bucal,
y que sirvieses para los tres tipos de polio.
Culminada con éxito su investigación en 1957, entre 1958 y 1959 la vacuna se probó en millones de las
personas en el Unión Soviética entre y demostrada exitoso. Normalmente administrada en un trozo de
azúcar, fue aceptada para su uso en los Estados Unidos en 1960 y se volvió la
defensa principal contra la polio a lo largo del mundo.
Nuestro país estuvo entre los primeros del mundo en
reconocer sus logros, condecorándolo con la Gran Cruz de la Orden de Mayo en 1957. Máxima
distinción que puede conferirse a “… ciudadanos civiles y militares
extranjeros, que se hayan distinguido por sus servicios y obras personales y
merezcan la gratitud de la Nación Argentina”.
Un hecho que debe destacarse, es que Sabin nunca quiso
patentar la vacuna, insistiendo en ésta debía de aplicarse de forma gratuita.
"Quiero que mi investigación esté al alcance de todos", dijo. Por su
simpleza y facilidad de administración a toda la población del mundo, unos doscientos
millones de niños fueron vacunados tan solo en Europa y los Estados Unidos en
la década de los años sesenta. Evitándose con ello unas 50.000 muertes y
5.000.000 de parálisis por la enfermedad.
Sabin, siempre que podía, dejaba claro que la vacunan no había sido una obra
personal suya, sino el fruto del trabajo de centenares de personas.
Sabin se casó tres veces.
La primera en 1935 con Sylvia Tregillus, que murió en 1966. La segunda con Jane
Warner, que terminó en divorcio. Y la tercera con Heloisa Dunshee. Reconocía
que su incesante necesidad de hacer cosas, de investigar, llevaba a colocar a
su hogar y familia en un segundo plano, y siempre sintió una gran culpa por
ello.
Murió el 3 de marzo de 1993 de un paro cardíaco en el
centro médico de Georgetown. Fue enterrado en el cementerio nacional de
Arlington, con los máximos honores militares. Aquellos reservados a los actos
supremos de heroísmo. Es que Sabin, tanto en tiempos de paz como de guerra,
había sido el más particular de los héroes que el mundo hubiera conocido en
mucho tiempo. Acaso, en cualquiera de los tiempos.
Al
igual que Salk, nunca recibió el Premio Nóbel de Medicina. Su lápida de piedra
negra, está escrita por ambas caras. En una de ellas se lo identifica: Albert B. Sabin. Teniente Coronel del Cuerpo
Médico del Ejército de los Estados Unidos. 26 de agosto de 1906 – 3 de marzo de
1993. En la otra, se expresa: Sabin:
creador de la vacuna que hizo posible erradicar la poliomelitis en el mundo.
Tan sencillo y tan profundo como eso.
Para leer más en el blog:
Un amor rebelde en una época convulsa
Mujeres en pugna en un mundo oscuro
Los Lobos del Atlántico
Constanza y la botadura del Bismarck
SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021) y Los extraños de mayo (2022). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.