Borges, más allá de la literatura
Por Luis Carranza Torres
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges, nacido en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899, muerto en Ginebra el 14 de junio de 1986, fue casi todo en las letras: escritor, poeta, ensayista y traductor.
Pero aun siendo un autor imprescindible para la literatura, su obra la trasciende de las letras, no sólo argentinas sino universales. Claramente, es el más universal de los escritores argentinos, o quizás, el más argentino de los escritores universales.
Por algo, además de los idiomas y la literatura, entre sus aficiones se contaba la filosofía y las matemáticas.
Decíamos en La verdadera genialidad de Borges que:
“…trasciende la literatura misma, no obstante haber sido (o seguir siendo) objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, ya que trasciende cualquier clasificación pura e imposibilita su consideración desde la perspectiva de los cánones ortodoxos del ramo o de cualquier que pretenda abordarla con algún tipo de dogmatismo”.
Es por ello que: “Su análisis de las acciones humana, o de su interacción con las cosas del mundo, ha convertido a sus ficciones y ensayos, en un tópico recurrente de semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos”.
En su ensayo Borges y la matemática el matemático argentino Guillermo Martínez entiende que ideas de la matemática moderna tales como la teoría de conjuntos, recursión, la teoría de caos, y sucesión matemática infinita surgen de su obra literaria.
Una de las conexiones más estrechas en la cuestión, se halla dada a través de la teoría de conjuntos infinitos de Georg Cantor. El título mismo del cuento El Aleph lo denota cuando alude al uso de la letra hebrea de Cantor, álef “por denotar cardinalidad de conjuntos transfinitos”.
Es por eso que dirá Martínez que: "La matemática se desliza en los textos de Borges dentro de un contexto de referencias filosóficas y literarias".
La obra “Matemáticas e Imaginación” de Edward Kasner y James Newman, la incluye dentro de su colección “Jorge Luis Borges Biblioteca Personal”.
Guillermo Martínez expresa:
“¿Cuánto sabía Borges de matemática? Él dice en ese mismo ensayo: «cinco, siete años de aprendizaje metafísico, teológico, matemático me capacitarían (tal vez) para planear decorosamente una historia del infinito». La frase es lo suficientemente ambigua como para que sea difícil decidir si realmente dedicó esa cantidad de años a estudiar, o es sólo un plan a futuro, pero está claro que Borges sabe por lo menos los temas que están contenidos en el libro que él prologa, Matemáticas e Imaginación, y que son bastantes. Es una buena muestra de lo que se puede aprender en un primer curso de álgebra y análisis en la universidad. Se tratan allí las paradojas lógicas, la cuestión de las diversas clases de infinito, algunos problemas básicos de topología, la teoría de las probabilidades. En el prólogo a este libro, Borges recuerda al pasar que, según Bertrand Russell, la vasta matemática quizá no fuera más que una vasta tautología, y deja ver, con esta observación, que también estaba al tanto, por lo menos en esa época, de lo que era una discusión crucial en los fundamentos de la matemática. Una discusión que dividía aguas y daba lugar a agudos debates, centrada en la cuestión de la verdad: lo verdadero versus lo demostrable”.
Pero no es la única ciencia dura que trataría. Alberto Rojo, tucumano, doctor en Física, investigador en la Universidad de Chicago y profesor en la Universidad de Oakland, entiende que Borges fue el primer escritor que incursionó en los mundos paralelos.
Dedicó un libro “Borges y la física cuántica”, a la relación entre dicho autor y tal parte de esa ciencia. Algo que lo lleva a postular que la ciencia (discurso metafísico por excelencia) no se halla por entero separada del arte. Pues una y otra, emplean la inteligencia razonada, y con sus juegos de la imaginación, se complementan y confunden en el océano siempre amplio y mayormente inasequible que es el conocimiento humano
Entiende dicho autor que Borges, quien bromeaba que de física solo conocía el funcionamiento del barómetro y expresaba que la metafísica no era más que una rama de la literatura fantástica, resultando el discurso de la verdad y el de la ficción sino dos caras de una misma moneda, anticipó en sus ficciones las modernas teorías de la mecánica cuántica.
En tal “territorio de convergencia”, quedaron comprendidos desde la teoría de la relatividad a la antimateria, la serie de Fibonacci y las partículas elementales, así como las ideas de Galileo y Einstein, por solo citar algunos tópicos. Siendo un ejemplo de que la ficción y la poesía pueden ser instrumentos certeros para indagar el universo.
"Borges, el supremo conciliador del lirismo con la precisión, hace de sus metáforas un reservorio de imágenes donde conviven la ciencia con la visión mágica del mundo", expresa Rojo en la nota "Borges, profeta de la física cuántica", aparecida en el diario La Nación en el año 2013.
Se trata, tal inclusión en su creación literaria de aspectos matemáticos y de la física cuántica, de los aspectos menos considerados de Borges, prueba una vez más, por si hiciera falta, que su valía se proyecta aún más allá del lenguaje en la erudición del conocimiento, el universalismo de sus ideas, la originalidad en sus temáticas y, en particular, la multiplicidad de planos y abordajes posibles que tiene su obra, no solo la escrita, sino también la oral recogida en diversos formatos. El Borges conferencista es tan o más pródigo en conceptos que el escritor.
No es menor esa capacidad de hacer converger, en una obra determinada, ciencia y letras. Quizás lo que Carl Jung llevó a cabo desde el psicoanálisis, Borges lo fraguó a partir de la literatura: intentar construir una cosmovisión de los saberes humanos.
Acaso ese desbordar áreas y tópicos, resistirse al parcelamiento del actuar humano en diversas ciencias o modalidades del arte, la capacidad de integrar ciencia en el arte, es de las muestras más claras de su genialidad.
Un amor rebelde en una época convulsa
Mujeres en pugna en un mundo oscuro
Constanza y la botadura del Bismarck