Su música vivirá para siempre

 



Por Luis Carranza Torres


Cuando un gran músico muere, quedan sus sonidos. Antiguamente, el rastro era dejado en partituras. Hoy, por los prodigios de la técnica, podemos reproducir a voluntad y placer, sus propias ejecuciones.

Volver a verlo interpretando y, sobre todo, escuchar su música. 

Pocas actividades son más difíciles que componer música. Se mezcla técnica con arte, con gusto, con la impronta de una época o una sociedad. 

Boris Claudio Schifrin, más conocido como Lalo, tenía ese don, expertise, o solo Dios sabe qué, para crear en la música tales obras perennes. 

Hay sonidos que nos representan mejor que muchas palabras, incluso que imágenes.  Mal que nos pese a los escritores. 

El célebre músico falleció por neumonía a los 93 años este 26 de junio de 2025.

Siempre su estilo se caracterizó por una innovadora fusión de géneros, sobre la base del jazz y la música clásica.

Seis Premios Grammy, un Premio Cable ACE, el Premio Max Steiner de música para cine, un Premio Óscar honorario por su trayectoria profesional en 2018 tras seis nominaciones, entregado nada menos que por Clint Eastwood. Francia lo distinguió en 2016 como Commandeur des Arts et des Lettres. También pusieron una estrella con su nombre en el Paseo de la fama de Hollywood.

Nació con la música rondándole. Luis, su padre, era primer violín de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires en el Teatro Colón, y quien lo animó a iniciarse en la ejecución del piano a los 6 años, enseñándole nada menos que Enrique Baremboim, padre del pianista y director de orquesta Daniel Baremboim .

Luego de culminar el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires, en 1952 viajó a Francia para estudiar en el Conservatorio de París, participando de la noche jazzística parisina,un género que su padre no aprobaba.

A partir de allí, lo clásico y el jazz serían las referencias de su interpretación musical. Quizás, mal que le pese a su padre,más el segundo que el primero. 

Había vuelto a Buenos Aires y formado una big band, cuando en 1956 conoció al trompetista Dizzy Gillespie y Quincy Jones; fue un encuentro fortuito que dio a un improvisado cuarteto que completó su amigo Astor Piazzolla.


Fue Gillespie quien le pidió que compusiera para él. Una suite de cinco movimientos, nombrada como “Gillespiana”, fue el resultado de eso, en 1958.

Gustó tanto, que le ofrecieron unirse al quinteto del músico en Nueva York. También se convirtió en su director musical hasta 1962.

Al siguiente año, se traslada a Hollywood y se introduce en el mundo musical de las películas y televisión. Compró en Beverly Hills la primera casa de Groucho Marx,  en tanto el jazz latino y Bossa Nova le influían en cada sonido. A partir de allí, se inician una serie de grandes éxitos. El tema de la serie televisiva Misión Imposible fue el más conocido (1966) y que trajo otros como Mannix (1967), y Starsky y Hutch (1975), así como en películas como Bullitt (1968), THX 1138 de George Lucas (1971), The Cincinnati Kid, o Harry el sucio, entre otras.

Nunca olvidó sus orígenes: “Argentina fue el puntapié inicial. No solo nací allá. Es donde tuve mi educación", dijo alguna vez. 

"Su fallecimiento representa la pérdida de una de las figuras mas relevantes de la composición argentina y universal", informó la Casa Rosada por cuenta de Instagram. "Su talento y creatividad dejaron una huella profunda que seguirá inspirando generaciones".

Perdimos a un músico que conquistó, desde la excelencia de la técnica, el gusto refinado y popular a la vez. No es poca cosa, que acaso rara vez se logra. 

Por suerte, quedan sus sonidos.  


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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022) y La Traidora (2023). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Una ciudad: Londres.
Una mujer cruzada por dos naciones.
Una guerra inesperada.
Un hombre misterioso.
Una historia de espías.
Un amor que no distingue banderas. 

En abril de 1982 nada parece ir bien en la vida de Gabrielle Sterling. La relación con su jefe ha terminado en una desilusión amorosa y su carrera en el servicio civil británico no avanza. Sin embargo, la vida la sorprende cuando un hombre misterioso le hace una propuesta peligrosa. De aceptar, deberá traicionar los principios en que ha sido educada, aunque también rescatará es parte olvidada que su madre le inculcó. 
Tironeada por dos banderas, deberá elegir un bando en un conflicto que día a día se muestra más próximo. En ese proceso, pondrá su propia vida en juego mientras se siente cada vez más atraída por ese hombre misterioso.
En tanto la guerra escala, intrigas, pasiones y acontecimientos imprevistos la llevarán donde nunca antes había pensado estar, mientras quienes la persiguen se hallan más cerca de descubrirla. 
En medio de esa incertidumbre, Gabrielle se sentirá más viva que nunca. Tal vez no esté traicionando a nadie, sino encontrándose, por primera vez, consigo misma.  

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