Justicia con rostro de mujer
por Luis Carranza Torres
Fue en nuestro país y
en el año 2013 cuando, venido con motivo de la Feria Internacional del Libro de
Buenos Aires para presentar su novela El Tango de la Guardia Vieja, Arturo
Pérez-Reverte expresó que, en las letras de nuestro tiempo, son los personajes
femeninos los que llevan la antorcha. Las historias de hoy ya no tratan de
héroes sino de heroínas: “El hombre vivió siglos, está exprimido como limón
de paella, no queda nada. Pero en la mujer hay un aspecto muy interesante.
Madame Bovary o Anna Karenina ya no existen, y al mismo tiempo no han dejado de
ser lo que eran. Ahora la mujer trabaja, se enfrenta a la vida, compite con los
hombres, tiene un nuevo desafío vital al que hacer frente, pero al mismo tiempo
no ha dejado de ser lo que ha sido hasta ahora. Es la mujer del futuro y no ha
dejado de ser la mujer del pasado, y eso las somete a una presión complejísima,
violentísima”.
Y en tal sentido: “Este
nuevo escenario femenino da conflictos nuevos, personajes que no existían. Está
dando lugar incluso a una nueva ética femenina. Es la mujer la que puede
aportar en este momento más novedad en la literatura. Es el personaje más
prometedor, más apasionante”. Es por ello que entiende que: “La mujer es
el único héroe posible del siglo XXI”, literariamente hablando.
Las historias que la profesión
legal depara en la ficción no escapan a eso. Existen muy buenas obras en el
ramo que tienen a ese tipo de mujer por protagonista. Inteligentes,
independientes, con carácter, razonablemente seductoras, aunque alejada tanto
del estereotipo de la femme fatale, tanto como de la damisela en apuros
que debe ser rescatada. También, llevando a cuestas las ansias y problemas
propios de le época.
Uno de los mejores
creadores de letrados de ficción en nuestro país, a mi entender, resulta
Alfredo Abarca. Un referente del derecho aduanero en nuestro país, y también de
las novelas de drama legal, muchos de ellas pensadas bajo la ducha. "Es
curioso el efecto del agua, pero se me puede llegar a ocurrir las cosas más
inverosímiles y disparatadas. Las grandes ideas se me ocurren debajo de la
ducha”, comentó alguna vez. Sin embargo, a su personaje de mayor éxito, la
abogada Mercedes Lascano, protagonista de “Expediente reservado” y “La
abogada” la concibió un día que estaba en un café cerca de Tribunales, haciendo
tiempo para ir a ver un expediente, y vio cruzar la plaza Lavalle a una mujer,
una abogada por la vestimenta, por el tipo de portafolio. Era hermosa, pero lo
asombró su cara de terror al dirigirse a Tribunales.
Su personaje es una
letrada que a los 43 años ha logrado todo lo soñable en la profesión, incluso
ser la única socia mujer en un estudio de primer nivel. Pero dicho éxito
profesional no se compadece con su árida y casi nula vida profesional y
afectiva.
No por nada en ese
mismo bar, es donde quien esto escribe situó para su novela “Secretos en
Juicio” las reuniones entre Cecilia Ozzolli y Agustina Ríos, ficticias abogadas
compañeras en el estudio del genial estricto y misterioso abogado Armando
Ozzolli con una relación de amor-odio difícil de definir y un secreto poco
confesable que las une, que luego se continuaría en “Secretos de un ausente”.
Fue una suerte de homenaje, sólo para entendidos del género, a la creatividad
de Alfredo.
Y como no hay dos sin
tres, reincidí en tal tipología de personajes con Julia Rivero en “Palabras
Silenciadas”, una de las primeras abogadas recibidas en nuestra universidad
nacional, en la rígida Córdoba de la década de 1920, implicada junto a su
particular pareja en investigar una serie de extraños homicidios donde cada vez
más se convierte en destinataria involuntaria de una extraña venganza.
Eduardo Sacheri, en su
primera novela “La pregunta de sus ojos”, dio forma en su personaje de Irene
Menéndez Hastings que, luego interpretaría Soledad Villamil en la película de Sebastián
Campanella “El secreto de tus ojos”, ganadora del Óscar a la mejor
película extranjera en el año 2010, s una mujer actual con el problema de
lidiar entre el éxito profesional en tribunales y las cuestiones propias de su
vida personal.
La última de estas
letradas de ficción es Aleida San Martín, personaje letrado que surgió de la
pluma de la también abogada Florencia Laura Ghio, secretaria federal de Cámara
y especialista en derecho penal y en violencia familiar. Es su tercer libro,
luego de la novela El Ciudadano de 2016 y Amor Ciego y otros cuentos de 2017.
Aleida, en palabras de
su autora “Es una abogada que eligió su profesión en una búsqueda de
justicia para su propia vida, porque viene de una historia familiar muy
dramática en el pueblo de Colonia Sarmiento, Chubut del que huyó para lograr
iniciar una vida libre de violencia. Quizás por eso, la convocan todas las
causas justas que se le cruzan, porque ella sabe lo que es estar en el infierno
y no quiere que nadie más esté allí”.
Abrumada por la
cotidianeidad de un trabajo que no la satisface y padeciendo violencia
institucional, lidia con su adicción al juego, no ha sido buena en elegir
parejas, y a sus cuarenta años tiene una vida solitaria e insatisfecha. Pero un
giro del destino la llevará a volver a lo que más sabe: defender causas
difíciles pero valederas, casos perdidos a los que logra sacar adelante dándolo
todo, como en sus mejores tiempos. Algo que también le traerá más de un cambio
en su vida.
Como puede verse, los
personajes femeninos también “reinan” en el thriller legal del siglo XXI y en
nuestro país. Una suerte de novísima proyección de esa idea de justicia que
siempre ha sido representada, en todos los tiempos desde la antigua Grecia, con
forma de mujer.