Un novelista de ley
por Luis Carranza Torres
John
Ray Grisham es conocido por sus novelas de suspenso ambientadas en el contexto
de un juicio u otro evento con rasgos jurídicos. Pero también ha tenido en su
vida otras actividades menos sabidas por el público: Fue representante (el
equivalente a nuestros diputados) en la legislatura de Misisipi entre 1983 y
1990; apoya las ligas menores de béisbol en Oxford, Misisipi y Charlottesville,
en Virginia; también ha llevado a cabo misiones de servicio en Brasil para la
iglesia bautista a la que pertenece, si bien se declara un “creyente moderado”;
es asimismo miembro de "The Innocence Proyect", una organización
civil de servicio público estadounidense que se dedica a revisar los casos de
personas condenadas injustamente para intentar lograr su liberación, y a impulsar
modificaciones en las leyes que eviten los errores judiciales.
Segundo
de cinco hermanos, nacido en Jonesboro, estado de Arkansas, su padre era
empleado de la construcción y cultivaba algodón. Heredó de su madre la avidez
por la lectura.
Cursó
sus estudios superiores en la Universidad de Misisipi, en cuya Escuela de
Derecho obtuvo su título de Juris doctor en 1981, para dedicarse al
ejercicio del derecho, primero en la rama penal y luego en derecho civil.
Pero
su faceta de mayor conocimiento público es la de novelista, autor a la fecha de
cuarenta y siete obras que han sido bestsellers número uno consecutivos,
traducidos a casi cincuenta idiomas. Por eso Publishers Weekly declaró a
Grisham "el novelista más vendido de los años 1990", con más de 60
millones de libros vendidos. También resulta el novelista estadounidense más
vendido de la historia y uno de los dos únicos autores en vender dos millones
de copias de una primera edición. Al presente, sus ventas se estiman en unos
250 millones de libros.
Ha
obtenido en dos oportunidades el premio Harper Lee de ficción jurídica y le ha
sido concedido el premio Creative Achievement Award for Fiction por la
Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
La
frase propia con que inicia el texto de su biografía en su página personal de
internet, no deja lugar a dudas de la conexión entre el derecho y sus novelas,
en más de un sentido: “Dudo seriamente que alguna vez hubiera escrito la
primera historia si no hubiera sido abogado. Nunca soñé con ser escritor. Sólo
escribí después de presenciar un juicio”.
El
hecho a que alude ocurrió en 1984 en la corte judicial de Hernando, en Misisipi.
Allí John Ray, todavía un abogado litigante, escuchó el fuerte testimonio de una
víctima de una violación de solo 12 años de edad. Lo movilizó lo suficiente
como para dedicar parte de su tiempo libre a escribir como afición, explorando
desde la ficción lo que hubiera ocurrido de asesinar el padre de la niña a sus
violadores. Tres años después, en 1987, la historia se había convertido en una
novela, que tituló A Time to Kill (Tiempo de matar).
El
manuscrito fue rechazado por múltiples editoriales hasta ser publicado por
Wynwood Press en 1988, con una modesta primera edición de 5000 ejemplares.
Nada
de eso desanimó a John Ray: al día siguiente de terminar esa primera novela, empezó
a trabajar en la siguiente. Se trataba de la historia de un joven abogado contratado
por un gran estudio de abogados que en realidad encubre a una organización
criminal. The Firm, La fachada entre nosotros, tuvo una suerte diametralmente
distinta del anterior y fue el libro más vendido de 1991. A partir de allí, ha
continuado publicando al menos un libro por año, con similar suceso.
Alejado
de la práctica del derecho, que retomó brevemente en 1996 para patrocinar a la
familia de un hombre muerto en un accidente de tren, John Ray vive con su
esposa Renee Jones y sus dos hijos, Ty y Shea, repartiendo su tiempo entre su
Oxford, Misisipi y Charlottesville en Virginia.
Como
le reconoció a Lynn Neary en una entrevista en 2013, Jake Brigance el personaje
de su primera novela, A Time to Kill, es su creación literaria más
autobiográfica: "Quería ser un verdadero abogado litigante",
dice. "Ese era mi sueño cuando terminé la facultad de Derecho hace
treinta y tantos años". Y que escribió Tiempo de matar cuando todavía
era un abogado de un pueblo pequeño, preguntándose de dónde vendría su próximo
caso. Tenía grandes ambiciones y las plasmó en su novela.
Expresó
también que: "Soñé con un gran caso, un gran enfrentamiento, un gran
caso de asesinato con todo el mundo mirando, y mucho en juego y grandes
problemas y cosas así", dice Grisham. "Esos eran mis sueños en
aquel entonces, y tuve la idea de un caso, un juicio, y finalmente se convirtió
en lo que ahora conocemos como A Time to Kill , y así es como Jake Brigance
cobró vida".
Por su parte Rupert Holmes, quien adaptó A
Time to Kill para el escenario en Broadway por ese tiempo, da fe de las raíces
jurídica en la escritura de John Ray. Tuvo varios encuentros con el autor
mientras llevaba a cabo dicho trabajo: "Cada vez que empezábamos a
hablar de Jake, John me contaba sobre sus primeros días de lucha como abogado,
las cosas que veía en los tribunales del Sur, los temas que lo conmovían.
Invariablemente salía a relucir su profundo y duradero amor por su esposa.
Entonces, al contarme mucho sobre él mismo, especialmente sobre el joven y
ambicioso John Grisham, abogado y aspirante a novelista, creo que también me
contó muchísimo sobre Jake Brigance".
Es
claro que en mayor o menor proporción, derecho y literatura se hallan unidas
inescindiblemente en la vida de este creador del “suspense legal”.