El asombroso "Elektroboot"
"Dieter se quedó viéndolo, a un lado de la pasarela, antes de subir. Era una belleza. Aun allí, confinado a ese dique, en penumbras, encerrado entre gruesas paredes y cubierto por una cúpula de varios metros de hormigón reforzado de ese bunker para sumergibles.
Las tres gruesas franjas doradas en el uniforme que vestía revelaban la reciente promoción al grado de Korvettenkapitän. A la cruz de caballero que llevaba en el cuello se le habían agregado metálicas hojas de roble, por el éxito en la última patrulla transoceánica.
Junto al nuevo rango y la nueva distinción, un distinto submarino, del tipo más avanzado de la Kriesgmarine y una nueva tripulación le eran encomendadas.
No era el suyo, un cambio en solitario. Las constantes pérdidas mensuales en el Atlántico habían obligado a Dönitz a dejar a un lado su táctica de manadas de lobos y a apostar a la iniciativa de los mejores capitanes con que todavía contaba, privilegiando la iniciativa personal y el combate en solitario por sobre los ataques de grupo y organizados. No era la mejor táctica, pero se trataba de la única posible frente a los desastrosos resultados del ataque a convoyes en el océano. Y como parte de ello el Tío Karl confiaba, a los mejores, lo más avanzado de la tecnología que conseguía salir de los astilleros germanos, continuamente bombardeados por los aliados.
Se trataba de un sumergible magnífico. De líneas esbeltas, distinto por completo a cualquier otro en que hubiera servido. Tenía cualidades que lo hacían único y solo lo tenían ellos".
Sus dimensiones era de poco más de setenta y seis metros de eslora con ocho de manga y seis y fracción de calado. El diseño del casco, ágil y limpio hidrodinámicamente, le permitía navegar más rápido que muchos buques de superficie mientras se hallaba sumergido; conllevaba también una mejora de los tiempos de inmersión y la capacidad de acelerar cuando se posicionaba para un ataque. Se trataba asimismo de una nave mucho más silenciosa que su predecesora, el tipo VIIC, y por ello, mucho más difícil de detectar cuando se hallaba bajo el mar.
Estaba dotado de un nuevo sistema de propulsión, conocido como turbina Walter, que empleaba como combustible peróxido de hidrógeno altamente concentrado para producir una mezcla de vapor y gas que alimentaba a la turbina y que después de entregar la energía iba a un condensador, donde se separaba el agua y, a continuación, el dióxido de carbono formado en la cámara de combustión se expulsaba. Se contaba con un snorkel, para el suministro de aire atmosférico al motor y la descarga de los gases de escape a la superficie sin necesidad de emerger.
Tenía además, dos motores eléctricos convencionales y otros dos del nuevo tipo silencioso, además del doble de baterías eléctricas. Eso le otorgaba más velocidad y autonomía, sumergido, que cualquier otro submarino construido hasta entonces. A diferencia de cualquiera de ellos, que operaban principalmente en la superficie y se sumergían solo durante los ataques o para evadirse de sus enemigos, el tipo XXI podía navegar bajo el mar durante días sin necesidad de emerger. Una verdadera nave submarina, en todo el sentido de la palabra. Quizás, la primera de ellas que navegaba más por debajo del agua que en superficie durante sus patrullas.Era también, mucho más temible. Con un nuevo sistema hidráulico de carga de torpedos se podían recargar los seis tubos lanzatorpedos de proa en menos tiempo del que llevaba la carga manual de un solo tubo en el tipo VIIC. De tal forma, podía disparar 18 torpedos en menos de veinte minutos. Estaba dotado además del sonar pasivo de mayor sensibilidad de la época.
Las instalaciones para la tripulación de cincuenta y siete hombres habían sido mejoradas respecto a las anteriores clases de submarinos, incluyéndose entre las nuevas comodidades, un congelador para la comida en la cocina.
El diseño y construcción se completó y ejecutó bajo la continua y destructiva campaña de bombardeo estratégico aliado sobre Alemania. Por ellos los barcos se construyeron descentralizados en módulos, la oficina de construcción estaba ubicada en un lugar remoto en las montañas de Hartz y las distintas partes, transportadas en barcazas, solo fueron reunidas en el astillero solo al final, reduciendo el período de vulnerabilidad frente a los ataques aéreos.
Solo un solo barco Tipo XXI se desplegó operativamente hacia el final de la guerra. Los pocos encuentros realizados por dicha nave en su incursión desde Noruega entre el 30 de abril y el 4 de mayo de 1945 demostraron la incapacidad de los aliados para rastrearlo con sus equipos.
Al finalizar la guerra, fueron hundidos por sus tripulaciones en su mayoría, pero 12 de ellos cayeron en manos aliadas y fueron la referencia obligada para los desarrollos de postguerra de estadounidenses, rusos, ingleses y franceses.
El Wilhelm Bauer, originalmente designado U-2540, ha sido el último de ellos en servicio. Tras haberse completado poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial, fue hundido al final del conflicto sin haber tenido servicio operativo.
En 1957, después de permanecer más de diez años en el fondo del mar Báltico, cerca de Flensburg, fue reflotado y devuelto al servicio como nave de investigación en la Bundesmarine alemana. En 1983 se lo dio de baja y restauró a su configuración original durante la Segunda Guerra Mundial para convertirlo en un barco museo en Bremerhaven, Alemania.
Para leer más en el blog:
Una argentina en los cielos de la Segunda Guerra Mundial
Las andanzas de JFK en Ascochinga
Constanza y la botadura del Bismarck
NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA:
Se casan en la Francia ocupada por los nazis. Él es un marino alemán, convencido de su deber, pero no de la guerra que pelea. Ella es una joven argentina. Pese a todo, pese a todos, pese a ellos mismos, se casan. Luego, él parte en una misión: el mar lo arrastra del lado de ella, a la que solo le queda esperarlo, como quien aguarda que una botella con un mensaje llegue a la costa.
La guerra también es la historia de las separaciones: familias que nunca más vuelven a verse, amantes que se esperan, hijos que van al frente sin saber muy bien por qué arriesgan sus vidas. La guerra nunca es una experiencia personal, sino tristemente colectiva.
En la novela, además de la pareja de recién casados conformada por Dieter y Constanza, los personajes pueblan la trama para convertirla en una historia coral, un mosaico de ese tiempo. Fiamma, atrevida y arrojada, vuela aviones mientras desoye las críticas por una relación con un hombre treinta años mayor. Ignacio decide adoptar un hijo de su exmujer aunque sabe que no es suyo, para que el pequeño no quede a mano de los nazis. Otto, argentino y descendiente de alemanes, ayuda a la resistencia francesa. Todos, sin embargo, son botellas arrojadas al mar, sin poder conseguir que alguien lea su mensaje, a la deriva, náufragos en un mundo salvaje y extraño.
Con esta historia, Luis Carranza Torres cierra el derrotero de la familia López de Madariaga, desde sus días en la embajada argentina durante el ascenso del Tercer Reich hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, con una impecable reconstrucción histórica que no pierde detalle de los horrores ni de las pocas alegrías.
Cuatro preguntas clave sobre la Saga de la Segunda Guerra Mundial
📌 ¿Cuántas novelas son?
Está compuesta por tres libros: "Mujeres de invierno", "Hijos de la tormenta" y "Náufragos en un mundo extraño".
📌 ¿Quiénes son los personajes principales?
Tiene como protagonista a la familia López de Madariaga y comienza con su viaje a Berlín 🇩🇪, ciudad donde Ignacio ocupará el puesto de embajador argentino.
📌 ¿Cuándo ocurre?
Comienza en los años 30, por lo que los personajes serán testigos de cada momento desde el ascenso del Tercer Reich y se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.
📌 ¿Qué temáticas se ponen en juego?
La Alemania más oscura es escenario de un abanico de historias tan intensas como atrapantes: redes de espionaje, amor, poder, pasión y una reconstrucción histórica exhaustiva de aquellos tiempos difíciles y desafiantes.