La importancia de los cumpleaños
por Luis Carranza Torres
Por reiterado y socialmente parte de nuestras costumbres, cumplir años no tiene la visualización de la importancia que conlleva. Se trata, aun inadvertido, de un acto que comporta una profunda y multifacética importancia en la experiencia humana.
Lejos de ser un mero nuevo cálculo de edad o una excusa para la celebración frívola, el cumpleaños resulta un pilar fundamental de la identidad individual, la cohesión social y la conciencia temporal en todas las culturas.
Digamos lo que en realidad es: Un Anclaje Socio-Histórico y Existencial en la Vida Humana. Tan multidimensional y trascendente como eso.
Desde una perspectiva histórica, la conmemoración del nacimiento hunde sus raíces en prácticas ancestrales, inicialmente vinculadas a lo mágico-religioso.
En las civilizaciones antiguas tales como la egipcia, romana o griega, los cumpleaños de figuras importantes (dioses, faraones, emperadores) eran ocasiones sagradas, a menudo asociadas con la astrología y la protección contra los malos espíritus. El rito buscaba asegurar la continuidad de la vida y la fortuna del individuo por el ciclo venidero.
No es menor apreciar, que el nacimiento de un heredero, en las casas reinantes, o incluso en las gens romanas, resultaba una ocasión de festejo por la continuidad en el tiempo de esa dinastía o familia que implicaba tal hecho.
En el cristianismo primitivo, de modo inicial, la Iglesia tendía a celebrar más la "fecha de la muerte" (el dies natalis al cielo) de los mártires que el nacimiento terrenal. Sin embargo, con el tiempo, el nacimiento de Cristo (Navidad) y, posteriormente, la celebración individual del nacimiento de los cristianos fueron asimilados, marcando el paso de una existencia pagana a una cristiana.
Hubo, a lo largo del tiempo, una democratización del festejo del nacimiento de las personas.
El bautismo como sacramento al inicio de la vida, tuvo bastante que ver con la socialización anual del nacimiento en el cumpleaños.
La progresiva secularización de la sociedad y el ascenso del individualismo redefinieron el cumpleaños en la sociedad moderna y contemporánea. Deja entonces de ser primariamente un rito de protección comunal para convertirse en una institución cívica y familiar centrada en el homenaje al yo.
La invención de las velas, los pasteles y las tarjetas estandariza y democratiza la celebración a partir del siglo XIX, haciendo del cumpleaños una marca universal del progreso lineal de la vida.
El cumpleaños es, históricamente, el momento en que la comunidad se detiene para reafirmar la valía y la existencia del individuo en el cosmos social. Por eso, desde la sociología, se dice que opera como un dispositivo de integración y un marcador de estatus dentro de la estructura social.
Si vamos a guiarnos por las consideraciones aplicables al tópico de los sociólogos de los ritos como Émile Durkheim y Víctor Turner, la fiesta de cumpleaños es un rito de paso periódico. No marca un cambio de estado definitivo (como lo son, en cambio, el matrimonio o la graduación académica), sino que reafirma el estado actual del individuo mientras lo proyecta hacia el futuro:
La congregación de amigos y familiares, presencial en una celebración o remota con el envío de saludos, actúa como un espejo social, reflejando al homenajeado su red de afectos y su posición en el grupo. En tal sentido, los regalos y las felicitaciones son intercambios simbólicos al decir de Marcel Mauss, que renuevan los lazos sociales y la obligación mutua.
Cada tanto, cumplir años acarrea una definición de roles e, incluso, una modificación de capacidad jurídica. La transición de una edad a otra a menudo conlleva el paso a un nuevo rol social o la exigencia de un comportamiento diferente (los "dulces 16", la mayoría de edad a los 18, la llegada a los 40). La celebración sirve para sancionar y comunicar públicamente este cambio de expectativa.
Desde el derecho, la "mayoría de edad" importa la plena capacidad civil, con algunos escalones habilitantes previos. Pero no siempre cumplir años es algo que adiciona derechos. En cuanto a las licencias de conducir, luego de cierta edad se conceden por menos tiempo.
No es menor el papel de los cumpleaños en la "Construcción del Tiempo Biográfico" de cada cual, desde que resulta un punto de referencia crucial en la memoria biográfica del individuo:
Al imponer una pausa anual, el cumpleaños obliga a la persona a segmentar su vida en ciclos anuales (el año que pasó y el año que viene). Esto facilita la reflexión, la evaluación de logros y fracasos, y la redefinición de objetivos. O al menos, eso dicen.
También, en particular a partir de la mediana edad, se integra a la fecha por lo general, un elemento de aceleración y sentido de la finitud, convirtiéndose en un recordatorio vívido de la aceleración del tiempo percibido y, en última instancia, de la finitud de la vida. Esta conciencia, si se aprovecha de forma constructiva, es un potente motor de acción y de búsqueda de sentido existencial.
En síntesis, la importancia del cumpleaños trasciende la anécdota personal, guardando relación con el un valor existencial no menor, y que opera en múltiples niveles: En lo Histórico: Como herencia de ritos de protección y una evolución hacia el culto al individuo. En lo Sociológico: Como mecanismo de cohesión, de reafirmación de roles y de ordenamiento de la vida social. En lo Psicológico/Existencial: Como anclaje de la memoria, catalizador de la reflexión biográfica y motor de la conciencia del tiempo.
Es por eso que el acto de celebrar un cumpleaños no es solo recordar que "se ha nacido", sino asegurar que "se sigue siendo" y que esa existencia es contada y valorada por otros.
Se trata de un momento de alto en el camino para que el individuo reafirme socialmente su lugar único en el mundo. Lo cual, no es poca cosa.
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