Por los «Senderos del odio» en el sur argentino
1 De Junio De 2024
Por Guillermo Tagliaferri (guille.tagliaferri@elcafediariook.com)
Edición: Florencia Romeo (florencia.romeo@elcafediariook.com)
Senderos de odio, libro escrito por Luis Carranza Torres, es una de esas novelas románticas e históricas que entrelazan una historia de tragedias y amor enmarcados en una época puntual, con todos sus detalles reales, y tiene todos los condimentos para cautivar al lector.
Ambientada en un San Carlos de Bariloche en pleno desarrollo y sus zonas aledañas, inclusive cruzando la frontera a Chile, a comienzos de la década de 1920, tiene una estructura intensa, con pasiones y violencia, pero también con amor y redención.
Senderos de odio es la última novela escrita por Luis Carranza Torres, abogado y doctor en Ciencias Jurídicas. Una historia fuerte que combina venganza, dolor y amor.
Un hombre signado por los golpes
En ese territorio salvaje, agreste, bello y crudo, Guillermo Kepler, ex soldado austríaco con heridas en el alma de la Guerra Mundial, busca la paz. Sin embargo, en un hecho delictivo su familia es asesinada. Y los causantes tienen vinculaciones del otro lado de la frontera, con el poder de Chile.
Ante la falta de respuesta de la Justicia, a pesar del esfuerzo y el compromiso del juez porteño enviado a la Patagonia, narrador en varios capítulos, decide hacer justicia por mano propia.
Una joven con un pasado misterioso y duro
Ema Hajek, huérfana de su madre checa, es la «heroína» y personaje principal femenino. También atravesó una experiencia personal durísima, que la obligó de manera violenta dejar Puerto Montt para comenzar una vida nueva en las afueras de San Carlos.
Mucho misterio, que de a poco se va revelando, trajo con ella de aquella dramática experiencia. Por obra de la casualidad, o quizás causalidad, se cruza con Kepler. Y, contra todos los pronósticos, surge la pasión.
Sepultar el pasado, tomar decisiones en el presente, creer en el futuro. Y en el medio, los conflictuados y golpeados protagonistas y un juez, con una lucha interna entre su cómoda vida en Buenos Aires y la complicada en el Sur del país, y también con un fuerte dilema moral para tomar partido por el lado correcto, aunque eso signifique no atarse estrictamente a los pasos judiciales.
La palabra del autor de Senderos de odio
En una entrevista con El Café Diario, Luis Carranza Torres, cordobés, abogado y doctor en Ciencias Jurídicas, habló sobre su libro, publicado por Del Fondo Editorial.
Su relación con la escritura es amplia. Publicó libros con temática jurídica, pero también una decena de novelas románticas históricas y recibió varios premios, nacionales e internacionales, por su literatura.
—¿Cómo surge la idea de Senderos de odio y cómo fue la tarea de elaboración?
Estando en Bariloche, hace unos años. Con mi familia hemos ido en varias oportunidades a los lugares que aparecen en la novela, recorrido sus bosques, escalado alguna de sus montañas y navegado sus lagos, hasta el límite mismo con Chile.
Son lugares entrañables con los que me he encariñado mucho y quise plasmar una historia con el fondo de esa naturaleza, no solo bellísima, sino que, además de imponente, resulta también dura e implacable.
Algunos de esos sitios, cercanos al límite con Chile, están reflejados con la dureza del clima y el ambiente, sobre todo en aquella época, ¿no?
No cualquiera vive allí, contra la cordillera, sobre todo en los inviernos, y es gente que tiene toda mi admiración. Cómo no escribir sobre el esfuerzo que fue colonizar, asentarse en tales sitios, hacerlos progresar. Las primeras décadas del siglo XX son cruciales en eso. Me documenté bastante, en los propios lugares, en Buenos Aires y en otros documentos que me fueron acercando.
Carranza Torres, presentando otra de sus novelas romántico-histórica, La Traidora, en la Feria del Libro del año pasado.
—¿Cuánto influencia tuvo tu profesión de abogado y doctor en Ciencias Jurídicas para elaborar el personaje del juez?
La ha tenido, sobre todo en describir los aspectos legales o procesales del tema. Pero la mayor parte es ficción.
Yendo a la realidad, ¿es común que un caso como este genere esas dudas?
Y sí, jueces conocidos me lo han dicho en más de una oportunidad, respecto de cuando la exacerbación de las formas les impide llegar a un pronunciamiento justo. Un procesalista de Córdoba me dijo una vez, hace tiempo: «Cuando en el ámbito penal no se sabe derecho o no tenés derecho por defender, terminas siendo solo un fabricante de nulidades«. La frase me quedó y la apliqué en la trama de la historia.
Múltiples sentimientos generados por los Senderos del odio
—En el libro figuran los extremos a los que llega un humano: desde el odio y la maldad hasta el amor y la nobleza. ¿Cómo fue amalgamarlos?
Todo un desafío. Hay varias paradas intermedias entre esos opuestos tan en pugna. Y es lo que capturó mi interés para escribir la historia, que es la más intensa que he escrito hasta ahora.
Entender, desde lo literario, por qué se actúa de esa forma. Aun los malditos y miserables tienen una historia por detrás que los ha llevado a ser lo que son. Hechos que por supuesto, no necesariamente los justifican.
—Eso queda expuesto en varias partes del libro.
Eso es lo que busqué contar, a la par de mostrar las situaciones diametralmente opuestas que la vida nos puede presentar. Muchas veces, por ese azar del destino. Ese juego de dados divino del que renegaba Albert Einstein y que otros científicos como Born o Serge Haroche le han refutado.
—Tanto Kleper como Ema son personajes fuertes, con un pasado duro, y los dos comparten el protagonismo principal sin que uno sea más trascendente que el otro. ¿Es así?
Exacto. Como toda historia de amor, creo que se construye en el contrapunto de las dos partes que intervienen. Cada cual aporta lo suyo a la trama, pero tienen eso en común: son sobrevivientes, personas resilientes que se niegan a rendirse, a caer en esa victimización que solo profundiza ese estado.
Como dije antes, me documenté bastante, encontrando una historia de pioneros digna de ser visualizada. Me gusta retratar cómo se veía un lugar, el tipo de construcciones, pero también los detalles de la vida diaria. Soy de los que cree que es vital para un buen retrato incorporar los dichos de la época, las costumbres, o los objetos que la hacen particular. La navegación a vapor, un fonógrafo, unas tenazas para enrular el cabello o las armas que se acostumbraba tener en esos lugares de frontera, que eran bastante agrestes e indómitos.
Publicado en El Café Diario el 01/06/2024. Extraído desde el siguiente link:
Por los senderos del odio en el sur argentino















