Orígenes de la Gendarmería


Por Luis R. Carranza Torres


Desde lo etimológico deriva de la palabra francesa “gendarmerie”, que a su vez viene de la expresión en francés antiguo “gens d'armes” (gente de armas).

Inicialmente en el medioevo refería a toda tropa que los señores feudales llevaban al combate. Una suerte de equivalente galo a la hueste hispánica.  Éric Alary en su libro “L´histoire de la gendarmerie. De la Renaissance au troisiéme millénaire” la entiende como “la institución militar francesa más antigua”, definiéndo con el término gendarme al hombre de guerra a caballo que comandaba a otros caballeros; es así que no era raro ver a monarcas y mariscales aparecer en el campo de batalla rodeados de "gendarmes" fuertemente armados, que, con el tiempo, se agruparon en compañías de caballería pesada. 

Atento al hecho que en 1439 durante el reinado de Carlos VIII, se establecieron de forma permanentes compañías de gendarmes bajo el mando real, podemos también decir que fueron el primer núcleo de un ejército regular en Francia. 

En relación a la adquisición de sus funciones actuales, tanto el primer volumen de la obra de Jean Besson y Pierre Rosière, “Encyclopédie de la Gendarmerie Nationale”, y como la de Louis Larrieu, “Histoire de la Maréchaussée et de la Gendarmerie” documentan a las mismas como heredera de la “Maréchaussée”, un cuerpo de soldados que, responsable inicialmente de la vigilancia y de la justicia de los ejércitos desde la Edad Media, se convirtió progresivamente en una fuerza policial para toda la población en la mayor parte del territorio francés, a excepción de algunas grandes ciudades que contaban con sus propias milicias o, del caso de París, en que dicha función era prestada por la Guardia Real. 

Sus misiones se expandieron hasta cubrir toda la población y el territorio desde el reinado de Luis XII. La declaración real del 25 de enero de 1536 amplió su competencia a toda la población civil en casos de robos con o sin armas, vagabundos y extranjeros no domiciliados. Colbert, ministro de Luis XIV, la organizó en brigadas en 1668.

Maréchaussée 


Tenía incluso esta fuerza, poderes de justicia extraordinaria denominados “prévôtale”. Conforme la Ordenanza penal de 1670, parte de los delitos calificados como regios o "cas royaux", eran perseguidos por la Maréchaussée y juzgados por una cámara penal en el Parlamento, mientras que los demás, calificados como "cas prévôtaux", eran juzgados en primera y última instancia por los tribunales de esta fuerza de orden público en las provincias. 

En 1720, la Maréchaussée quedó simbólicamente bajo la autoridad administrativa de la Gendarmería de Francia, un cuerpo de caballería pesada asimilado a la casa militar del rey. Durante el período revolucionario, a pesar de su conexión con el rey, se la entendió como una fuerza favorable a la Asamblea Nacional francesa. Como resultado, la Maréchaussée Royale no se disolvió, sino que simplemente pasó a denominarse Gendarmería Nacional. Y si bien se mantuvieron sus funciones, la transformación más importante fue convertirse en una fuerza totalmente militarizada. 

La ley del 16 de febrero de 1791 que estableció esa conversión fue completada con la ley del 28 Germinal Año VI (17 de abril de 1798), considerada como "la grande Charte" de la gendarmería, que reforma el cuerpo, codifica los principios de actuación, especifica las competencias en materia de policía administrativa y policía judicial y aumenta el número de efectivos a 10.000 hombres.

Se la agrupó en 28 divisiones, cada una comandada por un coronel, responsable de tres departamentos. En cada departamento existían dos compañías de gendarmes al mando de capitanes. Tal organización territorial se mantendría a lo largo de los siglos XIX y XX.

Existió además una Gendarmerie d'ligne, que cumplía funciones de policía militar dentro del ejército francés.

Napoleón Bonaparte creó en 1801 la “Gendarmerie d'élite” primero como parte de la Guardia Consular y luego de la nueva Guardia Imperial. Era, conforme su norma de creación, "especialmente responsable de mantener la seguridad pública y la vigilancia en el lugar donde reside el gobierno", siendo organizada en dos escuadrones bajo las órdenes del coronel Savary. Asimismo, durante las campañas militares custodiaba los viajes del Emperador y la protección de las líneas de comunicación. En 1808, fue enviada a España para luchar contra las guerrillas, además de su habitual servicio en la fuerza pública, aunque también se desempeñó como caballería pesada militar en Medina de Rioseco, así como en las batallas de Bérézina durante la campaña rusa, luego en Leipzig y Montmirail.

Gendarmerie d'élite

Durante la Primera Restauración, la gendarmería de élite recibió el nombre de “Gendarmes des chasses du roi”, pero volvió a su antiguo nombre durante los Cien Días, interviniendo en la campaña belga. El cuerpo se disolvió definitivamente en Châtellerault, tras el regreso de los Borbones.

En la actualidad, la Gendarmerie Nationale Française es una fuerza de naturaleza militar con misiones fundamentalmente de policía. Es responsable de mantener el orden y la seguridad ciudadana en las zonas rurales y periurbanas francesas, mientras que la Policía Nacional se encarga en las áreas urbanas. Las zonas a su cargo representan aproximadamente el 50% de la población y el 95% del territorio nacional francés.

Cumple asimismo funciones de policía judicial dentro de su jurisdicción y de policía militar (“prevôte”) en las Fuerzas Armadas francesas. Se halla además a cargo de las fronteras y embajadas en el extranjero comprendiendo una gendarmería móvil, integrando la Guardia Republicana y existiendo asimismo una gendarmería del aire y otra marítima que actúan en tales espacios de jurisdicción.

Más allá de Francia, el término asimismo se ha extendido y diversificado, no siempre en su sentido original, aunque invariablemente asociado a fuerzas de orden público. Por caso, en los cantones francófonos de Suiza, denomina así a la policía civil uniformada. Algo similar ocurre en Canadá donde por razones tradicionales el nombre en francés de la Real Policía Montada de Canadá es “Gendarmerie royale du Canada”, Gendarmería Real de Canadá, a pesar de no ser una fuerza militar. En Chile, en tanto, refiere al servicio penitenciario.

En Holanda, mantiene el nombre de Marechaussée. Creada el 26 de octubre de 1814 por quien luego reinaría con el nombre de Guillermo I, cambiaría su el nombre de “gendarmería”, de clara influencia francesa, por el de “marechaussée”, siendo “encargada de mantener el orden público, asegurar la aplicación de las leyes y vigilancia de las fronteras exteriores, así como de las principales vías de circulación”.

También en 1814 y bajo influencia francesa fue creado en Italia el Arma dei Carabinieri, inicialmente denominado Cuerpo de Carabineros. Chile por su parte el 27 de abril de 1927 estableció el propio, que cumple además funciones policiales en áreas urbanas y no solo rurales. 

En España, se creó en 1829 para el control de fronteras y evitar el contrabando, el Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, que en 1842 se reorganizó como el Cuerpo de Carabineros del Reino. Creada el 28 de marzo de 1844 mediante Real Decreto la Guardia Civil, absorbió a los Carabineros en virtud de la Ley de 15 de marzo de 1940.

No menos evolutiva fue la adopción de dicha institución en nuestro país. De la campiña francesa a las fronteras argentinas, como veremos, esta antigua institución francesa evolucionó entre nosotros hasta adquirir un rostro propio.  


Recepción de la función de gendarmería en argentina 


El concepto francés de la “gendarmerie” comprensivo de la existencia de un cuerpo militarizado que cumple las funciones de policía fuera de los ámbitos urbanos, fue decantando a lo largo del tiempo entre nosotros desde el siglo XIX hasta la conformación de la Gendarmería Nacional en 1938.

En la cuestión se advierte durante todo el periodo la puja entre dos posturas sobre cómo llevar al orden a zonas poco pobladas o de frontera. Una primera de carácter policial, aunque más profesional y con mayores medios que la “policía paisana” de la época, y otra que bregaba por asignar funciones policiales a cuerpos de naturaleza militar. 

La Ley Nacional Nº 850 del 6 de agosto de 1877 sancionada por el Congreso a instancias del presidente Avellaneda, disponía la creación de dos compañías de “jendarmes” al mando cada una de un capitán, secundado por una decena de oficiales y sesenta soldados para los territorios del Chaco a fin de disponer de “…una fuerza que, sin estar sujeta a las exigencias de la tropa de línea, pueda ser diseminada convenientemente en toda la costa para que sea posible garantir los intereses y la vida de los pobladores de aquellos territorios llamados a ser en un porvenir muy próximo, centros valiosos de producción”. El alistamiento era de carácter voluntario, la instrucción militar, dependían del gobernador del territorio y sus gastos eran solventados por el ministerio del interior.

La guardia montada de la Policía de Neuquén 

Existieron también experiencias a nivel provincial e incluso territorial. Pedro Berardi en su tesis doctoral “Territorialidad, profesionalización y política: la construcción de la policía en la Provincia de Buenos Aires, 1880-1916”, expone algunas.  A partir de la gestión de Marcelino Ugarte en 1902 se crearon el cuerpo de Gendarmería Volante y la Gendarmería de Islas, con jurisdicción sobre el área fronteriza y la zona de riberas próximas al Paraná, respectivamente, siendo sus modelos la Guardia Civil española y los carabinieri italianos. En el territorio nacional de Río Negro, en 1905, el gobernador Carlos Gallardo creó una “policía volante” para entender en los robos de ganado en la campaña, financiada por el Ministerio del Interior, como expresa Pilar Pérez en “Patrullando el territorio patagónico. Las policías fronterizas como productoras del espacio social (1911, 1918 y 1930)”.

A nivel nacional, en la segunda presidencia de Julio Roca, el 25 de febrero de 1902, los regimientos 11 y 12 de Caballería del ejército fueron asignados al servicio de gendarmería en el Territorio Nacional del Chaco. 

En 1911, el diputado Julio Roca (hijo) propuso en el Congreso crear una Gendarmería Nacional bajo reglamentos militares y dependiente del ministerio del interior, que tendría funciones policiales en territorios nacionales y de vigilancia aduanera en las fronteras. Pero en cambio se dictó la Ley de creación de policía fronteriza para territorios nacionales el 13 de febrero, con igual dependencia.

Tal parecía que la cuestión, al menos de momento, se había saldado a favor del criterio policial. Sin embargo, el 30 de setiembre de 1917 se creó un Regimiento de Gendarmería de Línea, dependiente de la 3ª División del Ejército y que tenía por misión la vigilancia y policía de las gobernaciones de Chaco y Formosa, debiendo encargarse del servicio que hasta entonces desempeñara el Regimiento 9 de Caballería.

Primera unidad de la Gendarmería Nacional


Pero por decreto del 11 de abril de 1922, se destacó al jefe de la Guardia de Seguridad de Caballería de la Policía de la Capital para estudiar en Europa la organización y funcionamiento de los cuerpos de gendarmería y otros similares en Italia, España, Francia y Alemania. A resultas de tales indagaciones, en 1923 se presentó un proyecto al congreso para crear, siguiendo el ejemplo de Francia, una “policía federal militarizada”. Tal Dirección General de Gendarmería, sería dirigida por un coronel del Ejército. El proyecto no prosperó, siendo reiterado en agosto de 1926 con idéntica suerte. 

En 1934, el diputado por la provincia de Buenos Aires del Partido Demócrata Nacional Alfredo Rodríguez presentó el proyecto de creación de una gendarmería nacional, sobre la base de la experiencia de Canadá con su policía Montada y de los carabineros de Chile. No tuvo éxito entonces, pero insistió dos años más tarde, siendo aprobado el 3 de junio de 1936, por la Cámara de Diputados y en septiembre por el Senado. 

Estampilla 80 aniversario Gendarmería Nacional


Es así que se creó la Gendarmería Nacional el 28 de julio del año 1938 mediante la Ley Nº 12.367, siendo luego regulada por la Ley Nº 18834 y su modificatoria Nº 19250 hasta llegar a la actual Ley Nº 19.349. 

Su distintivo oficial de dos sables cruzados hacia abajo, unidos por una cinta formando moño, con dos ramas de roble entrelazadas en su base, fue heredado del “Regimiento de Gendarmería de Línea”, al que suplantó en funciones.

Proyectada inicialmente para la custodia de fronteras, asumió luego nuevas competencias ubicándose, como escribimos en alguna oportunidad, como una fuerza de carácter intermedio, capaz de actuar frente a los rompimientos de mayor entidad del orden público, sin tener que comprometer la actuación de fuerzas militares como en otros países, empezando por los propios Estados Unidos. Pero, a la vez, con la disciplina y capacitación militar necesaria para ser una primera línea de defensa de fronteras o reforzar a las fuerzas armadas frente a conflictos armados, tal como ocurrió durante la Guerra de Malvinas en el año 1982.  Poseedora, además, de una formación técnica y jurídica que le permite actuar como auxiliar de la justicia en lugares apartados del país o frente a delitos complejos. 

Dichos rasgos son los que la sitúan frente a sus homólogas que sirvieron de inspiración con una identidad tanto propia como profundamente nacional. 


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Los Lobos del Atlántico






SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023) y Senderos de Odio (2024). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.


Un territorio de frontera.
Un crimen atroz que va a vengarse.
Un hombre arrasado por la guerra.
Una mujer marcada por su pasado.

San Carlos de Bariloche, a fines de 1922. Por entonces, un poblado en el territorio nacional de Río Negro junto al lago Nahuel Huapi, en Argentina. 
A Guillermo Kepler, naturalizado argentino, una partida de bandoleros le mata a su familia, le roba sus caballos y le incendia su casa; le disparan hasta darlo por muerto, cayendo en las heladas aguas del lago. Pero, como en la guerra, sobrevive una vez más. 
Obediente de las leyes y los gobiernos hasta entonces, decide que ya es suficiente. Y ante las complicaciones que la resolución del caso tiene para el juez letrado y la policía local, hará justicia por mano propia. Pero aquellos que han destruido su vida tienen influencias poderosas al otro lado de la cordillera, en Chile. 
En su camino de venganza, cruzará destino con Ema, una enigmática mujer, tan herida y presa de tanta oscuridad como él mismo. Descubrirá entonces que ese destino, que puede ser muy cruel a veces, también, del modo más extraño, arroja a su paso ciertas segundas oportunidades. Pero el precio que deberá pagar no será fácil ni simple. Porque cuando se transitan senderos de odio, nadie sale sin heridas. 
Luis Carranza Torres ha escrito una novela de amor en tiempos de venganza, donde dar lugar a lo importante a veces queda relegado por el dolor.


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