Un corazón que palpita en el mar
Por Luis Carranza Torres
Pilar Taborda. Perdí mi corazón en el mar. Potencia editora. Córdoba, 2022.
Sabemos, por propia y ajena experiencia, lo especial que puede resultar la lectura de un poemarios o libro en verso. Su posología y efectos varían enormemente de lector en lector. A veces su lectura es ágil, en otras los versos son especialmente crípticos, solo aptos para consumir en dosis moderadas, por grajeas de lectura. Pero cualquiera sea la modalidad, en todas se refleja el modo especial en que la poesía llega a nuestro espíritu, más que cualquier otra forma escrita.
En un mundo de hipocresías y estridencias, de artificiales oropeles para decir complejo aquello que es simple, como todos los universales de la existencia humana, Perdí mi corazón en el mar rescata el valor y la profundidad de expresar los sentimientos con palabras llanas. Demuestra también que se puede ser profundo en lo simple.
La poetisa utiliza su propia experiencia vital, con sus alegrías y tristezas, quizás más las últimas que las primeras, para construir palabra a palabra, verso a verso, poemas de un maravilloso y vital sentimiento.
Con la vida misma como punto de partida para su creación, estructura y da forma a su arte absorbiendo, elaborando y transformando los distintas aconteceres de la vida, y, a través de tales procesos, despliega una nueva identidad poética. Puede así verse con toda claridad, este camino de absorción-renovación en la creación literaria de Pilar Taborda se entrelaza estrechamente con la imagen del «mar» como aglutinante. O, más que mar, un océano presentado como superficie misteriosa, vital, implacable como la vida mismas, pero también, un espacio que bien puede ofrecer la redención de la heridas por virtud del arte.
En la pluma de Pilar, el mar es una fuerza inabarcable y hasta inevitable que apunta hacia la resiliencia y la liberación. La primera se trata de un proceso agitado; la liberación es el destino al que llega, pero siendo distinto de cómo se ha partido. En el ínterin, se nos presenta una batalla de sentimientos, de sensaciones, y hasta de perspectivas estéticas. En ocasiones, una lucha desesperadamente, un debate agitado de lo sentido, quizás en algunos poemas hasta feroz, de lo que finalmente surge una "narrativa" poética con belleza y pureza infinita.
Por eso se tratan de poemas que apuntan, más que a la lectura, a ser releídos periódicamente, en buscar de nuevos significados y sensaciones. Esta es la luz que llevan ínsitos todos ellos.
Como dijo el francés Gaston Bachelard, filósofo y poeta a un mismo tiempo (El agua y los sueños: ensayo sobre la imaginación de la materia. 2003. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, p. 20/21) respecto de la referencia en que Taborda ancla su obra poética prima: «Una gota de agua poderosa basta para crear un mundo y para disolver la noche. Para soñar el poder, basta una gota imaginada en profundidad. El agua así dinamizada es un germen; otorga a la vida un ímpetu inagotable». En la similitud entre el curso de la vida y la inmensidad cambiante del mar, la poesía de Pilar revela un poderoso poder espiritual de llegar a lo profundo del espíritu humano de sus lectores en un universo poético tan diverso, profundo y abrazador como la esencia de los océanos.
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