Los últimos lobos grises




Por Luis R. Carranza Torres


Era una mañana nublada y fría ese 10 de julio de 1945 en Mar del Plata, ciudad argentina sobre la costa atlántica de la provincia de Buenos Aires. Hacia las siete y media de la mañana, la guardia de la Base Naval donde se apostaban los submarinos de la Armada de la República Argentina, notó señales lumínicas visibles desde las escolleras del puerto que provenían de varias millas mar adentro. 

En el mundo más allá de esa base y ciudad, Argentina había entrado en la Segunda Guerra Mundial el 27 de marzo de ese año. El 7 de mayo de 1945 el general alemán Alfred Jodl firma su rendición en la ciudad francesa de Reims. Terminaba la guerra mundial en Europa, que prosiguió en el Pacífico. 

Se despertó de urgencia al Capitán de Corbeta Ramón Sayús, comandante del submarino “Salta” y a cargo de la Base Naval, que llegó al puesto de observación lo más rápido que le fue posible. 

Las luces eran un mensaje en clave morse. Al descifrarla, la sorpresa en todos los marinos presentes fue mayúscula: desde tal punto en el mar, a unas cinco millas de la costa, alguien decía ser un submarino alemán. 

Tras contestar el mensaje, se recibió la contestación y se obtuvo más información. 

Luego de quince minutos, el capitán Sayús y el comandante del navío, empezarían a intercambiar mensajes. El oficial al mando del submarino, teniente de navío Otto Wermuth, buscaba rendirlo a las autoridades argentinas. Se acordó que la nave avanzara navegando en superficie para atracar junto a una boya detrás de la Dársena de Submarinos. Luego se lo amarraría en las inmediaciones del Guardacostas “Belgrano”, amurado a la escollera del puerto.


Luego del amarre, Wermuth, en uniforme de gala hizo formar en cubierta a su tripulación, todos muy jóvenes, barbudos y demacrados. Tenía 19 años el más joven y 24 el más viejo. La misma edad de su comandante. El aspecto del submarino en su casco, luego de una navegación oceánica, no era mejor. 

Ambos, buque y tripulantes, recibían el apodo de "lobos grises", que se decía al color del casco y de los abrigos que usaban durante sus patrullas. 

Habían establecido una nueva marca de navegación de larga distancia en esa clase de submarinos, además de otra de navegación con esnórquel bajo el agua, en un tiempo que los submarinos navegaban mayormente en superficie, sumergiéndose solo para combatir. 

Una “tripulación de presa” de la marina argentina abordó para tomar el control del submarino. Hubo una ceremonia de rendición, corta, pero con todas las formalidades, donde se firmó el acta respectiva para luego izarse la bandera celeste y blanca argentina en el puente del U-Boot en lo alto de la vela en reemplazo de la roja con la cruz gamada.  


Antes de entregarse, la tripulación había arrojado al mar todo lo militarmente útil: bitácora, cartas de navegación, los 21 torpedos, el cañón de cubierta y todos los aparatos y sistemas considerados “secretos”, incluyendo la máquina de cifrado de mensajes “enigma” en su versión naval.

No correspondía el internamiento en virtud de las normas de neutralidad, como se hiciera con la tripulación del acorazado Admiral Graf Spee en diciembre de 1939, sino ser capturados en condición de prisioneros de guerra. 

Identificado como U-530 se trataba de un submarino alemán clase IX C/40, botado en los astilleros Deutsche Werft  de Hamburgo en julio de 1942.


Con un desplazamiento de 1247 toneladas y 77 metros de largo, contaba con una tripulación de 44 tripulantes. Podía desarrollar 17 nudos en superficie y 7 sumergido con una autonomía de 11400 km.

Poseía 6 tubos lanzatorpedos, 4 a proa y los restantes 2 a popa. Tenía además un cañón de cubierta de 105 mm, otro antiaéreo de 37 mm y 2 ametralladoras de 20 mm.

Habían zarpado junto a otros el 19 de febrero de 1945 desde Kiel con destino a la costa este de los Estados Unidos, bajo estrictas órdenes de silencio de radio. Recién el 12 de mayo pudieron comunicarse con su base, enterándose de la finalización de la guerra y de la orden de capitular.

El comandante Otto Wermuth reunió a la tripulación, aconsejando entregarse en España o Argentina, explicando la vida en esos dos países. Por mayoría se decidió por el segundo país. 

Alojados primero en el Guardacosta Belgrano, la tripulación del submarino fue enviada luego en dos micros de la empresa «El Cóndor» al Arsenal Naval en dársena norte de la ciudad de Buenos Aires, en la capital del país, bajo la custodia de efectivos de la Armada.  

Tras un período en la Isla Martín García, fueron enviados a los Estados Unidos junto a su nave.

El comandante alemán Wermuth previo a su partida, obsequió una segunda bandera de guerra del buque, que no había sido incinerada como usada en los combates, al jefe de la Base Naval Mar del Plata, Julio César Mallea, en agradecimiento por el trato dispensado por la Armada Argentina tanto a él como a su tripulación.  

Oficiales navales argentinos en el puente del submarino. 
La bandera celeste y blanca ondea por detrás.

No terminó ahí la cosa con los Lobos Grises. 

La guerra continuaba en el pacífico. El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó Little Boy, la primera bomba atómica, arrasando con la población civil de la ciudad japonesa de Hiroshima. Tres días más tarde hubo un ataque similar sobre la ciudad de Nagasaki. La rendición incondicional de Japón en la Segunda Guerra Mundial tuvo lugar el 15 de agosto de 1945. 

Sin embargo, cuando el conflicto parecía concluido, dos días después, el 17 de agosto, el submarino alemán del Tipo VII-C, identificado como U-977 bajo el mando del Capitán de Fragata Heinz Schaeffer, hizo señales de luces hacia la base naval. 

Eran pasadas las nueve de la mañana, siendo esta vez advertidas las señales a unas 8 millas de la costa por el rastreador Py y el submarino Salta que volvían a la base luego de cumplir tareas de patrullaje.

Se hallaban en dicha actividad pues el día previo un avión Cóndor de la marina durante una patrulla había detectado al sumergible. 

El teniente de fragata Rodolfo Sáenz Valiente junto a ocho hombres abordó el sumergible sin problemas, comunicando que debía impedir el hundimiento o avería del submarino. El comandante solicitó la autorización para dirigir la nave a puerto, la que le fue otorgada. Hacia las 11 de la mañana entró en la rada de Mar del Plata, provocando la curiosidad de la ciudad y una agitación que trascendió las fronteras argentinas.  

Formados sobre la cubierta los 31 tripulantes, junto al grupo de presa de los marinos argentinos, el capitán Schaeffer arengó a sus hombres antes de entregarse como prisioneros. Aludió a lo ocurrido en el conflicto y  la hazaña que habían realizado en ese viaje, a lo largo del Atlántico. Concluyó diciendo: “A no olvidar que somos soldados alemanes, sobrevivientes de la más temida arma de esta cruenta guerra. Por nuestro camarada de acero, el fiel e indestructible U-977, un triple ¡hurra!” 


Tras eso se firmó el acta de rendición y un oficial naval argentino quedó al mando de la nave, trasladándose como prisioneros de guerra la tripulación hacia Buenos Aires y a la Isla Martín García. 

Concluía con ese acto, muy lejos de su teatro principal de operaciones en el océano Atlántico, la actuación de la fuerza submarina más audaz, imaginativa, letal y con mayores pérdidas humanas y materiales de la historia de las guerras, aun hasta nuestros días.  


NOTICIA DEL AUTOR DE LA NOTA:

Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversos asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión y la docencia universitaria. Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.


Se casan en la Francia ocupada por los nazis. Él es un marino alemán, convencido de su deber, pero no de la guerra que pelea. Ella es una joven argentina. Pese a todo, pese a todos, pese a ellos mismos, se casan. Luego, él parte en una misión: el mar lo arrastra del lado de ella, a la que solo le queda esperarlo, como quien aguarda que una botella con un mensaje llegue a la costa.

La guerra también es la historia de las separaciones: familias que nunca más vuelven a verse, amantes que se esperan, hijos que van al frente sin saber muy bien por qué arriesgan sus vidas. La guerra nunca es una experiencia personal, sino tristemente colectiva.

En la novela, además de la pareja de recién casados conformada por Dieter y Constanza, los personajes pueblan la trama para convertirla en una historia coral, un mosaico de ese tiempo. Fiamma, atrevida y arrojada, vuela aviones mientras desoye las críticas por una relación con un hombre treinta años mayor. Ignacio decide adoptar un hijo de su exmujer aunque sabe que no es suyo, para que el pequeño no quede a mano de los nazis. Otto, argentino y descendiente de alemanes, ayuda a la resistencia francesa. Todos, sin embargo, son botellas arrojadas al mar, sin poder conseguir que alguien lea su mensaje, a la deriva, náufragos en un mundo salvaje y extraño.

Con esta historia, Luis Carranza Torres cierra el derrotero de la familia López de Madariaga, desde sus días en la embajada argentina durante el ascenso del Tercer Reich hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, con una impecable reconstrucción histórica que no pierde detalle de los horrores ni de las pocas alegrías.




Cuatro preguntas clave sobre la Saga de la Segunda Guerra Mundial 

📌 ¿Cuántas novelas son?
Está compuesta por tres libros: "Mujeres de invierno", "Hijos de la tormenta" y "Náufragos en un mundo extraño".

📌 ¿Quiénes son los personajes principales?
Tiene como protagonista a la familia López de Madariaga y comienza con su viaje a Berlín 🇩🇪, ciudad donde Ignacio ocupará el puesto de embajador argentino.

📌 ¿Cuándo ocurre?
Comienza en los años 30,  por lo que los personajes serán testigos de cada momento desde el ascenso del Tercer Reich y se extiende hasta el final de la Segunda Guerra Mundial.

📌 ¿Qué temáticas se ponen en juego?
La Alemania más oscura es escenario de un abanico de historias tan intensas como atrapantes: redes de espionaje, amor, poder, pasión y una reconstrucción histórica exhaustiva de aquellos tiempos difíciles y desafiantes.

Lo más leído

Imagen

La foto del 2 de abril

Imagen

La leyenda del Halcón