Moscato, pizza y fainá

 



por Luis Carranza Torres


La relación entre la pizza y el fainá, al que luego se le suma el Moscato es un fenómeno fascinante que se explica a través de la historia de los alimentos, la tradición culinaria y, por supuesto, la nutrición.

La clave de su relación está en la gran inmigración italiana que tuvo lugar en Argentina y Sudamérica, particularmente a finales del siglo XIX y principios del XX.

Respecto a la pizza, sus antecedentes de pan plano con agregados se remontan a culturas antiguas como la romana, la pizza moderna (especialmente la napolitana) se consolida en Nápoles, Italia, durante el siglo XVIII y el siglo XIX a partir de masa de trigo, agua, levadura y sal, cubierta con salsa de tomate y queso.

Curiosamente, el ingrediente que determina su surgimiento fue la importación del tomate desde América.

El fainá, farinata o cecina, por su parte, es una preparación de origen genovés, de la región de Liguria (Norte de Italia), y también común en la Toscana (donde se llama cecina o torta di ceci). Se trata de una masa plana, muy simple, hecha de harina de garbanzos, agua, aceite de oliva, sal y pimienta.

Aun pertenecientes a un mismo país, su enlace se dio al otro lado del océano, en una distinta cultura. Tanto la pizza como el fainá se unen en la cultura culinaria del Río de la Plata merced a la inmigración italiana.

Por supuesto, llegaron por separados y en un primer tiempo, se comercializaron de forma independiente, Existen datos que probarían que el fainá se comercializó en Buenos Aires incluso antes que la pizza en negocios fijos, vendiéndose inicialmente en puestos ambulantes.

En algún momento a inicios del siglo XX, en las pizzerías tradicionales de Argentina y Uruguay, se estableció la costumbre de comer la pizza acompañada de una porción de fainá, a menudo colocada encima de la porción de pizza, modalidad conocida como "pizza a caballo".

Desde una perspectiva culinaria, la combinación de pizza y fainá funciona maravillosamente debido a su contraste de texturas y sabores.

El fainá, al cocinarse en una fuente muy caliente con aceite de oliva, desarrolla una base y un borde extraordinariamente crujientes. Al colocarla sobre la porción de pizza, aporta una capa de textura que la masa de trigo, generalmente más suave y "húmeda" por la mozzarella y la salsa, no puede ofrecer.

Se trata de una armonía de sabores de marcada identidad, en donde el sabor terroso y ligeramente dulzón del garbanzo y el toque fuerte de la pimienta y el aceite de oliva del fainá complementan el sabor ácido del tomate y el lácteo del queso de la pizza, en un contrapunto complejo que enriquece la experiencia de su degustación.

No es menos importante, desde lo nutricional que la adición de fainá transforma una comida basada principalmente en carbohidratos y grasas (pizza) en una opción más densa en nutrientes, con un mejor equilibrio de macronutrientes gracias a la fibra y proteína del garbanzo.



Respecto del tercer elemento del trío, debe decirse que en tanto la pizza y el fainá llegaron por separado desde Italia, su unión con el Moscato fue un fenómeno puramente local.

El Moscato es un vino de origen italiano, dulce, aromático y de bajo contenido alcohólico, elaborado con uvas Moscatel. Su historia en la argentina se halla relacionada a la figura de un inmigrante italiano, Don José Eduardo Crotta y su imaginativa estrategia comercial.

Crotta había arribado a Buenos Aires a principios del siglo XX, fundando su bodega en Mendoza en la década de 1930. Producía allí vinos como el Moscato, Oporto y Marsala. Para venderlos en Buenos Aires, logró imponer una forma que le reportó muy buenos resultados, pero que también creó una costumbre cultural: venderlos por copa o en jarra en las pizzerías tradicionales de Buenos Aires. Esto permitió a los clientes de tales sitios, consumir un vino económico y refrescante sin necesidad de comprar una botella entera.

Por su sabor dulce y la temperatura fría a la que era servido, resultaba un contrapunto delicioso y refrescante con la contundencia de la pizza argentina, caracterizada por su abundancia de todo (masa más gruesa, más salsa de tomate y, sobre todo, abundancia de mozzarella), para ayudar a "cortar" la grasa de la mozzarella y el aceite del fainá, facilitando la digestión percibida de esta comida abundante.

La combinación de pizza y fainá se consolidó en la década de 1930, saliendo de las cocinas y comidas de los ambientes populares y pizzerías de barrio para llegar al centro de la ciudad y a la famosa Avenida Corrientes de Buenos Aires.

Allí se consolidó como uno de los menús elegidos para comer "al paso" o a la salida de eventos populares. Tras una función de teatro o la ida al cine, los noctámbulos paraban en las pizzerías a lo largo de la avenida a comer una porción de pizza con fainá.

El Moscato pronto se sumó a la combinación, logrando una trifecta alimentaria perfecta.

En paralelo, en la "pizza canchera", vendida cerca de los estadios a la salida de los partidos de fútbol, también se popularizó junto al vaso de Moscato.

En 1994, la banda argentina de blues y rock, Memphis La Blusera, lanzó la canción titulada "Moscato, Pizza y Fainá" en su álbum Cosa de Hombres.

La pieza tiene una influencia fuerte en cuanto a sonido del Chicago Blues eléctrico, un blues más potente, amplificado y con metales. Un tempo medio-lento, un ritmo cadencioso y de "shuffle" fue un marco perfecto para evocar el ambiente nocturno, relajado y nostálgico de la letra.

En cuanto a su instrumentación, es la típica de la banda: guitarra eléctrica, bajo, batería, teclado con la típica integración de una sección potentes de vientos (saxofones y trompeta). 

En la letra se describe el ambiente de una pizzería de barrio en el final de la noche, con sus personajes típicos y el ritual de pedir el clásico "combo". La canción se convirtió en un éxito rotundo, referenciando lo que de una sencilla costumbre culinaria había pasado a ser una verdadera institución cultural argentina.

Fusión de ingredientes y tradiciones traídas por inmigrantes, reelaboradas a un gusto bueno de una sociedad diferente, que parte de ellas para reinventarse, la conjunción del moscato, la pizza y el fainá resultan uno de los testimonios más deliciosos de cómo la comida moldea y desarrolla la cultura de una sociedad.

 

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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.





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