El espía que rescató del frío a John Le Carré

 


por Luis Carranza Torres

El espía que surgió del frío es una novela escrita por el británico John le Carré y publicada en 1963.

El agente Alec Leamas parece desertado de los servicios secretos británicos para plegarse a los de la Alemania comunista. En realidad, es un engaño. Sin embargo, Alec pronto puede ver que tal vez no sea un solo engaño, sino que también lo estén engañando a él. Los propios, los ajenos, o quizás los dos juntos. 

Fue la primera gran novela de Le Carré y su primer best-seller. La historia se desarrolla a principios de la década del 60, pero de forma previa a toda la revolución cultural que vino luego. ¿Anuncia un final de época con su pesimismo? Probablemente. 

Como dice Paula Vázquez Prieto en “El cinismo de la posguerra: el espía que vino del frío”: “Más cercano al estilo de Graham Greene, con su rampante desencanto y sus personajes grises, que al glamour de Ian Fleming, que hizo del espionaje un juego burbujeante de martinis y jet-set, Le Carré puso en la literatura toda su amarga experiencia como espía”

Fue el contrapunto de otro estilo literario en materia de espionaje de la época, nada menos que el del padre de James Bond, el agente 007: “A diferencia del tono aventurero y ligero de Fleming, el otro best seller de la temporada, el estilo de Le Carré es tenso y sombrío, ceñido a los colores grises que definen la contracara del espionaje, inmerso en el clima deprimente de la Inglaterra de los 50 (el racionamiento en Gran Bretaña recién terminó en 1954). El libro es un retrato nihilista en el que buenos y malos se confunden bajo el mismo disfraz, que desnuda de manera descarnada la fragilidad de los hombres, su oportunismo, la pérdida de la inocencia y la fe en la bondad”, explica Vázquez Prieto.

Nacido en Dorset en 1931 con el nombre de David John Moore Cornwell, el autor de esa novela se unió muy joven al cuerpo de Inteligencia del Ejército Británico como traductor del alemán (un pasado que luego le prodigaría literariamente a su personaje Leamas), tras lo cual formó parte del MI5 (servicio secreto doméstico, focalizado en la seguridad del país y el contraespionaje) en la búsqueda de agentes secretos infiltrados en Oxford. 

No solo era espiar o descubrir espías en su vida. Estudió idiomas y fue profesor del Eton Collegue; en 1961 publicó su primera novela, Llamada para el muerto, donde se presenta a los lectores su espía más conocido: George Smiley. 

En ese 1961 ingresó en el MI6 (el servicio de inteligencia exterior, dedicado a las misiones de espionaje en el mundo) y trabajó como secretario de la embajada británica en Bonn. Luego fue transferido a Hamburgo, y allí escribió Asesinato de calidad en 1962, su segundo libro. Por entonces, el escritor vibraba más en él que el oficial de inteligencia. 

El espía que vino del frío de 1963 no solo fue su tercera novela. Fue su primer éxito literario y en que le permitió dejar en 1964 el MI6 para dedicarse a tiempo completo a la literatura.

John le Carré admitió en una entrevista con The Guardian el 13 de abril de 2013 el efecto que esa obra tuvo para su vida: "Escribí 'El espía que surgió del frío' a la edad de treinta años, bajo un estrés personal intenso, no compartido y en extrema privacidad. Como inteligencia Oficial disfrazado de diplomático subalterno en la embajada británica en Bonn, yo era un secreto para mis colegas, y la mayor parte del tiempo para mí mismo había escrito un par de novelas anteriores, necesariamente bajo un seudónimo, y mi servicio laboral lo había hecho. Los aprobaron antes de su publicación. Después de un largo examen de conciencia, también aprobaron 'El espía que surgió del frío'. Hasta el día de hoy no sé qué habría hecho si no lo hubieran hecho".



En 2006 la revista Publishers Weekly la eligió como la mejor novela de espionaje de todos los tiempos. En 1995, la Mystery Writers of America lo incluyó en su lista de las cien mejores novelas de misterio de todos los tiempos.

En 1965 se hizo una adaptación para el cine que contó con el actor Richard Burton. La dirección corrió por cuenta de Martin Ritt, la fotografía de Oswald Morris y el elenco lo completaban Claire Bloom, Oskar Werner, Sam Wanamaker, George Voskovec, Rupert Davies. 

Le Carré supervisó el guion de Paul Dehn, quien sabía del rubro (había hecho el guion de Goldfinger en 1964 y un par de años después reencidiría con The Deadly Affair en 1967 para Sidney Lumet) y Guy Trosper, más habituado a la acción y suspenso (El rostro impenetrable, El hombre de Alcatraz)

Desde el vamos, Le Carré sostuvo la premisa de que la película debía preservar las claves de la estructura literaria. De allí que inicie y finalice la historia en un mismo lugar: el Muro de Berlín. Un símbolo por antonomasia de lo dividido de un mundo en donde el personaje se pierde y reencuentra con sí mismo. 

Si bien Le Carré quería a Trevor Howard para el protagónico de su agente desilusionado, se lo rechazó de la producción por no rendir lo suficiente en taquilla; Burt Lancaster, pero dejado de lado también, pero por no poder dar un acento británico convincente.

Richard Burton fue el elegido, con chocó con el director Martin Ritt durante el rodaje. Se cree que, por las constantes visitas de Elizabeth Taylor al set, a quien prestaba más atención que a la película. Para complicar aun más el ambiente de trabajo, la coprotagonista Claire Bloom habían tenido una relación fugaz con Richard años antes. 

Aunque al principio Le Carré consideró que Burton era demasiado glamoroso para el papel de Alec Leamas, su forma de actuar lo terminó convenciendo. Y la fricción con el director, se dice que ayudó a eso. 

El resultado fueron 112 minutos de espionaje noir, con tanto suspenso como verdades incómodas. Fue un éxito, pero no tanto como la novela que alejó a David John Moore Cornwell, alias John Le Carré de la monotonía de una vida que no le gustaba para permitirle vivir otra que sí. 



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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022) y La Traidora (2023). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Una ciudad: Londres.
Una mujer cruzada por dos naciones.
Una guerra inesperada.
Un hombre misterioso.
Una historia de espías.
Un amor que no distingue banderas. 

En abril de 1982 nada parece ir bien en la vida de Gabrielle Sterling. La relación con su jefe ha terminado en una desilusión amorosa y su carrera en el servicio civil británico no avanza. Sin embargo, la vida la sorprende cuando un hombre misterioso le hace una propuesta peligrosa. De aceptar, deberá traicionar los principios en que ha sido educada, aunque también rescatará es parte olvidada que su madre le inculcó. 
Tironeada por dos banderas, deberá elegir un bando en un conflicto que día a día se muestra más próximo. En ese proceso, pondrá su propia vida en juego mientras se siente cada vez más atraída por ese hombre misterioso.
En tanto la guerra escala, intrigas, pasiones y acontecimientos imprevistos la llevarán donde nunca antes había pensado estar, mientras quienes la persiguen se hallan más cerca de descubrirla. 
En medio de esa incertidumbre, Gabrielle se sentirá más viva que nunca. Tal vez no esté traicionando a nadie, sino encontrándose, por primera vez, consigo misma.  


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