El origen de la veterinaria



por Luis Carranza Torres 

Veterinario es aquella persona que se halla legalmente autorizada para profesar y ejercer la veterinaria, conforme el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia.

La veterinaria, por su parte, es la “ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades de los animales”.

La palabra "veterinario" tiene su origen en latín y remite a las bestias de carga. Es que en la antigua Roma, los caballos usados en el ejército (bestias de carga) que eran muy viejos se recogían en un lugar donde podían disfrutar y descansar. Estos animales fueron llamados "veterinus".

Las personas que los cuidaban de estos animales se denominaban veterinarii (veterinarius), un derivado de la palabra vetus o veteris que significa "viejo". Con el tiempo pasó a definir a la profesión encargada del cuidado de los animales.

Cabe al francés Claude Bourgelat, abogado, amante de los caballos y antiguo caballerizo del cuerpo de mosqueteros, el inicio de los estudios formales en la disciplina. 

Su amistad con el Conde de Armagnac, que como “Gran Ecuyère” de Francia lo designó Ecuyère real diplomado, le permitió fundar y dirigir a la Academia Real de Equitación en 1740. Para entonces, su fama de hipíatra comenzó a superar a la de abogado. La publicación en 1744, de su libro «El Nuevo tratado de caballería» con un enfoque analítico del estudio del caballo, le granjeó la fama en Francia y Europa.

Pero, sin lugar a dudas, el más recordado de sus logros es la fundación del primer instituto superior de enseñanza veterinaria en Lyon en el año 1761, la Escuela Nacional Veterinaria de Lyon, que hoy lleva su nombre. Una institución que no solo supuso un hito para la educación veterinaria, también para la práctica moderna de la veterinaria sobre bases científicas. 

En sus inicios, dicho instituto tuvo a sus primeros estudiantes reclutados de los herradores, especialistas en el cuidado de los cascos de los caballos.

En 1765 fundó asimismo la Escuela Veterinaria de Alfort, cerca de París. 

Bourgelat además destacó como un pedagogo experto en la anatomía y la medicina equina, áreas sobre las que también investigó y escribió. En 1761, publicó Eléments de l’art vétérinaire, que se entiende como la primera obra de medicina veterinaria científica.

El segundo país en tener tales escuelas fue Austria en 1768, seguido de Italia en 1769 y Dinamarca en 1773. En España, por su parte, se creó en 1792. Al final del siglo XVIII, había 19 escuelas de medicina veterinaria en toda Europa.

A par de la escuela de Lyon, destacó también el Royal Veterinary College de Londres, fundado en 1791.

Todos esos centros convirtieron a la profesión veterinaria en un símbolo de modernidad, en una sociedad que dependía todavía de los caballos y animales de carga para el transporte de personas y cosas por tierra. 

En la Argentina se celebra cada 6 de agosto el Día del Veterinario, para reconocer y destacar la labor de estos profesionales de la salud. 

El día se escogió en conmemoración del comienzo del dictado en 1883 en el Instituto Agronómico Veterinario Santa Catalina de las carreras de Agronomía y Veterinaria, las primeras que se dictaron en el país.

Dicho Instituto fue creado en 1872 en Llavallol, por Eduardo Olivera,3 egresado de la escuela de agricultura de Grignon, Francia, siendo la primera escuela de formación especializada en agronomía en la Argentina.

En 1881, el gobernador Dardo Rocha autorizó la creación del “Instituto Agronómico-Veterinario” en el predio de Santa Catalina. Así, nació el primer instituto de Argentina que otorgaba títulos de ingeniero agrónomo y médico veterinario. El 6 de agosto de 1883 comenzó el dictado de clases.

Tres fueron los inscriptos en ese primer curso: Chevallier, Agote y Martínez. El total de veterinarios en el país por ese entonces, todos ellos diplomados en el extranjero, no pasaban de 30.

Por su parte, a partir del año 2000 en que fuera instituido por la Asociación Veterinaria Mundial, cada año el último sábado del mes de abril es el Día Mundial del Veterinario. 

La veterinaria tiene mucha más actuación que la atención de la salud de los animales, siendo una parte importante tanto en la prevención y como el control de enfermedades zoonóticas, que son aquellas que pueden transmitirse de animales a humanos, entre los distintos aspectos de su campo de actuación.

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Los Lobos del Atlántico






SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023) y Senderos de Odio (2024). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.


Un territorio de frontera.
Un crimen atroz que va a vengarse.
Un hombre arrasado por la guerra.
Una mujer marcada por su pasado.

San Carlos de Bariloche, a fines de 1922. Por entonces, un poblado en el territorio nacional de Río Negro junto al lago Nahuel Huapi, en Argentina. 
A Guillermo Kepler, naturalizado argentino, una partida de bandoleros le mata a su familia, le roba sus caballos y le incendia su casa; le disparan hasta darlo por muerto, cayendo en las heladas aguas del lago. Pero, como en la guerra, sobrevive una vez más. 
Obediente de las leyes y los gobiernos hasta entonces, decide que ya es suficiente. Y ante las complicaciones que la resolución del caso tiene para el juez letrado y la policía local, hará justicia por mano propia. Pero aquellos que han destruido su vida tienen influencias poderosas al otro lado de la cordillera, en Chile. 
En su camino de venganza, cruzará destino con Ema, una enigmática mujer, tan herida y presa de tanta oscuridad como él mismo. Descubrirá entonces que ese destino, que puede ser muy cruel a veces, también, del modo más extraño, arroja a su paso ciertas segundas oportunidades. Pero el precio que deberá pagar no será fácil ni simple. Porque cuando se transitan senderos de odio, nadie sale sin heridas. 
Luis Carranza Torres ha escrito una novela de amor en tiempos de venganza, donde dar lugar a lo importante a veces queda relegado por el dolor.

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