El espía más famoso
por Luis Carranza Torres
El personaje de James Bond, el agente 007 con licencia para matar, representa uno de los fenómenos más duraderos e influyentes en la cultura popular del siglo XX y XXI.
Supone, asimismo, una muy interesante dicotomía entre la obra literaria original de Ian Fleming y su posterior adaptación y evolución cinematográfica.
Ian Lancaster Fleming, ex oficial de inteligencia naval, periodista y bon vivant creó a James Bond en 1953 con la novela Casino Royale. En total, escribió con tal personaje 12 novelas y 9 cuentos.
Sus tramas se enmarcaban en la novela de espionaje con el trasfondo de la Guerra Fría. El Bond literario es más frío, rudo y melancólico que su contraparte cinematográfica. Aunque sofisticado, en las novelas se muestra más humano, con cicatrices tanto físicas como emocionales, así como una mayor introspección. En similar diferenciación, sus relatos resultan más sombríos y menos dependientes de recursos extravagantes.
No poco del encanto y autenticidad del personaje pasa por el hecho que Fleming proyectó en Bond sus propios gustos y estilo de vida, desde la gastronomía, el juego, los viajes exóticos y hasta su famoso Martini "agitado, no mezclado".
Con un ritmo rápido y una notable atención al detalle, no es raro que las historias de este espía elegante se enfoquen literariamente más en el drama psicológico que en la acción pura.
Dichas novelas supusieron asimismo una redefinición fundamental del género de la novela de espionaje, transformándolo de relatos a menudo sobrios y centrados en la política o la desilusión, en thrillers de acción, glamour y fantasía, dotados de una dosis significativa de elementos pulp (acción rápida, villanos excéntricos, violencia directa).
Antes de Bond, los espías literarios (como los de Somerset Maugham o Eric Ambler) eran a menudo personajes más grises, solitarios y con trabajos tediosos y peligrosos, centrados en el realismo. James Bond catapultó la figura del espía a un plano de lujo, sofisticación y aventura sin límites. Introdujo el gusto por la buena vida, los coches deportivos (Bentley, Aston Martin), los cócteles exóticos ("agitado, no mezclado"), la alta gastronomía y los viajes a lugares exóticos.
Umberto Eco, en su análisis de las obras de Bond, destacó la habilidad de Fleming para crear tramas intrigantes y bien estructuradas basadas en una serie de contrastes binarios (Bond vs. Villano, Mundo libre vs. Unión Soviética), que aseguraban un ritmo de thriller y un alto nivel de inmersión por parte del público.
El éxito masivo de Bond hizo que el género del espionaje ganara popularidad y se expandiera, evidenciándose dos vertientes principales: la escuela "Bondiana" (centrada en la acción, el lujo y la fantasía) y una reacción directa a Bond, que buscaba la vuelta al realismo y la ambigüedad moral, ejemplificada en autores como John le Carré (con su personaje George Smiley) y Len Deighton, quienes se enfocaron en los aspectos más oscuros, burocráticos y desmoralizantes del espionaje.
No por nada, en la novela La Traidora, uno de sus personajes tiene la primera novela de Bond, Casino Royale, autografiada por Fleming a quien conoció en sus días de oficial de inteligencia naval. Además del guiño, un reconocimiento a lo que tales libros prodigaron al género. Aun cuando estemos más del lado de Le Carré y Deighton que con Ian.
El salto al cine de la historia en 1962 con Dr. No dio pie a una metamorfosis del personaje, hasta convertirlo en un ícono global que trascendió las páginas de Fleming.
Si bien las películas de Bond tenían como la base literaria inicial a las novelas de Fleming la trama se exageró y estandarizó para el consumo masivo, creando con rasgos propios el "Mito Bond" que conocemos. De allí que el Bond cinematográfico clásico (particularmente los interpretados por Sean Connery y Roger Moore) resulta más pícaro, sarcástico y carismático que el literario. A ello se sumó un ingenio casi constante, sobre todo con las mujeres, el uso de tecnologías de vanguardia, cortesía del inefable agente Q y tramas en lugares exóticos que implicaban villanos megalómanos con aspiraciones de dominación mundial, la participación de la Bond Girl de turno.
Una parte no menor de la longevidad de Bond como producto cinematográfico es la adaptabilidad de los rasgos esenciales antes descriptos a la sensibilidad cultural del momento histórico.
Como fenómeno cultural, tiene además su fecha propia. El 5 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial de James Bond, establecido en el año 2012 durante el 50 aniversario de la franquicia cinematográfica por iniciativa de las productoras de cine EON Productions, Metro-Goldwyn-Mayer Studios, Sony Pictures Entertainment y Twentieth Century Fox Home Entertainment.
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