Películas jurídicas


  



Por Luis Carranza Torres


Desde los inicios del cine, lo jurídico ha sido parte de las obras de tal arte y en permanente reinvención.  

Es un tema que convoca más de lo que a primera vista pudiera pensarse. No pocos colegas son cinéfilos, pero la cosa ha ido muchas veces a lo institucional. 

Por caso, el Consejo General de la Abogacía Española hizo una votación para establecer a las diez mejores películas jurídicas de la historia.

Benjamín Rivaya en “Derecho y cine. A propósito del crimen de lesa cinematografía” trabajo publicado en 2016 en Ética y Cine Journal, vol. 6, núm. 1 exponía que: “En tanto que arte narrativo y centrado la mayoría de las veces en la vida social, el cine no ha podido dejar de lado la temática jurídica. Esto es así porque el Derecho no es más que la propia vida social observada desde cierta perspectiva. Las relaciones entre el Derecho y el cine han sido, por lo tanto, de reciprocidad. El Derecho siempre se ha ocupado del cine, sobre todo desde que se convirtió en una gran industria. A su vez el cine, inevitablemente también, se ha ocupado del Derecho pues resulta casi imposible relatar una historia humana sin que aparezca la referencia a la Ley”.

Esto lo llevaba a formular la siguiente pregunta: ¿existe el cine jurídico?

Para Rivaya, el cine “ha hablado del fenómeno jurídico” hasta cuando era mudo. Menciona como ejemplos de tales películas a Intolerance de David WarkGriffith, filmada en 1916, compuesta de cuatro mediometrajes con cuatro historias de injusticia: la matanza de los hugonotes en Francia la noche de San Bartolomé de 1572, la pasión y muerte de Jesucristo, una huelga de trabajadores contemporánea y la caída de la Babilonia del rey Baltasar en el año 539 a. C. ante el ataque de Ciro II el Grande, rey del Imperio persa.

Quien se lleva las palmas a su entender de la temática en esa era fue Chaplin con su genial creación de Charlot, que en películas emblemáticas como The Kid (1920), City Lights (1930) o Modern Times (1935), presenta perspectivas jurídicas más que interesantes.

Es así que entiende que, siendo la presencia del fenómeno jurídico en las narraciones cinematográficas tan habitual, no resulta extraño preguntarse por “la posible existencia del género del cine jurídico”. Al respecto, entiende que “si se pudiera hablar de un cine jurídico sería en referencia al que se dedica a exponer asuntos jurídicos (…) sería un género temático, por tanto (…) En cualquier caso, quede claro desde el principio que el cine jurídico no se identificaría con el cine de juicios, que sólo sería una parte de aquél”.

Concordamos. No pocas películas jurídicas icónicas no pasan por los juicios. Sobre todo, aquellas que rozan al cine negro. Por caso, La dama de Shanghái (The Lady from Shanghai) de 1947 dirigida por Orson Welles, basada muy libremente en una novela de Sherwood King, protagonizada por él mismo junto a su esposa en vías de divorcio Rita Hayworth y Everett Sloane. También entra aquí “El cartero siempre llama dos veces” un filme estadounidense de 1946, basada también en una novela, esta vez de James M. Cain y protagonizada por John Garfield y Lana Turner. Escrita en 1934, esa novela había inspirado ya dos películas previas: la francesa “Le Dernier Tournant”, de 1939, protagonizada por Fernand Gravey y Corinne Luchaire y la italiana Obsesión, de 1943, dirigida por Luchino Visconti y considerada como la primera película del movimiento cinematográfico del neorrealismo italiano. 

¿Y por casa cómo andamos? A diferencia de la literatura, donde la novela jurídica goza de buena salud con autores como Alfredo Abarca o Mariano Silvestroni, la cinematografía argentina no ha tenido al proceso judicial como tema central de sus obras sino más bien por mero telón de fondo para tramas policiales o de denuncia.

Una rara cuestión pues cuando se ha filmado al respecto, no es raro que se convierta en éxito de ceñirse a los parámetros del género. 

Al respecto, podemos dar el ejemplo de “El secreto de sus ojos” dirigida en 2009 por Juan José Campanella, basada en la novela La pregunta de sus ojos de Eduardo Sacheri, quien coescribió el guion junto a Campanella, protagonizada por Ricardo Darín, Soledad Villamil, con más de dos millones y medio de espectadores fue la película argentina de mayor éxito en ese año, una de las más taquilleras de la historia del cine argentino y la ganadora en 2010 del Óscar a la mejor película extranjera.

Más cerca en el tiempo, “Argentina, 1985” de Santiago Mitre, protagonizada por Ricardo Darín y Peter Lanzani, en solo tres semanas y no siendo exhibidas en algunas cadenas de cines por lo exiguo del término, en razón de estar destinada a plataformas de contenido por demanda, fue vista por 200 000 espectadores en 298 salas, el mejor estreno que ha tenido una película nacional desde el inicio de la pandemia de COVID-19.

A nivel premios, en la 79.ª edición del Festival Internacional de Cine de Venecia, donde ganó el premio FIPRESCI de la crítica internacional a la mejor película, el premio del público en la 70.ª edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián y fue preseleccionada como la representante argentina para competir en la categoría mejor película internacional en la 95.ª edición de los Premios Óscar.

Como puede verse, filmar con perspectiva jurídica presenta muchas posibilidades, casi infinitas. Y cada tanto, el séptimo arte nos enseña alguna nueva. 


Para leer más en el blog:

Un amor rebelde en una época convulsa


Los Lobos del Atlántico


El día cero del Mayo Francés


Constanza y la botadura del Bismarck









NOTICIA DEL AUTOR: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El corazón de la espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021) y Los Extraños de Mayo (2022). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba. 




Francia, mayo del 68, los estudiantes ganan las calles. Una rebelión está a punto de estallar. Y el mundo ya no volverá a ser el mismo.

En tiempos de ebullición, cuando todo parece querer estallar, es posible pensar un mundo distinto. Hay, en ese pensamiento, algo que se vuelve vital, que entusiasma: todo el tiempo se está en la barricada, hasta que, finalmente, el mundo cambia.

Alan llega a Francia. El mundo conocido por él ha quedado atrás y todo lo que sabía de este, al que acaba de llegar, ha quedado obsoleto. Ya no es la realidad atildada y circunspecta que ha conocido a través de los libros y las historias de su familia, sino que se encuentra una París en efervescencia, en la que se discute en cada café al psicoanálisis de Lacan y a los Rolling Stones, al cine de la nouvelle vague y la Guerra de Vietnam, a los hippies y a la revolución sexual.

También, además de esa realidad que lo deslumbra, Alan encuentra a Adèle, que lo guía en ese mundo nuevo para él. En medio de ese vínculo, que nace sin que lo hayan planeado, estallan las protestas del mayo francés de las que Alan y Adèle forman parte del lado de los estudiantes. Creen, como todos ellos, que pueden cambiar el mundo. Creen, también, a pesar de sentirse extraños, que son invencibles.

Autor: Luis Carranza Torres

Editorial: Vestales

Páginas: 384





 


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