Los secretos de “Cara Cortada”
Por Luis R. Carranza Torres
Lo poco conocido de un clásico. Tanto la película como antes la novela tienen aspectos no menores poco difundidos.
Scarface es su título original en inglés, más conocida por estas tierras latinoamericanas como Cara Cortada y bajo el nombre de El precio del poder, en España, fue una película éxito de su tiempo, en 1983, dirigida por Brian De Palma, guionada por Oliver Stone y protagonizada por Al Pacino, Michelle Pfeiffer, Steven Bauer, Mary Elizabeth Mastrantonio y Robert Loggia.
Lo que no muchos conocen es que se inspira, de modo bastante libre, por cierto, en una novela de igual nombre, Scarface, escrita en 1929 por el autor estadounidense de ficción pulp Maurice R. Coons, mejor conocido por su seudónimo de Armitage Trail. Y que la vida del mafioso que retrata, en las calles de Chicago, es la ficción icónica inspirada en uno de los gánsteres más conocidos de la historia: Al Capone.
Se trata de una obra literaria que ha tenido numerosas ediciones desde entonces, en diversos idiomas. La última de ellas en castellano es argentina: fue publicada por Del Fondo Editorial en 2022, traducida por Luis Campomagno.
“Tony Montana dejó una huella en la historia de los líderes de bandas de asaltantes en Norteamérica por la fama que llegó a cosechar y su osadía. Tenía solo dieciocho años recién cumplidos cuando cometió su primer crimen, y el motivo, como suele suceder, era una mujer”, se lee al inicio de su primer capítulo. Así de directo, al mejor estilo Pulp.
El interés de Maurice por los mafiosos, según su hermano Hannibal, inició a edad temprana, “como otros hombres se interesan por los sellos postales, las monedas antiguas o las mariposas abiertas". Usó varios seudónimos para escribir historias de crímenes y detectives para revistas pulp. Luego de pasar un tiempo en Nueva York, se mudó a Oak Park, una ciudad adyacente por el oeste a Chicago, donde escribió su obra más famosa.
Para eso, con la ayuda de un abogado italoamericano al que conocía, alternó con diversas bandas sicilianas locales, socializando con pandilleros para obtener material, aunque nunca llegó a conocer personalmente a Capone.
Tras publicar su libro, el productor Howard Hughes se interesó para adaptarla como película, vendiéndole los derechos por 25.000 dólares, además de mudarse a Los Ángeles para trabajar en el guion. Llevó en Hollywood una vida extravagante, vistiendo como gánster con sombrero Borsalino de ala ancha incluido, ganando peso y perdiendo su batalla contra el alcoholismo.
No vivió lo suficiente para ver terminada la película ya falleció por una insuficiencia cardíaca en octubre de 1930 en el Teatro Paramount.
Se dice que la inspiración en Al Capone fue tanta, que cuando el mafioso vio la película en 1932 (está visto que leer novelas de gánsteres no era lo suyo), mandó algunos de sus muchachos de confianza a buscar a Maurice para pedirle explicaciones cara a cara. Pero no consiguieron dar con él, al menos no con vida.
La película de 1983 trasladó la acción de Chicago a Miami. Tony dejó de ser italiano para pasar a ser cubano. La culpa de ello, al parecer, la tiene otro Al, en este caso de apellido Pacino. Se dice que luego de ver el actor la película de 1932 en el Tiffany Theater de Los Ángeles, llamó al productor Martin Bregman, para tentarlo con una nueva versión del filme. Inicialmente se pensó situarlo en la misma época, el Chicago de la década de 1920, pero a Pacino no le terminó de cerrar por la naturaleza melodramática que entendía difícil de lograr. Fue Sidney Lumet, el segundo tentado para dirigirla tras rechazarlo Brian de Palma, quien dio la idea de que Montana fuese un cubano llegado a Estados Unidos por el éxodo del Mariel.
Dicha tragedia humanitaria, fue el movimiento en masa de unos 125.000 cubanos, quienes partieron en todo género de embarcaciones abarrotadas de gente, por lo general en malas condiciones para afrontar el mar abierto, desde el puerto Mariel en Cuba, hacia los Estados Unidos entre el 15 de abril de 1980 y el 31 de octubre de 1980. Estaba fresco el suceso en la mente del público de la época y ello contribuiría no poco al éxito del film.
Oliver Stone escribió el guion de Scarface mientras luchaba contra su propia adicción a la cocaína. Luego de investigar junto a Bregman en los registros del Fiscal Federal de Miami y la Oficina contra el Crimen Organizado, se mudó a Paris para redactarlo pues creía que en Estados Unidos no podría dejar su adicción. Tenía claro, contra lo que muchos colegas de la época creían, lo que las drogas hacían a la creatividad: “no creo que la cocaína ayude a escribir. Es muy destructivo para las células del cerebro”, afirmaría luego en una entrevista.
Terminado el guion, Lumet chocó con el productor. Él buscaba darle a la película un tono de denuncia política que culpaba al entonces presidente, Ronald Reagan, por la expansión del narcotráfico en Estados Unidos. La perspectiva no le agradaba en absoluto a Bregman, que terminó por dar salida a Lumet y llamar de nuevo a Brian de Palma. Al ver que ya no se trataba de una película de época, sino un melodrama contemporáneo del tema social del momento, las drogas, aceptó. Abandonó para ello el proyecto en que estaba trabajando, llamado Flashdance.
Scarface se estrenó en Nueva York el 1 de diciembre de 1983, con ciertas críticas negativas a causa de su excesiva violencia, lenguaje subido de tono y escenas explicitas de tráfico y consumo de drogas. Pero el público la adoró y se convirtió en éxito de taquilla, así como en una película de culto. Al presente, el American Film Institute la entiende entre las 100 mejores películas del siglo y las 10 mejores películas de gánsteres. El resto es historia conocida.
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