Combatientes extranjeros

 

Cuerpo de voluntarios rusos combatiendo por Ucrania en 2023. 


Por Luis Carranza Torres


A lo largo de la historia, diversos conflictos armados en todo el mundo han atraído a combatientes extranjeros, que han sido definidos como “individuos, impulsados principalmente por ideología, religión y/o parentesco, que abandonan su país de origen o su país de residencia habitual para unirse a una parte involucrada en un conflicto armado”, conforme la definición de Andrea de Guttry, Francesca Capone y Christophe Paulussen en la segunda página de la introducción de su obra “Foreign Fighters under International Law and Beyond”.

Los romanos los llamaron “auxilia”, si bien en un principio no respondía a la idea de tropas extranjeras. Fue una creación de Augusto, concebirlos como un cuerpo de tropas no ciudadanas paralelo a las legiones, ya que en la época republicana el término se refería a los reclutas que habían sido alistados para una campaña concreta, y que se disolvían a su término. 

Integrados por bárbaros, en particular germanos, los auxilia eran cuerpos formados por voluntarios no romanos que prestaban servicio en unidades permanentes, tanto de caballería como infantería y hasta arqueros.


No era la primera vez que integraban los ejércitos extranjeros de los habitantes de ese reino o similar. En la antigüedad, ya los griegos habían ganado fama de combatir bajo otra bandera por dinero, incluso contra los propios griegos. 

 Jerjes II, en su invasión a Grecia del año 480 a. C. reclutó en su ejército a arqueros tracios que conforme Hródoto "marchaban llevando en la cabeza pieles de zorro, en el cuerpo, túnicas que cubrían con marlotas de varios colores, en pies y piernas calzado de piel de cervatillo; tenían venablos, peltas y dagas pequeñas". 

 En la batalla de Issos, las fuerzas militares de Darío III que enfrentaron al ejército de Alejandro Magno estaba formado por unos 30.000 mercenarios griegos según las fuentes clásicas, aunque la cifra se entiende algo exagerada. 

De la denominación romana se heredó para el castellano castrense, la denominación de cuerpos o unidades "Auxiliares". Por caso durante el proceso de independencia hispanoamericano, entre otros, encontramos la "Expedición Auxiliadora de Chile" o "Columna Auxiliar de Buenos Aires", enviada desde Chile​ a Buenos Aires comienzos de 1811 como apoyo al esfuerzo revolucionario de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Los Argentinos devolverían el gesto enviando a su vez, en 1813 a Chile el "Batallón de Auxiliares Argentinos", formado sobre la base del  Batallón de Patricios de Córdoba y que estuviera primero bajo el mando del coronel Santiago Carreras y luego de Marcos Balcarce. Participarían allí del  Sitio de Chillán, las batallas de Cucha Cucha y de Membrillar, para volver a Mendoza tras el desastre de Rancagua, en octubre de 1814.

Recibieron, su oficialidad y sus soldados por su participación en el primero de tales combates, un escudo de honor que además del valor, destaca la calidad en la que se había combatido, expresando: “La Patria a los valerosos de Cucha-Cucha, auxiliares de Chile, año 1814”



Una de las principales diferencias entre el General en jefe del Ejército de los Andes y gobernador de Cuyo, José de San Martín con los hermanos carrera, fue precisamente la negativa del primero a tener en calidad de auxiliares en unidades propias a los chilenos exiliados que se incorporaban al ejército. De hecho, en tal ejército los únicos auxiliares fueron las tropas de apoyo (baqueanos, quienes arreaban el ganado o transportaban los enseres y vituallas del ejército) y no por su nacionalidad.  

Durante la Guerra de la Triple Alianza o Guerra del Paraguay, una Legión Paraguaya dirigida por los coroneles Juan Francisco Decoud y Fernando Iturburu, integrada principalmente por exiliados paraguayos y opositores al régimen de Francisco Solano López combatió en el bando aliado, a partir de 1869. Desde entonces, la palabra legionario ha sido empleada, sobre todo en el discurso político del Paraguay, como equivalente a la de traidor.​


Legión Paraguaya


La denominación más común a partir del siglo XIX fue la de “voluntarios”. Y plantean en el presente no pocas discusiones.

Emanuele Sommario, en su trabajo “The Status of Foreign Fighters under International Humanitarian” expresa por su parte que: “Aunque el fenómeno de los "combatientes extranjeros" no es nuevo, un aumento reciente en su número y en la variedad de países de donde proceden, los grupos a los que se unen, sus motivaciones y sus trayectorias subsiguientes han puesto de relieve la complicada naturaleza de esta cuestión y generado preocupaciones en todo el mundo. Sin embargo, las obligaciones legales, así como el nivel exacto de protección legal que disfrutan estos individuos una vez que se unen a un conflicto en curso, no están del todo claros”. 

Ello se debe, a juicio del autor, a que: “En particular, el Derecho Internacional Humanitario (DIH), que tiene como objetivo proteger los derechos básicos de las personas y grupos afectados por conflictos armados, no proporciona orientación específica sobre el estatus al que podrían tener derecho y, en consecuencia, sobre cómo deben ser tratados”, si bien cabe distinguirlos de los “mercenarios”, sobre la base de la definición jurídica actualmente vigente en el derecho de los conflictos armados. En el mismo sentido, Guttry, Capone y Paulussen excluyen del concepto a los mercenarios, en el entendimiento que estos últimos están motivados para participar en las hostilidades esencialmente por el deseo de ganancia privada.

No es una diferencia que sea pacífica, sobre todo en los organismos internacionales como la ONU. A tal respecto, podemos citar la “Note by the Secretariat” A/73/303 de fecha 6 de agosto de 2018, por la cual el Secretario General comunica a la Asamblea General de ONU, de conformidad con la resolución 72/258 de la Asamblea y la resolución del Consejo de Derechos Humanos 33/4, el informe del Grupo de Trabajo sobre “Use of mercenaries as a means of violating human rights and impeding the exercise of the right of peoples to self-determination”.

En tal documento se expresa que “las personas que abandonan su país de origen o residencia habitual para involucrarse en actos de violencia como parte de una insurgencia o de un grupo armado no estatal en un conflicto están motivados por una serie de factores, en particular la ideología, aunque el Grupo de Trabajo ha descubierto que las motivaciones financieras también son un factor clave”. Por lo que: “En este sentido, el Grupo de Trabajo considera que los combatientes extranjeros son una actividad relacionada con los mercenarios”.

Si bien los usos y costumbres de la guerra, desde la antigua Grecia en adelante, ha permitido la intervención de extranjeros, la actuación sangrienta de los mercenarios en las guerras coloniales de África durante el siglo XX ha traído la desconfianza hacia dicha categoría. 

La cuestión no se haya dado tanto por la participación de extranjeros dentro de estructuras militares previas con antigüedad e historia, como puede ser la Legión Extranjera francesa o la española, o las unidades Gurkas del ejército británico, sino por agrupaciones que se conforman en el curso de un conflicto determinado. 

Un caso único en estas unidades extranjeras lo conforma la Guardia Suiza Pontificia, el cuerpo militar encargado de la seguridad del papa y de la Santa Sede, en la Ciudad del Vaticano. Se trata del ejército profesional más pequeño del mundo con poco más de cien soldados y el único estado que tiene sus fuerzas militares integradas en su totalidad por extranjeros.

Su Comandante tiene el rango de coronel, seguido de un vice-Comandante con rango de teniente coronel; un capellán, con idéntico rango; un mayor, dos capitanes, 23 suboficiales que mandan a 104 alabarderos y dos tamborileros en su función ceremonial, pero que también se hallan entrenados en tácticas y uso de armas modernas.

Un acuerdo especial entre Suiza y el Vaticano permite su reclutamiento. Se trata de la única excepción que se prevé en las leyes suizas en la cuestión, ya que no permiten a sus ciudadanos enrolarse en ejércitos extranjeros. Una prohibición que encuentra su sentido tanto en la política de neutralidad de dicho país, como en el hecho que los Suizos fueron cotizados mercenarios durante la época medieval y moderna. 

Para ingresar en la guardia pontificia se debe haber cumplido con el servicio militar en suiza y ser bautizado bajo el rito católico, entre otros requisitos. 

Una de las últimas agrupaciones de extranjeros que se conforman en vistas a un conflicto determinado, ha sido durante la Guerra de Ucrania, la Legión Internacional de Defensa Territorial de Ucrania, creada por el gobierno ucraniano el 27 de febrero de 2022. 


En setiembre de 2023, El Comité de Investigación de Rusia (CIR), dependiente de la presidencia de ese país, presentó acusaciones en ausencia contra 25 extranjeros por combatir del lado de Ucrania en calidad de mercenarios. “En el marco de la investigación penal se han reunido pruebas que han permitido acusar a otros 25 extranjeros, entre los cuales hay ciudadanos de Australia, Austria, Argentina, Bélgica y otros países”, señaló un comunicado del organismo. Es claro que el concepto de la participación de extranjeros como combatientes del lado ucraniano va a ser controvertida en tales términos por la Federación Rusa. 

Asimismo, existe en el bando ucraniano una Legión por la Libertad de Rusia o Legión Rusia Libre, creada un mes después con desertores de las Fuerzas Armadas de Rusia que se encontraban luchando en Ucrania, algunos bielorrusos y otros rusos que no están en sus fuerzas armadas, conforme expresa Michael Schwirtz en su artículo aparecido en The New york en febrero de 2023 bajo el título de “They Are Russians Fighting Against Their Homeland. Here’s Why.”


Insignia Legión Rusia Libre

Es acaso el más paradojal y extremo supuesto de la categoría, pero no por ello extraño dentro de la historia de la guerra. Son, respecto de los ucranianos, combatientes extranjeros, pero nacionales de los rusos a los que atacan. Al menos en los conflictos armados internacionales como lo es dicha guerra, ello va a determinar que cualquier captura no se merite sobre las bases del derecho internacional humanitario, sino por la aplicación de la normativa interna que establece el delito de traición.

Como puede verse, los combatientes extranjeros resultan, al parecer, una categoría tan antigua y perenne para la humanidad como la guerra misma.  


Para leer más en el blog:



Un amor rebelde en una época convulsa

Los Lobos del Atlántico







SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022) y La Traidora (2023). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Una ciudad: Londres.
Una mujer cruzada por dos naciones.
Una guerra inesperada.
Un hombre misterioso.
Una historia de espías.
Un amor que no distingue banderas. 

En abril de 1982 nada parece ir bien en la vida de Gabrielle Sterling. La relación con su jefe ha terminado en una desilusión amorosa y su carrera en el servicio civil británico no avanza. Sin embargo, la vida la sorprende cuando un hombre misterioso le hace una propuesta peligrosa. De aceptar, deberá traicionar los principios en que ha sido educada, aunque también rescatará es parte olvidada que su madre le inculcó. 
Tironeada por dos banderas, deberá elegir un bando en un conflicto que día a día se muestra más próximo. En ese proceso, pondrá su propia vida en juego mientras se siente cada vez más atraída por ese hombre misterioso.
En tanto la guerra escala, intrigas, pasiones y acontecimientos imprevistos la llevarán donde nunca antes había pensado estar, mientras quienes la persiguen se hallan más cerca de descubrirla. 
En medio de esa incertidumbre, Gabrielle se sentirá más viva que nunca. Tal vez no esté traicionando a nadie, sino encontrándose, por primera vez, consigo misma.  

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