Una corte marcial para Edgar Allan Poe

 



por Luis Carranza Torres


El 28 de enero de 1831, un consejo de guerra juzgó a un joven cadete de 22 años en la Academia Militar de Estados Unidos bajo los cargos de “grave negligencia en el cumplimiento del deber”, así como de “desobediencia a órdenes”. El acusado no era otro que Edgar Allan Poe.

Había ingresado tan solo en marzo del año anterior. Traía consigo, pese a su corta edad, un registro militar aplicado: se había alistado como simple soldado en el ejército el 26 de mayo de 1827, bajo el alias de Edgar A. Perry, afirmando tener veintidós años cuando en realidad contaba con dieciséis. Destacó allí bajo la disciplina militar y se distinguió ante los ojos de sus superiores que lo describieron como “bueno” y "muy digno de confianza".

Pero el suceso en su recorrido castrense no implicaba que estuviera contento con la vida militar. Más bien fue lo que tuvo a mano para escapar de las turbulencias de su vida personal, empezando por la mala relación con su padre adoptivo, John Allan.

Tras dos años de un compromiso de servicio por cinco, conocedor de lo improbable que le concedieran una baja temprana, se acercó a su oficial para confesar que había mentido la edad, en el entendimiento que eso pondría fin a toda relación castrense. Lo que no tuvo en cuenta es que, al admitir ser menor de edad, conforme las leyes de la época, quedaba sujeto a la autorización paterna para poder salir del ejército. 

El teniente Howard, quien lo tenía bajo su mando, se conmiseró de los problemas de familia del joven e intercedió con el padre adoptivo. La primera respuesta del mismo fue “será mejor que permanezca como está hasta que termine su alistamiento”. Sin embargo, en febrero de 1829, la muerte de Fanny Allan, esposa de John y madre adoptiva de Poe, los reconcilió lo suficiente como para que su progenitor legal aceptar que Poe culminara su alistamiento, a condición que fuera a la academia de West Point al año siguiente. El joven aceptó.



Si bien Poe descubrió que la cantidad de estudio requerida en West Point era, en sus palabras, “incesante” así como "la disciplina extremadamente rígida", su educación e ingenio natural lo hicieron prosperar. Destacó en matemáticas y lenguaje, quedando decimoséptimo en su clase de matemáticas y tercero en francés. 

Incluso encontró tiempo para escribir algunos poemas nuevos, bastante particulares. Conforme a su compañero de clase, Thomas Gibson, “diariamente publicaba poemas y petardos de interés local… y circulaban por las clases”. Los destinatarios de tales obras eran por lo general, sus oficiales instructores.

Tal vez pudo haber sido un rebelde del sistema lo suficientemente brillante para graduarse de oficial del ejército, pero lo familiar se cruzó otra vez en su camino: su padre adoptivo se había vuelto a casar y sido padre de gemelos. La preocupación de Poe que esto significara ser dejado de lado se confirmó cuando a finales de 1830, Allan le escribió para decir que ya no deseaba tener comunicación con él. 

Furioso, Poe le envió a Allan una larga y furiosa carta donde dio rienda suelta a toda su ira reprimida durante largo tiempo. Le expresó también que no quería seguir en West Point. Prometió asimismo que, si no lo autorizaba a retirarse, se haría expulsar. 


Parte del expediente de la Corte Marcial

Su padre adoptivo nunca contestó la misiva y Edgar se abocó a cumplir con lo prometido, acumulando un historial disciplinario en verdad impresionante. El hasta entonces brillante alumno cayó rápidamente en desgracia por propia voluntad, obteniendo 44 faltas y 106 deméritos en un periodo académico y pasando a encabezar la lista de infractores del instituto en enero de 1831 con 66 faltas en un solo mes. 

Entre sus múltiples infracciones, pueden citarse el estar ausente de los desfiles y de las guardias, el no presentarse a las clases o el negarse a obedecer las órdenes de los oficiales. Nada demasiado original, pero sí muy efectivo. A resulta de todos esos hechos, conforme la reglamentación del instituto fue llevado a una “Court Martial”, equivalente a nuestros actuales consejos de disciplina, en el cual por supuesto fue declarado culpable de todos los cargos y expulsado con deshonor de West Point. 

Como nos cuenta William Hecker, en “Private Perry and Mister Poe: The West Point Poems”, en ese mismo mes de febrero de 1831 partió hacia Nueva York, si bien el acto oficial de su baja deshonrosa no se emitiría hasta el 6 de marzo. En tal ciudad logró editar su tercer libro de poemas, que tituló simplemente “Poems”. La publicación fue sufragada por sus compañeros de West Point que donaron 75 centavos por cabeza hasta lograr Poe recaudar unos 170 dólares, bajo la premisa que serían versos de tipo satírico sobre los oficiales instructores de la academia. Los mecenas se llevarían luego una indudable decepción al comprobar que se trataba de una obra netamente romántica.


firma del cadete Poe

Impreso por Elam Bliss en Nueva York, la obra apareció como "Segunda edición" sin que hubiera una primera y con la siguiente dedicatoria: «Este libro está respetuosamente dedicado al Cuerpo de Cadetes de los Estados Unidos». Los poemas largos «Tamerlane» y «Al Aaraaf», reeditados, además de otros seis poemas inéditos, incluyendo «To Helen», «Israfel» y «The City in the Sea» formaron parte de ella.

Claro que la cosa literaria no quedó allí. La academia le devolvería la atención, más de un siglo después, en el número 10 del Boletín de su Biblioteca de 1972, dedicado en forma íntegra a la crónica de su período militar, escrita nada menos que por el bibliotecario adjunto de la Academia. Poe era por entonces, un escritor de culto para la literatura universal. Por paradójico que parezca, West Point mostraba en tal forma su orgullo por quizás el más indisciplinado de sus cadetes.   


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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022) y La Traidora (2023). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



Una ciudad: Londres.
Una mujer cruzada por dos naciones.
Una guerra inesperada.
Un hombre misterioso.
Una historia de espías.
Un amor que no distingue banderas. 

En abril de 1982 nada parece ir bien en la vida de Gabrielle Sterling. La relación con su jefe ha terminado en una desilusión amorosa y su carrera en el servicio civil británico no avanza. Sin embargo, la vida la sorprende cuando un hombre misterioso le hace una propuesta peligrosa. De aceptar, deberá traicionar los principios en que ha sido educada, aunque también rescatará es parte olvidada que su madre le inculcó. 
Tironeada por dos banderas, deberá elegir un bando en un conflicto que día a día se muestra más próximo. En ese proceso, pondrá su propia vida en juego mientras se siente cada vez más atraída por ese hombre misterioso.
En tanto la guerra escala, intrigas, pasiones y acontecimientos imprevistos la llevarán donde nunca antes había pensado estar, mientras quienes la persiguen se hallan más cerca de descubrirla. 
En medio de esa incertidumbre, Gabrielle se sentirá más viva que nunca. Tal vez no esté traicionando a nadie, sino encontrándose, por primera vez, consigo misma.  






 


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