La comida del Cruce de los Andes

 


por Luis Carranza Torres

El cruce de los Andes es considerado no sólo como uno de los grandes hitos de la historia argentina, sino también una de las mayores hazañas de la historia militar universal. En este mismo blog en el artículo La verdad sobre el cruce de los Andes hemos tratado sus aspectos más castrenses y de marcha.

Hubo detrás de todo ello, un esfuerzo logístico gigantesco, pues a las alturas que se atravesó, muchas veces teniendo que combatir puntos fortificados realistas, no había siquiera leña para encender un fuego. Solo piedras, frío y desolación. De allí que casi todo debió transportarse a lomo de las 9300 mulas empleadas durante la travesía. 

Un punto central para el éxito de la empresa fue lo concerniente a la alimentación, la cual fue objeto de una preparación previa detallada a fin que satisficiera las necesidades particulares en altura de la comida de todo el ejército.     

La clave de la alimentación

La clave del éxito nutricional y logístico fue la carne seca, un alimento que cumplía varios requisitos cruciales: alta densidad energética, larga conservación y fácil transporte.

Se la proveía en forma de charqui, carne secada al sol y salada, que luego se machacaba o se molía. De tal forma no solo se conservaba por más tiempo sino que era mucho más simple de movilizar. 

Fue la base principal de la dieta, por resultar la carne desecada extremadamente rica en proteínas y proporciona una gran fuente de energía concentrada en un peso mínimo, ideal para cargar a través de la cordillera.

Se la consumió comúnmente con la realización del Charquicán, un plato que se preparaba con el charqui molido, al que se le agregaba grasa (para añadir calorías) y ají picante como condimento y estimulante. Se mezclaba con harina de maíz y se consumía caliente con agua cuando era posible. Esta mezcla de proteínas, grasas e hidratos de carbono (maíz) resultaba una ración de marcha perfecta.

El Valdiviano era otro de los plato consumido, similar al charquicán, que se preparaba con charqui machacado, grasa, rodajas de cebolla cruda y agua hirviendo.

El historiador Pablo Camogli entiende que se transportaron 3.500 arrobas de charqui (40.250 kilos), tanto en unas 143 como en lo que cada soldado llevaba consigo. Al parecer, habrían sido unos 3,5 kilos de charquicán o guiso valdiviano, según las versiones, por hombre, que debía distribuirse en raciones diarias durante 8 días.

También se llevaron 600 vacas para disponer de carne fresca, a razón de una vaca cada cien hombres.

No es menor el esfuerzo e ingenio puesto en la logística para conseguir tales alimentos. San Martín había mandado a acopiar las cebollas de todo Mendoza a fin de diciembre de 2016, pues servía “como medio de combatir la puna”, o apunamiento, mal de altura, Mal Agudo de Montaña (MAM). Al igual que el ajo, son vasodilatadores, con lo ayudan a que la sangre circule más fluida y transporte el oxígeno con menor esfuerzo del corazón.

Un mes nates, como no disponía de cantimploras, había ordenado, en noviembre de 2016, que “todas las carnicerías de la ciudad y suburbios lleven, a la Maestranza, todas las astas de las reses que matan”, para construir chifles para transportar el agua.

Otros componentes de la ración

San Martín también previó otros alimentos esenciales para complementar la dieta y para funciones específicas:

  • Galletas de Maíz: Un alimento seco y compacto que aportaba hidratos de carbono para la energía inmediata y de reserva. La ración diaria incluía 400 gramos diarios de galleta por persona, que habrían ocupado unas 300 mulas. 

  • Vino y Aguardiente: Se transportaron grandes cantidades de vino (más de 100 cargas) y aguardiente o ron, presumiblemente en toneles. Estas bebidas no solo servían como estimulantes para levantar la moral, sino que el alcohol ayudaba a mitigar la sensación de frío nocturno en las alturas, aunque esto hoy se sabe que es contraproducente ya que el alcohol baja la temperatura corporal central.

  • Cebolla y Ajo: Se llevaron para consumo diario. La elección de estos alimentos respondía a su valor nutricional y medicinal. Tradicionalmente se creía que ayudaban a combatir el "soroche" (mal de altura o apunamiento), además de aportar vitaminas y sabor. 

  • Ganado en Pie: Aunque la base era el charqui, se transportaron unas 600 reses que eran sacrificadas periódicamente al acampar para proveer carne fresca. Esto ofrecía una ración de proteína más completa y variada.

  • Quesos y Fruta Seca: Algunas fuentes los consignan, como fuentes adicionales de grasa, proteínas y nutrientes concentrados, Pablo Camogli descarta que hayan sido parte del cruce el queso o las almendras, nueces, higos, pasas de uva y orejones, salvo en su etapa inicial. 

  • Agua: La logística del agua fue compleja. Se utilizaron cuernos de vaca como recipientes individuales para los soldados (en lugar de cantimploras, por falta de dinero) para mantenerlos hidratados durante el ascenso.

Como acota Camogli, también se llevó el alimento que precisaban los animales que participaban del cruce, por senderos de montaña en donde no existían lugar alguno para el pastaje. Calcula el historiador que solo por el paso de Los Patos, habrían ido cerca de 7.000 mulas, requiriéndose unos 341.250 kilos de forraje para alimentarlas, a razón de 48,75 kilos de forraje para cada una durante la travesía. Esto debió acarrearse en una 2.650 mulas.

Los caballos, vitales para la caballería, tuvieron un trato especial. Además de cueros y mantas para abrigarlos, San Martín mandó fabricar 1.200 bolsas de lona, para que cada soldado llevara granos para dar dos o tres piensos a sus caballos, reservándose su empleo para alguna marcha forzada u otro servicio de combate. Aun así, solo alrededor de un tercio de los caballos habría llegado en condiciones de combatir.

Análisis nutricional de la dieta del cruce

Desde una perspectiva nutricional moderna, la dieta del Ejército de los Andes estaba sorprendentemente bien diseñada para el desafío:

NutrienteFuente PrincipalImportancia para el Cruce
ProteínasCharqui y Carne frescaEsenciales para la reparación muscular y el mantenimiento de la masa corporal, cruciales en el esfuerzo físico prolongado.
Calorías / EnergíaGrasa (sebo, tocino), Charqui, Harina de maízCombustible de alta densidad. En el frío y a gran altura, el cuerpo requiere una ingesta calórica muy alta para mantener la temperatura y el rendimiento.
CarbohidratosHarina de maíz, GalletasProporcionan glucosa para la energía inmediata del cerebro y los músculos.
Vitaminas y MineralesCebolla, Ajo, Fruta secaAportan nutrientes necesarios para el sistema inmunológico y para contrarrestar los efectos del estrés oxidativo y la altura.

La ración diaria estimada de charqui (carne salada y desecada) era de unos 280 g, lo que, sumado a la harina de maíz, galletas, y la carne fresca ocasional, aseguraba un aporte calórico y proteico suficiente para la exigente marcha. 

Como puede verse, también en eso la planificación de San Martín fue clave; fue por ella que el Ejército de los Andes logró la hazaña sin que sus hombres murieran de hambre o frío, lo que es un testimonio de la eficacia de su estrategia también en la logística y lo nutricional.

 

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SOBRE EL AUTOR DE LA NOTA: Luis Carranza Torres nació en Córdoba, República Argentina. Es abogado y Doctor en Ciencias Jurídicas, profesor universitario y miembro de diversas asociaciones históricas y jurídicas. Ejerce su profesión, la docencia universitaria y el periodismo. Es autor de diversas obras jurídicas y de las novelas Yo Luis de Tejeda (1996), La sombra del caudillo (2001), Los laureles del olvido (2009), Secretos en Juicio (2013), Palabras Silenciadas (2015), El Juego de las Dudas (2016), Mujeres de Invierno (2017), Secretos de un Ausente (2018), Hijos de la Tormenta (2018), Náufragos en un Mundo Extraño (2019), Germánicus. El Corazón de la Espada (2020), Germánicus. Entre Marte y Venus (2021), Los Extraños de Mayo (2022), La Traidora (2023), Senderos de Odio (2024) y Vientos de Libertad (2025). Ha recibido la mención especial del premio Joven Jurista de la Academia Nacional de Derecho (2001), el premio “Diez jóvenes sobresalientes del año”, por la Bolsa de Comercio de Córdoba (2004). En 2009, ganó el primer premio en el 1º concurso de literatura de aventuras “Historia de España”, en Cádiz y en 2015 Ganó la segunda II Edición del Premio Leer y Leer en el rubro novela de suspenso en Buenos Aires. En 2021 fue reconocido por su trayectoria en las letras como novelista y como autor de textos jurídicos por la Legislatura de la Provincia de Córdoba.



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