por Luis Carranza Torres
La rubia curvilínea que se mostraba en las grandes pantallas del cine, la que aparecía en los noticiarios o revistas por las cuestiones de su vida romántica o social, en el caso de Marilyn Monroe distaba y mucho de la mujer de carne y hueso.
Esa mujer, tapada aún hoy por resultar uno de los grandes y perennes iconos culturales de la mitad del siglo XX y de la historia del cine en particular, tenía un coeficiente intelectual de 164, cinco puntos más que Albert Einstein, y adoraba leer. Lo hacía siempre de que podía, siendo incluso una de sus ocupaciones favoritas entre toma y toma en los rodajes de sus películas.
«Marilyn Monroe fue un personaje creado por ella», dijo la actriz Michelle Williams, que estudió a fondo la vida y personalidad de la diva para encarnarla —y fue nominada al Oscar por su interpretación— en 'Mi semana con Marilyn'. El mundo en general compró esa actuación y Marilyn sumió en un cono de sombras a Norma.
El American Film Institute la considera entre las 10 grandes estrellas femeninas de todos los tiempos. Para 'Empire' y 'Playboy' es la mujer más deseada del siglo XX. Sus medidas: 94-58-92, con 1,66 metros de altura y 53 kilos de peso.
Todo eso ha hecho esconder a una mente curiosa y a la ávida lectora que era. Por algo, los estereotipos son tan fuertes en la vida de las sociedades humanas.
Carecer de una figura paterna y crecer con una madre rígida y con problemas mentales para luego pasar por familias sustitutas, marcó profundamente su personalidad. Allí está la causa de su búsqueda de ser aceptada por la belleza y la hipersensualidad, como también la insatisfacción por su vida, la inseguridad en sus decisiones, y el necesitar de un hombre protector a su lado.
«No creo haber visto jamás a una persona más hermosa. Me quedé prendado de su estilo, y también de su ingenio, nada obvio, cándido y enormemente agudo. Había en ella algo mágico y desesperado a la vez», escribió sobre Norma, la Marilyn real, en su diario el historiador estadounidense Arthur Schlesinger.
Si bien a muchos les traída sin cuidado, había detrás de esa actriz despampanante, mucho más que la "rubia tonta" del estereotipo de la época, o que la chica sexy de calendarios que en 1953 fue la portada inaugural de la revista Playboy.
Su adoración por la lectura lo prueba. Tenía una biblioteca con más de 400 obras de diversos tipos, en sus estantes, desde cocina a religión, pasando por literatura o política, con especial devoción por la poesía. También existían varios manuales sobre arreglos florales.
Su pasión lectora ha quedado reflejada en múltiples fotografías leyendo en su apartamento, al aire libre o durante los tiempos muertos entre escena y escena en las filmaciones de sus películas.
Leía de todo, acorde a su época. Clásicos y modernos, ficción y no ficción, narrativa y poesía. Pero no era una lectora metódica, al decir de Sam Staggs en su biografía "El regreso de Marilyn Monroe": "Ella siempre leía a salto de mata, pocas veces acaba de leer los libros que empezaba". Eran lecturas sin plan, aprovechando la ocasión que se presenta, movida por su gusto o interés. "A Whitman, por ejemplo, lo leía porque le relajaba. Le gustaba la musicalidad de sus poemas, cómo sonaban al leerse en voz alta".
A partir de 2006 la casa Christie's empezó a catalogar y subastar en Londres en distintos lotes los libros que formaban parte de la biblioteca de la actriz. La cifra exacta arrojó la cantidad de 451 obras, muchas de ellas primeras ediciones. Tampoco era raro encontrar que estuvieran con anotaciones a lápiz de Norma Jean o marcados con pedazos de guiones a modo de señaladores de lectura.
De ese total, apenas unas pocas eran obras escritas por mujeres. Una de elles era el primer recopilatorio de cuentos que publicó Grace Paley, The Little Disturbances of Man. Asimismo, muchos de los libros contaban con adaptaciones cinematográficas.
De los personajes históricos sobre los que leía, su preferido era Abraham Lincoln: "Solía leer todo lo que podía encontrar sobre él", escribió alguna vez, ya que: "Era el único estadounidense famoso que se parecía más a mí, al menos en su infancia".
El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, era uno de sus libros favoritos y el primer regalo que le hizo a Joseph Paul DiMaggio, su segundo marido y el Maradona del beisbol estadounidense de la época. Tenía también una copia de La sabiduría de la arena del mismo autor.
Hombre básico si los hay, DiMaggio tenía también buen corazón, a pesar de los fantasmas negros en el alma. Igual que los que Marilyn poseía. La amó más estando divorciado de ella que cuando casados. Hubo violencia en ese matrimonio de 274 días, pero a diferencia de la inmensa mayoría, Joe pareció aprender la lección al perderla. Fue a terapia, echó a un lado el consumo de alcohol y extendió sus intereses más allá del béisbol. Conforme The Telegraph en su artículo "50 things you didn't know about Marilyn Monroe", publicado en 2012 por el medio siglo de su desaparición, el beisbolista y Marilyn leían juntos poesía en los años posteriores a su divorcio.
Norma Jean también tenía gusto por Aristóteles, Platón o Lucrecio. Clásicos que compartían estantería junto a grandes maestros rusos como Dostoievski, Tolstói, Chéjov y Pushkin. También había obras de autores franceses como Zola, Albert Camus, Alejandro Dumas, Colette y Proust.
Entre sus lectoras favoritas, devoró los relatos de Edgar Allan Poe, John Steinbeck, William Blake, Rainer María Rilke, y D.H Lawrence.
De Thomas Wolfe o de Marcel Proust tenía casi todas sus obras. Gustaba asimismo de James Joyce y Walt Whitman. Y también encontramos una antología de poemas de Rafael Alberti y la obra Poeta en Nueva York de Federico García Lorca.
En cuanto al teatro escrito, contaba con obras autores clásicos como Moliere, O’Neill, Tennessee Williams o Bernard Shaw. Pero, a excepción de "El precio" ninguna de Arthur Miller.
Clásicos como Alicia en el país de las maravillas y Alicia a través del espejo de Lewis Caroll formaban parte de su biblioteca. También tenía un ejemplar de Adiós a las armas y Fiesta de Ernest Hemingway; Desde Rusia con amor, la quinta novela del personaje de James Bond escrita por Ian Fleming, el gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald y El arte de amar de Erich Fromm, eran otras.
Tenía por Tennessee Williams una especial predilección. Albergaba del autor en su biblioteca, además de La primavera romana de la Sra. Stone, Camino real y Un tranvía llamado Deseo, en una edición que estaba llena por todas partes de notas de Marilyn.
El dramaturgo inglés Sean O’Casey era otro de sus recurrentemente elegidos, con Rosas rojas, Llamo a la puerta, Selecciones y El cuervo verde. Tal como Clifford Odets, un dramaturgo estadounidense y guionista de Hollywood, del que tenía sus obras de teatro Los chicos de oro, Clash, La chica de campo y 6 juegos.
Párrafo aparte merece su relación con los autores de esos libros. Los escritores la amaban, y en más de un sentido. Se codeaba con autores como Carson McCullers, Truman Capote, Saul Bellow o Carl Sandburg. Arthur Miller se casó con ella. Jean-Paul Sartre buscó que ella interpretara el papel de una paciente histérica en la película Freud, para la que escribió el primer borrador de un guión; También fue la primera elección de Truman Capote para el papel de Holly Golightly en la película Breakfast at Tiffany's.
En la dedicatoria de una edición de las obras completas de Arthur Miller a Xenia J. Chéjov, la segunda mujer de Michael Chéjov, sobrino de Anton Chéjov quien era el profesor de interpretación de Marilyn Monroe, el propio autor menciona cómo de importante había sido la actriz para su comprensión de la obra de Chéjov.
Cuando conoció a Nikita Khrushchev en 1959, hablaron sobre Los hermanos Karamazov. Soñaba por entonces con interpretar el papel de Grushenka en una película del libro. El encuentro se produjo en el almuerzo organizado por la Twentieth Century Fox en honor del premier soviético junto a otras estrellas de cine en el Café París. Ella era un número puesto en tal evento. Respecto de los Estados Unidos, en la Unión Soviética era lo único que conocían del país aparte de la Coca-Cola.
Los libros que estaba leyendo en el momento de su muerte eran "Matar un ruiseñor" de Harper Lee y "Captain Newman MD", una novela de Leo Rosten basada en las experiencias durante la Segunda Guerra Mundial como médico militar del psiquiatra de Monroe, Ralph Greenson.
Marilyn no era lo que parecía, y sus lecturas lo prueban. Pasa con bastante gente, cuando la mayoría se deja llevar por los prejuicios.
Para leer más en el blog:
Los Lobos del Atlántico
SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023) y Senderos de Odio (2024). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.
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